Bandeja de Bento |
La devoción del sospechoso X nos muestra como Ishigami compra cada mañana bento en Benterei lo que le obliga a dar un rodeo considerable en su camino al trabajo. No lo hace por buscar una calidad especial sino por que se lo sirve Yasuko de quien está secretamente enamorado desde que se instalara como vecina en su bloque. Su relación se reduce a esa atención con sonrisa y comentario trivial de dependienta servicial hacia cliente habitual. Combinar bento y amor son dos pilares para una buena historia. Si se le añade un asesinato, es como mezclarla con wasabi.
La vida en oriente tiene otra escala de valores y el respeto y el honor figuran entre los más venerados. Además de la honradez, la humildad, el recogimiento y el trabajo bien hecho. Su concepto de la moral es tan notablemente distinto al nuestro, ni mejor ni peor, que hay aspectos que nos pueden sacudir como una descarga eléctrica y otros en cambio, que a nuestros ojos redondos resultarían risibles los muestran en un altar.
Es normal entonces, entender que su novela negra, novela interrobang, tenga también unos valores distintos a los occidentales y que no sigan el patrón al que estamos habituados.
Parece una obviedad pero es imperioso tenerlo en cuenta siempre que nos enfrentemos a la lectura de una de sus novelas. Generalmente crudas, como el sashimi, pero queriendo significar con ello que no están recubiertas de texto almibarado ni rebozadas de contenidos comerciales ni aderezadas con texto sobrante. El producto tal cual.
No tienen el sabor al que estamos acostumbrados y el que ofrece puede no responder a las expectativas.
La devoción del sospechoso X es todo un éxito literario en Japón, aunque aquí le cueste cuajar. Es una novela bien escrita, de ritmo lento, con profusión de gestos de cortesía y enormes muestras de educación, que va avanzando con poco movimiento físico y mucho componente intelectual.
Keigo Higashino, el autor, ha construido una novela para mentes inquietas y cuerpos en reposo. No es una novela con acción ni callejones oscuros, ni mafias, ni asesinos de gatillo fácil, ni corrupción, ni droga. No es una novela negra, más bien una novela enigma en donde prima la duda en saber quien es más listo y con que razonamiento lo demostrará. Lo importante del investigador es teorizar elaborando hipótesis y comprobar empíricamente su grado de acierto en una especie de juego de gato y ratón con el investigado.
Dos mentes brillantes que inician una partida que ha de tener un solo ganador, o tal vez no, depende de lo que entendamos por ganar. Otro concepto cuyo significado es de difícil equiparación entre oriente y occidente.
Salvando las enormes distancias, pero manteniendo la dualidad intelectual de desafío entre investigado, Ishigami, e investigador, Yukawa, me ha recordado Death Note.
Dos mentes brillantes, muy por encima de la media y cuarto más. Para el investigado todo avanza hacia adelante, para el investigador se impone una trabajada recomposición hacia atrás en busca de una premisa equivocada.
El argumento es claro desde el principio y el asesinato se presenta de inmediato y con él conocemos: los motivos, las circunstancias, el asesino y el arma del crimen. Todo presentado como una bandeja de bento para empezar a comer, para empezar a descubrir como una mente privilegiada es capaz de construir una coartada sólida con una estrategia que sin cambiar los hechos irrefutables, haga que todo pueda parecer distinto.
Buenísima reseña, estoy totalmente de acuerdo contigo, la novela negra japonesa es diferente y quizá por eso me guste tanto. Con este libro sufrí lo indecible, porque, aunque ya sabemos desde el principio muchas cosas se nos escamotea lo principal (gran sorpresa final) y deseamos en todo momento que los asesinos no sean atrapados. Un abrazo
ResponderEliminarEn efecto Carol, el final es agridulce, pero por desgracia lógico para ser coherente con ese modo de pensar y actuar tan propio.
EliminarCoincidimos en ese gusto oriental.
Gracias por comentar!