Marvin el detective tiene una nariz que sangra por nada; de ahí que le moleste enormemente que se la golpeen. |
Marvin era un actor de cine
mudo especializado en películas del Oeste que seguramente la aparición del cine
sonoro, y otras preferencias del público, han desplazado del plató perfectamente
delimitado de los estudios cinematográficos donde se vive la ficción para arrojarlo al plató abierto que
es la vida real donde se vive sin guión ni posibilidad de repetir tomas.
Hoy Marvin es un detective privado
que malvive como buenamente puede ¿hay acaso algún detective privado que no lo
haga? (malvivir me refiero) y que sigue moviéndose entre las gentes del cine
como si estuviera en su casa, ya que su mundo es el del celuloide.
De ahí que el caso que se presenta
en este cómic tenga relación con actores y actrices. Marvin debe investigar la
desaparición de una joven aspirante a actriz; nada extraño en Los Ángeles donde
cada día llegan jóvenes de lugares que casi no existen en los mapas dispuestas
a hacer lo que sea para triunfar en Hollywood, la gran fábrica de sueños donde
pocos se cumplen y acaban haciendo solo lo que sea para mantenerse en el lugar
por si pueden tomar algún tren.
Sueños rotos antes de despertarse.
Ilusiones de niña en cuerpos de mujer mancillados por la soberbia de quienes
están acostumbrados a usar y tirar porqué en Hollywood abundan los carroñeros,
los que envilecen el poder y los que manejan las luces iluminando a su antojo.
Marvin es un detective honrado que
por saber con qué dientes muerde la vida empatiza con los que arrastran marcas de
mordiscos y de ahí que a pesar de saber que el caso que lo emplea no es para enriquecerse y que se va a volver más que
peligroso a medida que avance no piensa abandonar.
Giancarlo Berardi
escribe un guión brillante de aparente sencillez para narrar una aventura de las de antes de cuando Chandler, Hammet y
compañía asentaban los principios de la novela negra. La subtitula El Caso de
Marion Colman como si fuera el inicio de casos de una serie que lamentablemente
no ha tenido continuidad.
Da cancha a la figura del detective
privado que compensa con su verborrea cínica su falta de físico y de pegada y que
no puede esconder ni su sensibilidad ni su humanidad. Con su propio código
moral y su particular manera de administrar justicia.
Un guión perfectamente ajustado a
los clásicos, un homenaje al cine negro. Con suspense, final sorpresivo y donde las artes de todo
detective que se precie salen a relucir.
Marvin el detective, página 17 de El caso de Marion Colman |
Ivo Milazzo dibuja con plumilla con trazo desmañado cuya discontinuidad procura arrugas en la ropa y movimiento fugaz en el gesto y lo hace empleando línea delgada
dejando amplios espacios en blanco en cada viñeta y demostrando conocer el
dominio del claro oscuro al trabajar solo con blanco y negro, sin grises: solo empleados en una evocación fílmica. Remarcable es también su facilidad para cambiar de secuencia y de escenario sin que la línea espacio temporal, alterna tiempo presente y pasado con un preciso empleo de flash-back, donde sucede la parte dramática se vea alterada.
Bajo su aparente simplicidad
encontramos una verdadera delicatesen que hay que saborear como se merece.
Muy fan de Milazzo desde que lo descubrí con Ken Parker.
ResponderEliminar¡Un placer leerte como siempre, Jordi!
Efectivamente una grandísima obra de los mismos autores, aunque el dibujo presenta un registro muy distinto.
EliminarUn abrazo Roberto!
No conocia el blog. Fantástico!
ResponderEliminarIré pasando por aquí ;)
Gràcies! aquí ens trobarem!
Eliminar