viernes, 8 de noviembre de 2013

Muerte entre los viñedos de Jean Pierre Alaux y Nöel Balen

Una mañana de diciembre Louis y Léonie Lacombe, matrimonio septuagenario, aparecen dormidos, juntos, en su cama, en ese particular sueño del que ya no se despierta. Y por los visibles signos de estrangulamiento en ambos queda claro que su paso al sueño eterno ha sido inducido.

En primavera habían celebrado sus bodas de oro (lo que explica el título original: Noces d’or a Yquem) y en el pueblo nadie entiende que les haya pasado algo así, ni sospechan quien ni por que puede haberlo hecho.

La estimada pareja solo tiene a Léa por todo familiar, su nieta, ahora mayor y alejada, que cuando tenía solo dos años le dejaron su hijo Pierre y su mujer Françoise el día que decidieron suicidarse por no poder afrontar su catástrofe financiera.

Treinta años trabajando para el señor conde. En Yquem. Treinta años doblando el espinazo en el Sauternais donde se vendimia recogiendo grano a grano: pepitas de oro en forma de uvas. 

Treinta años llenos de recuerdos que los identificaban como vendimiadores de élite.

Treinta cosechas de Château d’Yquem. Esa peculiar bodega cuyos vinos, sobre todo los que tienen antigüedad de varias generaciones, son considerados obras de arte y cuyos precios pueden alcanzar las nubes.

Benjamin Cooker, es un prestigioso enólogo británico que pasa más tiempo en Burdeos que en el nebuloso Londres, es el autor de la Guía Cooker de vinos, y usa, para sus anotaciones, una pluma estilográfica Parker (todo un guiño) regalo de su hija Margaux (otro más).

Tiene además del vino, la comida y los puros una morbosa afición por inmiscuirse en intrigas policiales de casos delictivos, por lo que al enterarse del suceso del matrimonio Lacombe y con la ayuda de su joven aprendiz y también enólogo Virgile Lanssien no pierde un instante en investigar el asunto.

Cuenta con el consentimiento tácito del comisario Barbaroux, amigo y contertuliano, y el caso lo lleva a regresar, con gran placer, a una de sus zonas vinícolas preferidas.

La novela habla del Sauternais y de como se alían la niebla y el sol para ir provocando esa sublime podredumbre tan imprescindible para que el milagro se produzca y de unos simples granos de uva, convenientemente mimados y algo de misterio, se acabe obteniendo un zumo denso de increíble y delicioso aroma. Oro liquido. Otrora clara respuesta a la búsqueda incesante de los alquimistas.

La novela habla de los procesos de transformación y crianza, de los graduales cambios perfectamente supervisados, de los aromas vegetales primero a los frutales después para acabar dando paso a unos ligeros especiados suaves. Y de como las añadas ofrecen sutiles variaciones en su sabor y en la presencia de mayor o menor contenido aromático incluso de maderas.

Lamentablemente la novela olvida rápidamente la trama policial que queda en un segundo plano y que va resolviéndose casi por si sola, relegada, ante esos pesos pesados, como si fuera un simple vino de mesa.

Se espera más de una primera novela policíaca de lo que ésta ofrece. A lo mejor es una cepa recién plantada y hay que esperar aún un tiempo a que evolucione y nos de frutos. En esta primera cepa, la poda se ha hecho mal, la recolección a destiempo, el despalillado sin pulcritud, la barrica demasiado usada y el tiempo en botella insuficiente. El resultado es un vino, perdón, una novela sin los aromas ni el sabor que hubiera tenido con un tratamiento más criminal.

Como sea que esta novela interesará más por su contenido enológico que policial (es una de esas novelas ideal para ser bebida más que leída), se recogen aquí la mayoría de referencias vinícolas citadas (no olviden que en Francia tiene más importancia la bodega y el terroir, que el propio nombre del vino, de ahí que cuando se hable de ellos se cite indistintamente uno u otro): Lillet, Château Rieussec, Cahors, Château de Rayne Vigneau, Saussignac, Châteu de France, Mas Amiel y por supuestísimo Château d’Yquem.

La novela es un canto al vino Sauternes. Páginas y páginas enteras elogiando y describiendo el paisaje de la región, sus colinas, su climatología, esos bancos de niebla tan pronto densa como deshilachada, sus cultivos, cuidados, recolección y proceso de fermentación y como no las notorias sensaciones en vista, nariz y boca y el proceso de cata para su degustación y disfrute.

