lunes, 18 de agosto de 2025

Crimen en alta mar de Robin Forsythe

Cuando Vereker, pintor aficionado aún por despuntar, se deja convencer por su amigo Manuel Ricardo para viajar en un crucero de placer por el Mediterráneo está lejos de sospechar que su otra afición, la de emular a los detectives investigadores de crímenes, va a verse colmada.

Y así sucede, al producirse la muerte de una joven por problemas cardíacos en los primeros días del viaje. Nada hace suponer que no sea de muerte natural, su familia a bordo lo confirma, sino fuera que ha desaparecido un collar de diamantes de gran valor económico y que la finada lucía a juego con su belleza.

Tal hecho dispara la imaginación de Vereker, un diletante sin penurias económicas y con una gran capacidad intelectual, enfocada en la investigación criminal, para relacionar hechos y sacar conclusiones que cuenta con la colaboración de su amigo Ricky, a modo de Watson, un mujeriego y bon vivant con los bolsillos siempre vueltos del revés.

El argumento de Crimen en alta mar está claramente definido en sus aspectos de presentación, nudo y desenlace. Empieza a bordo del lujoso navío Mars, continua en Lisboa y finaliza en Jevington, localidad en plena campiña inglesa.

Los desplazamientos aportan un ritmo dinámico y los cambios de escenario dan pie a apuntes localistas y gastronómicos que complementan el glamur asociado a este tipo de relatos.

Personajes amables, humor inteligente, ambientes elegantes, servidumbre atenta, etiqueta y cortesía, crímenes respetuosos… los ingredientes indispensables e infalibles de la novela criminal británica del siglo de oro, del que Robin Forsythe, su autor, es notable exponente.

Así, la trama funciona como un reloj y como tal es fiable en su capacidad para ofrecer un rompecabezas complejo, que busca entretener y estimular la mente.

Si les va el policial clásico de principios del siglo XX no pueden perderse esta obra. Satisfacción garantizada.

 

 

 

lunes, 11 de agosto de 2025

Asesinato en Rudhall Manor de Anya Wylde

Igual que las óperas tienen su sección bufa, la novela policiaca tampoco evita su versión paródica.

Pero incluso la bufa sigue siendo una ópera; algo que en la parodia policiaca no siempre se consigue. Asesinato en Rudhall Manor es un claro ejemplo de ello.

A Rudhall Manor llega, proveniente de un orfanato, Lucy Trotter para encarar su vida como institutriz. Sobradamente formada culturalmente no encontrará en su nuevo hábitat ocasión de demostrar sus habilidades y además, como la Cenicienta del cuento, será menospreciada por la familia de la mansión y el servicio, enraizado desde hace tiempo.

Por eso al descubrirse el cuerpo apuñalado de lord Sedley, y en paralelo el robo de unas valiosas joyas de la caja fuerte, Lucy se convierte en la sospechosa número uno y la mejor candidata para el verdugo.

A lord Adair, recién llegado y con fama de resolver casos se le encarga la resolución del crimen y la recuperación de las joyas. Y Lucy, cuyo cuello es el que está en juego, realizará su propia investigación por si aquel fracasara.

El romanticismo, lord Adair es un adalid de la belleza masculina y objeto de deseo de toda mujer que lo trata, se alía con lo sobrenatural, los fantasmas existen y se manifiestan, para aportar situaciones en las que el humor toma el timón.

Aún y así la novela no parece sentirse cómoda y su avance es el de alguien que a oscuras pretende encontrar la salida de un enorme salón atestado de muebles.

Un claro ejemplo de que la suma de los factores si altera el producto, y del axioma de que menos, es más.

Anya Wylde aporta su granito de arena al género que queda diluido entre obras de mayor envergadura y consistencia. Su redacción tiende a entrar en bucles espontáneos que, como tapones, impiden el fluir de la trama y se pierde en diálogos, que más parecen soliloquios, que dicen muchas palabras pero que cuentan poco que resulte interesante

En las librerías la encontraran en la sección chic-lit encuadrada como Young-adult.

domingo, 3 de agosto de 2025

Deudas de sangre de Vladimir Hernández

Mercè es una recepcionista de un hotel del eixample barcelonés que ve como su vida da un giro de 180 grados por tomar una decisión en un arranque de valentía con el que agota el cupo que los dioses le han otorgado.

Elenka es una escort de lujo, rusa y subyugada por un poder tan ominoso como poderoso del que solo pensar en librarse ya provoca dolor, aunque sea su solo objetivo, y que está alojada en el hotel donde trabaja Mercè.

Issa es una ex de un cuerpo militarizado cubano de elite a quien los suyos no perdonan que les haya abandonado y por eso lleva tiempo huyendo de todo y de todos sin dejar de mirar atrás.

Tres mujeres, sin nada que les una, van a ver sus destinos confluir de repente y van a depender unas de otras si quieren sobrevivir.

A los thrillers hay que pedirles, pero no exigirles, credibilidad argumental, y sobre todo que haya buenos y malos claramente diferenciados. Buenos tan buenos como para identificarse con su lado vulnerable y desearles una victoria que de por si se antoja imposible, como en este caso donde tres mujeres van a enfrentarse a una rama de la mafia rusa tan poderosa como el ejército de un pequeño país. Y malos tan malos y desagradables como para desearles la muerte no sin antes una buena dosis de sufrimiento que es solo una ínfima parte del que han prodigado generosamente.

Y Vladimir Hernández sabe como dibujar personajes carismáticos.

Deudas de sangre es un thriller que demuestra haber hecho los deberes para obtener tal calificación. Personajes carismáticos, violencia, cadáveres, persecuciones y giros de guion, todo servido a ritmo de vuelta rápida de fórmula 1.

También es otro thriller más con todos los ingredientes que hoy el mercado demanda: protagonistas todas femeninas, guapas, sexis y empoderadas. Más listas, atrevidas y resolutivas que los protagonistas masculinos, todos secundarios, previsibles y testosteronicos. Lesbianismo light y tour nomenclátor por calles y carreteras y topónimos que dan verosimilitud a los recorridos pero que no aportan idiosincrasia argumental más allá de movimiento.

Deudas de sangre es de lectura fácil que les va a entretener, incluso emocionar sin exigirles nada a cambio.

Del mismo autor también reseñadas en este blog y con más enjundia, y por ello más recomendables si cabe, están Indómito y Habana réquiem