"No hagas el mal". |
Infinidad de veces y en modo gráfico o escultórico se ha
visto la representación de los tres monos, o los tres monos sabios como también
se apodan, del templo japonés de Nikko.
A su postura, al estar el primero, Mizaru (見猿) tapándose los ojos, el
segundo Kikazaru (聞か猿) los
oídos y el tercero, Iwazaru (言わ猿) la
boca se le asigna el significado de «no ver, no oír, no decir» y por extensión se
ha entendido como «No ver el Mal, no escuchar el Mal y no decir el Mal»
Hace cinco años que en Chicago campa un cuarto mono encarnado
en un serial killer de naturaleza psicópata que, por sus actos, es conocido y
temido por igual por toda una sociedad angustiada.
Su modus operandi consistente en secuestrar y realizar tres
envíos por correo a las familias con partes de su víctima en blancas cajitas,
en la primera una oreja, en la segunda los ojos y con el envío de la tercera la
lengua, lo que significa que la muerte ya ha sido certificada. Tres envíos
evocando a Los tres monos.
El calificativo, Cuarto
Mono, asociado a “No hacer el mal”, se lo asigna el detective de homicidios
del cuerpo de policía de Chicago Sam Porter, incansable perseguidor, por datos
relacionados con la investigación y la morbosa relación que se acaba
estableciendo después de tanto desgaste y tiempo dedicado a este asesino.
Los tres monos de Nikko |
Y ahora se halla un cadáver atropellado por un autobús que
podría ser el de este escurridizo genio del mal. Y al ser portador de una
cajita blanca con una oreja, primer mono, todo hace presagiar que hay una
víctima aún con vida y la prioridad es su rescate.
Y en este principio, cuando otra novela debería acabar, es
cuando en realidad todo empieza. Búsqueda de pistas y datos que permitan
averiguar su personalidad y que expliquen sus actos y el criterio de elección
de sus víctimas para descubrir con vida a la propietaria de ese apéndice humano.
Y a lo largo de la trama giros y más giros que no dejan ni
un respiro.
J. D.
Barker ha escrito un thriller que presenta una trama terriblemente
adictiva a pesar de no presentar nada que lo diferencie en demasía de tantos
otros publicados. Los tópicos actúan a modo de Glutamato monosódico, ese polémico
aditivo que nos hace repetir las lecturas aún a sabiendas que es él y no el
argumento el que atrapa.
¿Puede un psicópata ser un justiciero? Si lo es ¿sigue
siendo psicópata?
J. D. Barker |
La novela alterna la narración omnisciente con la
transcripción de un diario, de contenido espeluznante, perteneciente al asesino,
donde pretende justificar sus actos por su condición, a su vez, de víctima. Ese
cambio de voz, que, salvando las distancias, tiene cierto regusto a “El Coleccionista” acentúa el comportamiento
psicópata y la elevada inteligencia de una mente privilegiada que ha elegido matar.
El resultado es notable y relevante presentando una trama
más compleja que la media de este género y un equilibrio entre la parte procedimental
y las secuencias de acción, que se reparten adecuadamente empleando tensión y suspense
cada vez que conviene y cada vez que un nuevo giro lo requiere.
La cadena CBS ha comprado los derechos y pronto en pantalla
dirigida, si no cambia nada, por Marc Webb. Y en EEUU ya se ha publicado la
segunda novela de lo que promete ser una serie best-seller.
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