Por lo que si son de la opinión, como yo, de que un buen Sauternes es uno de los mejores vinos que se puede y se debe beber, esta es su novela. Para leer policial hay que buscar en otras partes.

Para Benjamin Cooker, el enólogo detective protagonista de esta novela Muerte entre los viñedos, y de toda la serie: “la verdad está al fondo de la copa”. Es su opinión y la comparto, claro que siempre que sea yo quien la haya vaciado.

Más de veinte novelas escritas por Jean Pierre Alaux y Nöel Balen y protagonizadas por este cincuentón barrigudo y sus correspondientes adaptaciones televisivas ‘Le sang de la vigne’ lo han convertido en una suerte de nuevo Maigret para los franceses. Sus razones tendrán. Aquí les dejo un enlace para conocer más sobre ello. 

Que ustedes lo beban bien.


Tengo en el botellero la segunda novela de la serie esperando ser descorchada: La misteriosa botella de Petrus; ya les contaré a que sabe. El Petrus no, la novela. Mi presupuesto solo alcanza para el papel. El de la etiqueta quería decir.

lunes, 4 de noviembre de 2013

El guardián invisible de Dolores Redondo y los txantxigorri

El guardián invisible es una novela que revela una vida rural, llena de leyendas y recuerdos infantiles donde la naturaleza es un juguete más con el jugar. Pero no todo lo vivido en esa época son nubes de algodón azucarado los hay también dolorosos y tremendos; y los exorcismos, para que funcionen, deben realizarse allí donde se fraguó el mal que los creo.

Por eso este retorno a la naturaleza, a su pueblo, a su hogar resulta para la inspectora Amaia Salazar algo más que la investigación de un caso de asesinato, es, para bien y para mal, el enfrentamiento a sus miedos y a su dolor.

Novela negra rural que transcurre en Elizondo y a orillas del Baztán y nos presenta sus ambos lados: el ecosistema forestal salvaje y agreste, habitado por peculiares inquilinos, como un basajaun huidizo; y el ecosistema rural civilizado y domestico habitado por envidiosos vecinos, como una comadre omnipresente.

Al primer asesinato le sucede otro y la secuencia tiene aspecto de no detenerse por voluntad propia sino media la voluntad policial y en eso están la inspectora Amaia Salazar, el subinspector Jonan Etxaide, el inspector Fermín Montes y el doctor Jorge San Martín, siempre con actitud docente, y otros policías adscritos al caso, dispuestos a detener a esa mano capaz de arrancar la vida a niñas que aún no han empezado a vivirla.

La intriga no abandona la lectura, pero la tensión no dispara pulsaciones ya que se presenta demasiado relajada para la temática que supone y pasa a segundo plano más veces de las que desearíamos ante la necesidad infructuosa de consolidar el personaje de Amaia.

El argumento se acompaña del misterio de lo sobrenatural y también tienen su presencia seres mitológicos que están para enseñar que no hay que temer a lo desconocido y si en cambio a los conocidos, a modo de fábula pero sin profundizar dándole un toque pueril en lugar de antropólogico.

En El guardián invisible se intenta ensamblar una investigación criminal con un ejercicio de superación personal y con mitología de gran calado y terminada la lectura tal vez la idea fuera buena pero el resultado podría haber sido aún mejor.

La redacción de Dolores Redondo presenta una prosa pausada, sensible en las descripciones tanto de los rincones boscosos como de las macabras sorpresas que encierran, pero concisa y rigurosa en los términos criminalísticos, aunque a veces emplee un tono conferenciante que distorsiona el ritmo narrativo o un registro de trascripción enciclopédica que chirría.

Veremos como ha evolucionado la autora y el Baztán en la segunda novela de esta trilogía, anunciada para mediados de este noviembre. Y veremos también si el aspecto mitológico va a más ya que ahí puede residir un hecho claramente diferencial con otros autores y la mezcla de fantasía y novela negra puede enganchar algunos lectores y alejar a otros.

Los txantxigorri (y no txatxingorri como erróneamente aparece escrito en la novela; y no es la única palabra) es un pastelito típico de Navarra que tiene gran relevancia en el transcurso de la novela. Por si se atreven a cocinarlo a continuación tienen la receta.

