Ulysses D’eath, un detective racionalista, va a enfrentarse en un singular duelo con Delynne Sutherland, una médium, que proclama la verdad del espiritismo.
Ambos, junto con unos pocos elegidos
acompañantes, van a permanecer aislados en una mansión situada en una solitaria
isla, donde van a practicar sesiones en las que D’eath espera desenmascarar a
la vidente y demostrar al público la falsedad de dicha práctica.
Partiendo de esta premisa que nos retrotrae a cuando Houdini y Doyle se enfrentaban por la misma razón.
Cuando el ilusionista ridiculizaba a supuestos videntes y médiums a los que retaba a comunicar un peculiar mensaje, y Doyle se empeñaba en creer en todo lo sobrenatural incluidas la hadas.
El guión se enrosca para añadir el suspense propio de la
famosa novela policíaca 10 negritos, de la sin par Agatha Christie, al tomarle
prestado el aislamiento insular, las invitaciones selectivas y la constatación
de que entre el grupo hay un asesino.
Una intrigante historia cuya tensión va in crescendo y culmina en un doble final en el que se dirime el duelo entre la lógica y la fe, y se resuelve el caso criminal; y a la vez se abre la puerta a una nueva entrega igual o más apasionante.
José A. Fideu se encarga del guión que, aunque
no resulte muy original, consigue que hilvane bien todos los hilos para
mantenerlo cohesionado y no mostrar fisura alguna, aunque la confesión de
D’eath peque de melodramática. A la trama principal, le añade una subtrama en
paralelo que no es sino el embrión de un nuevo caso para D’eath que pone los
dientes largos a los lectores.
Y Vicente Cifuentes ofrece un dibujo trabajado
y preciso, buena ambientación de época, paleta de colores adaptada a cada
secuencia, muy similar a la empleada en su obra Whodunnit, e idéntica variedad en las
expresiones y los gestos que confieren esa actividad propia de los seres vivos
aunque que sea en plano bidimensional. Solo, por mejorar algo, algunas barbas de
trazo demasiado recto y uniforme desdicen lo anteriormente expuesto. Un trabajo
que entra bien por los ojos y satisface plenamente a quien lo mira.
La edición a cargo de Serendipia cuida hasta el mínimo detalle, así que el libro resultante en formato y continente tiene todo lo que se le debe pedir a una obra de calidad.
Hay que seguir a D’eath y a este tándem de creadores que prometen una serie llena de misterios y sobresaltos al más puro estilo de las novelas enigma de la Edad de Oro del policial británico.
Esto no
ha hecho más que empezar. Afortunadamente.
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