Hubo un tiempo en que la parca escribía, con mano firme y descarnada y caligrafía florida, su particular cuaderno de bitácora. Nombres, lugares y otros datos para dejar constancia de su eficiencia y rendimiento productivo.
Hoy en día, alejados del
romanticismo, la evocación de la muerte se ve como un dato estadístico, uno más
en un big data alimentado por miles de operadores y ejecutado por cientos de
procesadores en línea.
La muerte es inevitable, y en
la actualidad no se le dedican odas poéticas y a veces incluso merecida según
el argumento de esta novela Una muerte
merecida que resalta que asesinar solo significa adelantar un hecho que
sucederá igualmente y que anticiparlo puede tener beneficios ya que eliminado
el mal evitadas sus malévolas acciones a terceras personas.
Sea como fuere a la muerte no
se la puede prever con antelación, salvo que se la invoque exprofeso, como se
prevé una borrasca. No hay equivalente al servicio meteorológico en esa materia.
Solo hay una constatación y es
mencionada en esta novela: memento mori,
recuerda que vas a morir.
Estamos ante una novela de
suspense, escrita con varias voces y que mantiene una principal, la de Lily, a
la que siguen otras, en capítulos alternos y con un ligero tiempo de decalaje
que impiden que vayan en paralelo lo que propicia aún más la sensación de
thriller, yendo un paso por delante, viviendo la consecuencia sin casi saber
cómo se ha generado.
Es una de las características
de este autor, Peter Swanson, como ya demostrara magistralmente en Un reloj por corazón.
El arranque de la novela es un
homenaje a Patricia Highsmith y esto es un claro indicativo de hacia dónde va a
ir el argumento y nadie se puede llamar a engaño (incluso para acentuar el reconocimiento,
Lyly, la protagonista, al inicio de la trama está leyendo Las dos caras de enero de dicha autora, aunque el homenaje se
refiera a Extraños en un tren).
Aquí el tren se sustituye por
un avión. Ted y Lily se encuentran en la sala vip del aeropuerto de Heathrow
esperando su vuelo de regreso a Estados Unidos. La charla continúa dentro del
avión, donde también coinciden en primera clase, y deriva hacia el extremo de
planear un asesinato; el de Miranda, la esposa de Ted.
Estamos ante un thriller psicológico, donde el suspense se retroalimenta a cada paso, donde los giros sorprenden hasta echar por tierra cualquier posible anticipación que se hubiera podido prever y obligan a reescribir lo que queda de trama sin certeza de que no haya un nuevo giro que reinicie otra vez.
Peter Swanson se ha asegurado de
que la previsibilidad no tenga cabida en su argumento.
Y aunque la novela no alcanza
la precisión suiza de Un reloj por corazón no desmerece en absoluto y garantiza un largo y buen rato de
lectura y más de un momento de taquicardia.
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