Ingredientes:

2 cucharadas de mantequilla
350 gr. de harina
2 huevos
125 gr. de azúcar
200 gr. de chicharrones
Levadura
Ralladura de medio limón

Elaboración:

Tamizar la harina sobre la superficie de trabajo y agruparla en forma de nido de volcán que contenga los huevos, el azúcar, la mantequilla, la ralladura del medio limón, la levadura y los chicharrones previamente picados finamente.

Trabajar la mezcla con las manos hasta conseguir una masa moldeable y dejarla reposar durante 5’ tapada con un paño de cocina limpio.

Coger bolas pequeñas y formar tortitas redondas y delgadas del diámetro de un vaso y ponerlas en una bandeja de horno previamente engrasada.

Introducir la bandeja en el horno dispuesto ya a una temperatura de 180º y hornear durante unos 25’ hasta que queden doradas.

Se sirven frías.


Como frío me he quedado, con el post ya a punto de subir, con lo descubierto en El blog asustado (con ese nombre que se podía esperar!), a propósito de unos párrafos de la redacción de esta novela. Esto no es bueno para nadie. Pinchen aquí, lean y juzguen.

El link anterior ha dejado de estar operativo, aquí hay otro, comprueben si estamos o no ante páginas plagiadas https://undialeiunlibro.blogspot.com/2015/03/dolores-redondo-el-guardian-invisible.html

viernes, 1 de noviembre de 2013

Crimen en el paraíso, temporada 2

Una plantación con casa colonial, familia enfrentada y trabajadores nativos; una clínica de cirugía estética y sus ricos pacientes; un convento y sus religiosas; un campamento en la selva con buscadores de tesoros de piratas; un barco espectáculo y las envidias entre cantantes; una casa alquilada por vacaciones y el riesgo de tomar el sol en exceso; una estación meteorológica, sus estudiantes y el aviso de un huracán y por último una fiesta recaudadora de fondos en la que se recauda un cadáver.

Estos son los escenarios donde transcurren los 8 capítulos de la 2ª temporada de Crimen en el paraíso.

Escenarios en los que se suceden los crímenes que investigan el cuerpo policial de Saint Marie, formado por el inspector Richard Poole, la subinspectora Camile Bordey, y los oficiales Dwayne Myers y Fidel Best. Un Fidel más puesto que la anterior temporada y que por cierto se pasa la serie sacando tiempo de sueño para preparar su examen de subinspector.

De nuevo una tanda de episodios whodunit, ya saben ese género policial de novela enigma encumbrada en la conocida edad de oro británica, donde lo más importante es saber quien lo hizo, como y porqué, como si no fuera más que un problema de lógica a resolver por el razonamiento deductivo a partir de la observación y el despeje de incógnitas.

Crimen en el paraíso nos sumerge de nuevo en la atmósfera colonial y el clima caribeño de la isla de Saint Marie. De nuevo el ritmo cadencioso, el colorido y la sensualidad. De nuevo la sensación de eternas vacaciones para todos menos para uno que sigue añorando otra atmósfera, otro clima, otro ritmo, otra vestimenta, aunque se mantenga fiel al look british de la city, y otra manera de relacionarse menos familiar.

El inspector Richard Poole no acaba de adaptarse a su nuevo habitat y ya se sabe que adaptarse es sinónimo de poder continuar viviendo, por lo que para este británico encerrado en si mismo, que se esfuerza para no desentonar aunque no lo consiga, su vida es el infierno en la tierra. Y no solo por el calor, que también.

Por suerte para él, y para la buena armonía de su equipo, su rigor profesional, su método científico y su vocación por el servicio están por encima de toda necesidad y vanidad personal y el estímulo que cada caso obra en su vitalidad mantiene su vigor existencial hasta el punto que a veces hasta parece que esté próximo a sonreír a pesar de su caracter huraño, su sentido del decoro y urbanidad y su prácticamente inexistente sentido del humor.

Los casos y los episodios finalizan siempre con un momento de camaradería y relax en los que el inspector Richard Poole mantiene su inalterable pose a pesar de las directas interpelaciones e indirectas y sensuales sugerencias de la subinspectora Camile Bordey que desearía de él más que una compañía laboral y que ya no sabe como hacérselo entender. O tal vez Richard entiende más de lo que parece y no quiere darse por aludido.

Sea como fuere se llega al último episodio de la segunda temporada con un viaje de final incierto que obliga a esperar hasta el último mínuto para conocer el desenlace.


