lunes, 1 de abril de 2019

El cuarto mono de J. D. Barker

"No hagas el mal".

Infinidad de veces y en modo gráfico o escultórico se ha visto la representación de los tres monos, o los tres monos sabios como también se apodan, del templo japonés de Nikko.

A su postura, al estar el primero, Mizaru (見猿) tapándose los ojos, el segundo Kikazaru (聞か猿) los oídos y el tercero, Iwazaru (言わ猿) la boca se le asigna el significado de «no ver, no oír, no decir» y por extensión se ha entendido como «No ver el Mal, no escuchar el Mal y no decir el Mal»

Hace cinco años que en Chicago campa un cuarto mono encarnado en un serial killer de naturaleza psicópata que, por sus actos, es conocido y temido por igual por toda una sociedad angustiada.

Su modus operandi consistente en secuestrar y realizar tres envíos por correo a las familias con partes de su víctima en blancas cajitas, en la primera una oreja, en la segunda los ojos y con el envío de la tercera la lengua, lo que significa que la muerte ya ha sido certificada. Tres envíos evocando a Los tres monos.

El calificativo, Cuarto Mono, asociado a “No hacer el mal”, se lo asigna el detective de homicidios del cuerpo de policía de Chicago Sam Porter, incansable perseguidor, por datos relacionados con la investigación y la morbosa relación que se acaba estableciendo después de tanto desgaste y tiempo dedicado a este asesino.

Los tres monos de Nikko
Y ahora se halla un cadáver atropellado por un autobús que podría ser el de este escurridizo genio del mal. Y al ser portador de una cajita blanca con una oreja, primer mono, todo hace presagiar que hay una víctima aún con vida y la prioridad es su rescate.

Y en este principio, cuando otra novela debería acabar, es cuando en realidad todo empieza. Búsqueda de pistas y datos que permitan averiguar su personalidad y que expliquen sus actos y el criterio de elección de sus víctimas para descubrir con vida a la propietaria de ese apéndice humano.

Y a lo largo de la trama giros y más giros que no dejan ni un respiro.

J. D. Barker ha escrito un thriller que presenta una trama terriblemente adictiva a pesar de no presentar nada que lo diferencie en demasía de tantos otros publicados. Los tópicos actúan a modo de Glutamato monosódico, ese polémico aditivo que nos hace repetir las lecturas aún a sabiendas que es él y no el argumento el que atrapa.

¿Puede un psicópata ser un justiciero? Si lo es ¿sigue siendo psicópata?

J. D. Barker
La novela alterna la narración omnisciente con la transcripción de un diario, de contenido espeluznante, perteneciente al asesino, donde pretende justificar sus actos por su condición, a su vez, de víctima. Ese cambio de voz, que, salvando las distancias, tiene cierto regusto a “El Coleccionista” acentúa el comportamiento psicópata y la elevada inteligencia de una mente privilegiada que ha elegido matar.

El resultado es notable y relevante presentando una trama más compleja que la media de este género y un equilibrio entre la parte procedimental y las secuencias de acción, que se reparten adecuadamente empleando tensión y suspense cada vez que conviene y cada vez que un nuevo giro lo requiere.

La cadena CBS ha comprado los derechos y pronto en pantalla dirigida, si no cambia nada, por Marc Webb. Y en EEUU ya se ha publicado la segunda novela de lo que promete ser una serie best-seller.

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