Mar de plástico donde solo flotan el odio y la envidia |
Mar de plástico es una serie española de televisión policial que entremezcla
clasismo, racismo, xenofobia, machismo y envidia. Una envidia de los que nada
tienen hacia los que algo poseen y una envidia de los que tienen hacia los que
tienen más.
Está ubicada en los invernaderos hortícolas y frutícolas
de Campoamargo en Almería donde no solo se levantan frutas y verduras sino que
también germinan y crecen otro tipo de sentimientos ominosos e ideas peregrinas
que al mezclarse con el sofocante calor y el irritante polvo de los caminos
conlleva una mezcla muy inflamable.
Mar
de plástico tiene su punto de partida en la desaparición
de la joven Ainhoa hija de la alcadesa de la localidad justo el día en que
Héctor Aguirre (interpretado por el actor Rodolfo Sánchez) héroe de guerra y
ahora sargento de la Guardia Civil llega destinado para hacerse cargo de la
Policía Judicial. Su estreno no podría ser más apoteósico.
La serie se presenta como un clásico whudunit y alguien del pueblo, alguien además conocido de Ainhoa,
ha de ser el asesino.
Poco a poco van a ir desfilando los personajes
principales que, como no podía ser de otra manera, todos tienen algo que
esconder y todos guardan recelos entre sí. La serie se sustenta en las
personalidades de cada uno y les conforma un pasado y unos intereses que eviten
que el telespectador pueda descartar a ninguno de ellos y en cambio no sospeche
de quien si debería.
Bajo una atmósfera asfixiante y con peleas y rencillas
entre los inmigrantes de distintos orígenes y entre estos y los habitantes del
pueblo, y entre los propios habitantes del pueblo con los gitanos, el mosaico
de plásticos se va pareciendo a un mosaico de violencia que busca bajo la
coartada del odio desplegar las propias frustraciones.
El mar de plástico se extiende como un océano |
Como otras series de Atresmedia el metraje por capítulo,
que suelen sobrepasar los setenta minutos, resulta excesivo así como el número
de estos, trece, rellenos de tiempos muertos que se intercalan entre escenas de
acción y que lejos de aumentar la tensión consiguen disminuir el interés. Hay
largos planos llenos de aburrimiento y otros que repiten el mismo mensaje una y
otra y otra vez.
Por lo demás hay algunas, pocas, interpretaciones dignas
de mención y mucha cara de palo que no trasluce emoción alguna. Además ¿tanto
les cuesta a los actores vocalizar? Hablan casi con la boca cerrada y resulta
dificultoso entenderlos.
Con el descubrimiento del culpable la serie concluye su
recorrido polvoriento y sudoroso y abre las puertas a una segunda temporada al
finalizar el último capítulo con un descubrimiento espeluznante.
La idea y la puesta en escena están bien. Donde falla quizá es en la ejecución final y en alargar las cosas más de la cuenta. Una pena porque apuntaba maneras.
ResponderEliminar¡Un placer leerte como siempre, Jordi!
No te falta razón
EliminarUn abrazo Roberto!
El enfoque de la serie a mí me agradó, aunque también pienso que algunas escenas eran algo difíciles de digerir por su excesivo metraje o por las mil vueltas que a veces daban a las cosas. En ocasiones me sentía algo perdido, y supongo que otras personas tendrían la misma sensación y dejarían de verla o de prestarle atención.
ResponderEliminarUn saludo!
Te abraza de tal modo que más que cariño produce ahogo ... xD
EliminarSaludos!!