La serie mantiene la línea marcada en la primera temporada y mantiene también sus expectativas que no son más que ofrecer un rato de entretenimiento y diversión envueltos en un entorno amable amenizado por música bailonga.

8 episodios de una serie policial con casos a la antigua usanza. Con un inspector a la antigua usanza. Una serie para relajarse, desconectar y soñar con unas vacaciones en el paraíso. Con o sin crímenes.

Recuerden pinchando aquí la reseña de la 1ª temporada.

Y pinchando aquí la reseña de la 3ª temporada con muchas novedades y para no ser menos la 4ª temporada aún con más novedades. Y la 5ª temporada.

domingo, 27 de octubre de 2013

Mazapán amargo de Joaquín García y Santiago Sastre y Las Carcamusas

A nadie le amarga un dulce excepto que sea amargo de por si, como sucede con esta variedad de mazapán amargo y al que pretende emular el argumento de esta novela al ofrecer una golosa imagen externa jugando con el título y esconder en su interior una realidad muy distinta.

En Mazapán amargo, el inspector jefe Martín Aldana, recién llegado a Toledo, proveniente de su anterior destino en Marbella, se enfrenta a un caso de asesinato por arma blanca. La víctima es un joven empleado en un museo al que han encontrado muerto y desnudo en la zona del Valle, balcón alejado de la urbe con vistas privilegiadas sobre la Ciudad Imperial y el Tajo, y frecuente lugar de encuentro nocturno de parejas.

Volviendo a Toledo, Martin Aldana ha regresado a sus orígenes y recuerda con nostalgia y cierto reparo su niñez en casa de su abuela situada en el casco histórico, por eso ahora se ha instalado, con su mujer Carmen, en uno de los barrios nuevos de la ciudad: un modo de alejar sus recuerdos. Recuerdos enraizados en la guerra civil, familias pertenecientes a uno u otro bando, por las circunstancias o por la elección personal, cuyos desconocidos motivos pesan durante generaciones.

Los motivos de su regreso tampoco son dignos de recuerdo más bien motivo de olvido y de superación para no caer en la degradación personal. Superar lo de Marina. Superar su adicción a la bebida. La convivencia marital, por todo lo anterior, es motivo también de preocupación y tratamiento in extremis para reflotar un hundimiento inminente.

La entrega absoluta a la investigación en marcha adormece los recuerdos y no permite pensar en otra cosa que no sea la resolución del crimen. Y el implante que le supone su nueva ubicación, desesperado por no encontrar reciprocidad y simpatía ajena en su forma de ser y en sus gustos le encierra en un círculo en donde solo existe trabajar y trabajar, dejando dentro ansias insatisfechas.

El Toledo castellano, con todo el sentido histórico de la palabra, referente de artistas y realeza, activo protagonista de la indeseada guerra civil, de las tradiciones castrenses, del arraigo religioso y de las devotas cofradías se enfrenta a los nuevos tiempos con voluntad de sobrevivir, aunque eso signifique reconocer y asumir errores y suponga erradicar los grupos neofascistas y homófobos que campan a sus anchas anclados en ese pasado que la capital pretende superar. Y signifique comprender que La Ciudad Imperial no es el ombligo del mundo y que no todo lo que viene de fuera ha de ser malo y que hay mucho que aprender.

Ildefonso el joven asesinado es un ejemplo de ese intento de renovación, religioso confeso y homosexual. Un cuerpo en el que convivían, a decir de las gentes devotas, el demonio y el ángel. Un apasionado de la teología, la filosofía, la historia y la poesía. Seguramente su forma de ser y de pensar ha tenido que ver en su muerte y por eso Aldana centra la investigación en el entorno familiar y laboral de la víctima mientras sufre en propias carnes la violencia intransigente.

Joaquín García y Santiago Sastre los autores de la novela no pueden negar ser toledanos y no han podido evitar plasmarlo en la novela aunque les ha faltado medida: de tanto querer convertir a la ciudad en un protagonista más han ahondado en exceso en ubicaciones localistas de callejero cuando debieran haberlo hecho en sensaciones, siempre difíciles de transmitir.

