Novela negra, espesa y humeante como el asfalto recién vertido. |
Sentados sobre la placa tectónica de Nazca que choca contra
la placa Sudamericana (en Chile, en los últimos 200 años, se han registrado
hasta 97 terremotos con una magnitud mayor a siete grados, y 18 mayores a ocho
grados) encontramos a nuestros protagonistas: al narcotráfico chino, a ultraderechistas dispuestos a
limpiar la sangre nacional eliminando la inmigración y a un detective que solo
necesita una chispa para inflamarse y a un jefe que protegiéndolo se protege a si mismo, o eso cree.
Santiago Quiñones en un tira, un detective de la policía,
que encarna al perdedor accidental. Es el epicentro de este terremoto y nunca
mejor dicho.
A partir de una decisión que se le antoja lógica aunque
luego no lo fuera tanto, el destino lo encadena a otras vicisitudes que lejos
de mejorar su situación tienden a empeorarla cada vez más y es que las
desgracias son como los zapatos: van a pares y de dos en dos.
Santiago está en medio de una separación conyugal que no lo parece, cuida o no lo parece de un padrastro y descubre un cadáver con un sospechoso que no lo parece. Como el refrán: oro parece plata no es, ¿qué es?; es tan evidente el significado que se tiende a buscársele otro más complejo. Y es que los hechos son simples y solo las interpretaciones y las explicaciones complejas.
La novela es intensa en todo su despliegue argumental y
sostiene que, al igual que un terremoto fractura tierra, asfalto y edificios,
el egoísmo y el fanatismo actúan fracturando la sociedad, cuando no los celos y el sentimiento de posesión.
Santiago Quiñones es un antihéroe que va dando bandazos
como las rachas de lluvia a merced del viento. Avanza porque no puede retroceder.
No sabría cómo hacerlo. Acarrea sobre su espalda sus desaciertos como si fueran
los males del mundo y los traspiés lo vuelven errático y peligroso. Peligroso para los demás y para si mismo.
Boris Quercia |
Una novela noir con denominación de origen. Genuina, retoño
de aquel hard boiled que levantó la cabeza para no volver a agacharla.
Esplendida en su magnitud emocional y en su despliegue de infortunios.
Una novela que aconseja, sugiere, exige ser leída. Ni lo
duden.
Yo voy a completar, en breve, la lectura de la trilogía con la primera en abrir
fuego que fue Santiago Quiñones, tira (2010) y con la segunda Perro
muerto (ganadora del «Gran Premio de Literatura Policial 2016» en
Francia a la mejor novela extranjera). Ya les contaré.
Existe serie de televisión adaptada por el propio autor, supongo que dificil de encontrar y visualizar por este continente pero valdrá la pena intentarlo.
Existe serie de televisión adaptada por el propio autor, supongo que dificil de encontrar y visualizar por este continente pero valdrá la pena intentarlo.
Post scriptum: pinchen aquí para ver la reseña de las dos primeras novelas de esta trilogía: Santiago Quiñones, tira y Perro muerto.
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