Campiña inglesa, turístico castillo en ruinas, pueblo de bolsillo, un concurrido pub y unos terrenos que se extienden hasta el Canal de la Mancha, conforman la parroquia de Castillo de Corfe en el condado de Dorset. Una región donde primero untan la mermelada y luego la nata por encima.
La inspectora Lesley Clarke ha elegido este
destino antes que una jubilación anticipada, que es la otra alternativa, como
lugar para recuperarse de su último caso, en el que ha estado a punto de perder
la vida y que le ha dejado como recuerdo un diagnóstico de estrés
postraumático.
Castillo de Corfe se antoja como idóneo, por su
bajísimo índice de criminalidad.
Lo que nadie, ni sus superiores, ni ella, ni su
familia, ni los lugareños, puede imaginar es que su llegada coincida con un
asesinato y que no va haber tiempo de pasear y aclimatarse.
Un miembro de un equipo de arqueología que está
excavando en la zona, aparece muerto en un terreno protegido por una carpa.
Lesley ha de comandar un peculiar, aunque
rigurosamente profesional, equipo formado por un sargento y dos cabos, que pese
el lógico rechazo inicial, pronto se adapta a los nuevos requisitos exigidos
por la nueva jefa.
Lesley muestra la prontitud y exigencia de
quien ha trabajado en ciudad desbordada de casos. Su lenguaje es directo y
callejero. Su método de trabajo es minucioso sin permitir que prejuicios,
suposiciones o intuiciones se antepongan a las pruebas.
Pero demuestra suficiente comprensión, paciencia y capacidad de adaptación como para no entrar como elefante en cacharrería.
Rachel Mclean muestra
en el diseño de sus personajes su punto fuerte y se maneja bien eligiendo el
ritmo para cada cual e integrándolos en el de la trama, que se presenta bien
planteada y termina bien cerrada.
Los crímenes del Castillo es una novela policiaca de procedimiento y comportamiento rural y es la primera novela de la serie Inspectora Lesley Clarke que ya tiene tres títulos publicados.
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