Y tanto destacar las habilidades, tópicamente importadas del inspector: cincuentón, abogado, entendido en arte, en gastronomía, en vinos, en música, buscando darle personalidad propia, dejan a la novela y a la ciudad con un regusto provinciano que seguramente no tiene. Aunque probablemente haya habido intención de guiños a clásicos, más cercanos de lo que podamos pensar, el resultado queda amañado.

La BSO de esta novela está compuesta por:

Las canciones de Melody Gardot
Las Cantatas de Bach (la 82 por ejemplo)
Hoy puede ser un gran día de Serrat
Quiet nights de Diana Krall y en especial La garota de Ipanema
Nights Sounds de Toni Solà i Ignasi Terrats trio

Y aunque son varias las comidas servidas en la novela destacamos por su tipismo a las carcamusas de la que hemos buscado su receta y que les invitamos a probar con moderación, por su condición de bomba calórica:

Ingredientes para 4 personas:

¾ de kilo de magro de cerdo
2 dientes de ajo
1 guindilla (o más si apetece)
2 cebollas medianas
16 rodajas de chorizo (dulce o picante al gusto)
3 cucharadas de aceite de oliva
1 vaso de vino blanco
Salsa de tomate (mejor casera)
200 gramos de guisantes
2 vasos de agua
Una pizca de sal

Preparación:

Pochar en una cazuela de barro con aceite los ajos laminados y las cebollas a rodajas y la guindilla; en cuanto tome color añadir la carne cortada en dados y sofreír removiendo para facilitar la cocción.

Una vez dorada la carne echar el chorizo sin dejar de remover; añadir el vino blanco y en cuanto evapore el alcohol poner unas cucharadas de salsa de tomate al gusto y antes de que espese añadir el agua y los guisantes y la sal y llevar a ebullición suave hasta la cocción adecuada de estos.

En cuanto a la novela, pinchen aquí para ir al sitio web de los autores y para leer los dos primeros capítulos. http://www.mazapanamargo.es/

Y si la leen ya nos dirán su opinión. A mi, particularmente, el mazapán me gusta dulce.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Cubiertas de novela negra, novela interrobang

Compromiso total, la
cubierta se entiende al
terminar la lectura.
Al hilo del magnífico trabajo de Fernando Martínez “Montecruz” ilustrador de algunas cubiertas de las novelas de Alexis Ravelo me decido a publicar este post escrito y reescrito constantemente al que hace tiempo que le tenía ganas y entre lectura y lectura se iba quedando arrinconado.

Debatir sobre como condicionan las cubiertas de los libros su venta, es un sinsentido puesto que su evidencia no deja lugar a dudas. Deseamos por los ojos y luego decidimos con el razonamiento ergo no compramos por los ojos pues evidentemente aplicamos criterio, pero una buena cubierta puede atraer la mirada y despertar un interés que de otro modo hubiese podido pasar desapercibido

Por tanto no podemos evitar sustraernos al color, al diseño y a la
forma; pero este debate no es el propósito del post, sino el denunciar
Aunque el diseño sea
genérico la ilustración
ad-hoc le da un plus.
lo poco que evidencian del contenido argumental las cubiertas de hoy en día. Lo poco que se integran para dar coherencia al todo y lo poco atractivas e imaginativas que resultan.

Innegable es que nuestra forma de vestirnos o de vestir nuestra casa dice mucho de nosotros. Una cubierta debería decir lo mismo de la lectura que atesora.

Cubiertas que no portadas como erróneamente solemos llamarlas y como explica sucinta pero claramente la Wikipedia en este articulo.

Los estuches de películas, antes en VHS y ahora en DVD, lo tienen fácil una reproducción de cualquier edición del cartel del estreno (de lo que daría también para varios post!) y un par de fotogramas en el reverso y listo.

Realizada ex-profeso y
perfectamente adaptada al
contenido.
Para cómics, es elemental, el tandem dibujante-guionista es el primer interesado en ser fieles a su obra y en atraer compradores por lo que hay esmero y cuidada intención en la imagen de la cubierta generalmente realizada ex-profeso, dando un plus, una viñeta grande e inédita (se agradece) para la ocasión.

Pero para las novelas, y como si no fuera importante, la inapropiada, inadecuada, negligente selección de la imagen de cubierta es invariablemente una constante demasiado común. Puro trámite.

¿Qué hemos hecho la parte lectora para merecer tanta desidia de la parte editorial? ¿Y la parte escritora, es parte activa, ninguneada, o cómplice?

