Santiago Quiñones, tira, detective, tiene abono de ida y
vuelta al infierno. Sus fortalezas le hacen asomar cabeza y luchar por escapar
de él; sus flaquezas le agarran por los cabellos de esa cabeza que asoma y
empujan hacia abajo con tanta fuerza que si se resiste acabará con el cuello
quebrado. De ahí que ceda con rapidez a las tentaciones y se regocije en sus
debilidades y en los placeres, efímeros y culpables, que esas le prodigan.
Santiago es un detective que solo da cuenta de sus actos a
sí mismo y ni eso o no siempre. Sus métodos y sus normas, son las que hay pero pueden ser
otras, como decía Groucho, todo depende de con quien esté y que esté haciendo. Investigar, follar, matar,
beber, esnifar, todo vale, todo sirve, todo existe. ¿Para qué quieres la vida
sino es para vivirla?
Santiago
Quiñones, tira, es la primera novela de una visceral trilogía
que sin resonancia mediática que la divulgue aguarda sin prisa esperando ser
descubierta, para posicionarse en el debido lugar que le corresponde: al lado
de los grandes clásicos de la novela negra, al lado de los mejores. Es noir duro, clásico revisitado, hard
boiled, realista. Es pura pasión. Piel.
Historia y vida de un detective. Sus casos, sus desvaríos, sus miedos, sus amores, sus rencores, sus inquietudes, sus deseos, sus debilidades. Su todo y su nada, de principio a fin. Argumentos complejos desparramados en dramas sociales.
Santiago Quiñones es un personaje exasperadamente humano lo
que explica que sea un ser tan desilusionado. Una persona de papel; un perdedor
que va por la vida sin temor a que esta lo atropelle. O tal vez es lo que desea
sin saberlo o sin querer reconocerlo.
En estas dos novelas, Santiago
Quiñones, tira y Perro muerto,
primera y segunda de la trilogía el sello del autor queda patente. Novelas
breves, argumentos densos, ambientes tensos, párrafos cortos y ritmo vertiginoso.
Boris
Quercia nos ofrece a Santiago Quiñones como guía para acompañarnos,
en un baño de realidad tragicómica, por ciudades de Chile, este país que ocupa
la estrecha franja costera que separa el cono sur americano del Pacífico.
Aunque de Pacífico poco, como los argumentos que describen los ambientes y la
subcultura por donde se mueve el detective.
Las calles del centro de la ciudad son claramente el personaje subyacente de toda la trama y conforman el carácter de sus habitantes y explican y relatan sus historias. No son postales para turistas, son fotos para noticiario. De sucesos. Crónica Roja.
Inexplicable que esta trilogía haya pasado desapercibida.
Recomendadísima, y no suelo enfatizar; no lo duden ni un instante.
Bajo el título de Tira,
estas dos primeras novelas de la trilogía se adaptaron a serie televisiva en
2019. Una temporada de ocho episodios.
Aquí la reseña de la tercera y última entrega, protagonizada por Santiago Quiñones, La sangre no es agua
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