¿Acaso no viven de las ventas? Nos resignaremos, flaco consuelo, creyendo que es por cuestión de ahorro económico y no cuestión de mal gusto o de poca aptitud el no poder disfrutar de
Se agradece la textura al tacto
y su complicidad con el texto.
Todo un acierto comercial.
imágenes ex-profesas ya sean fotos o ilustraciones y nos conformaríamos con una imagen de esas compradas al por mayor siempre que tuviera una clara relación con la trama.

Pero que nos resignemos a que las uvas no estén maduritas no evita la frustración de sentirnos ignorados por editoriales descuidadas (que además últimamente nos ofrecen errores ortográficos, gramaticales y tipográficos, eso si, incluidos en el precio sin cargo adicional).

Algunas editoriales habitualmente tiran de agencias con archivos fotográficos de propósito general y toda su creatividad la reducen, eso si se les ocurre, a cambiar el encuadre o propiciar un recorte para darle un toque distinto no sea que otra editorial haya adquirido la misma imagen (comprarla en exclusiva es más cara) y queden como dos famosas cazadas en revista del corazón con el mismo modelito y la percha no admite comparaciones: una siempre saldrá malparada.

Gran impacto visual
y acorde en colores
con el tema de la obra.
Que el título habla de oscuridad pues ¡marchando! una foto de noche, que habla de ciudad pues una calle adoquinada con una farola dibujando sombras o bien vehículos circulando suficientemente desenfocados (la LOPD no es permisiva con la difusión de matrículas o rostros), que habla de arte pues trozo de lienzo con su marco o unos pinceles y arreando, que se menciona el frío, un gélido paisaje, nieve y blanco da siempre el pego y todo eso cuando se esmeran porque cuando van per feina su reducción minimalista se muestra en altos niveles de sosedad y pasotismo: mancha de sangre sobre fondo blanco, retazo ampliado hasta la indefinición borrosa, y si no, las socorridas imágenes de revolver (aún cuando la muerte la haya causado una automática), rostro mortecino, flores marchitas, mano flácida, y sobre todo desnudo parcial femenino que eso combina con todo y siempre es de buen ver… y cuando llegamos a una reedición que ha tenido la suerte de ver estrenar una adaptación cinematográfica en el ínterin ¡que fácil me lo pones! foto del cartel o de los protas y en la redacción más contentos que unas pascuas
Quien la ha diseñado no se ha
leído la novela.
celebrando su originalidad. Tope motivados.

Por no hablar de la selección de imágenes que son llevadas a engaño por el título, la elección de la imagen parece recaer en alguien que no se ha leído la obra, y lo enfatizan con una imagen cuando en realidad el título no representaba nada de su argumento si no que, con él, se jugaba al escondite.

Es como ponerle banda sonora a una película sin haberla visto.

Cierto es que no todas las editoriales se esfuerzan tanto y las hay que intentan mejorar lo presente y es de justicia el reconocerlo y alabar sus creaciones, como deberíamos llamar sus cubiertas; merecen, con nuestro dispendio, ser animadas a continuar en su línea de implicación diferencial.

¿Dónde estás Tom Adams? ¿Donde Noiquet? ¿Dónde tantos y tantos olvidados y tantos y tantos desconocidos por ni siquiera
Puro trámite que no viene
a cuento de nada.
estar mencionados en las páginas de crédito de las antiguas ediciones?

Las cubiertas que complementan este post han sido escogidas al azar entre las últimas lecturas, seguramente las hay mejores para ilustrar y ejemplificar lo que se ha escrito pero seguro que me han entendido perfectamente.

Ojalá alguna editorial de las pasotas lo entienda y mejore nota.

No dejen de visitar este enlace donde hay cubiertas retro, de la época dorada del pulp, cuyo estilo puede agradar más o menos pero que no admite duda del compromiso del artista con el novelista y para con el público. Son trabajos de interés antropológico.

Diseño seriado e ilustración
para poner algo.
Mejor si es una chica.
Y con esto no se defiende el tópico de cualquier tiempo pasado fue mejor (que seguramente suscribirían de inmediato todos los libreros/as recordando cuando la competencia era la librería amiga y no un hipermercado o internet) sino que se reclama el compromiso con la calidad. Con el trabajo bien hecho.

Una buena novela: neuronas gastadas, articulaciones doloridas, cervicales anquilosadas, sufridos estomago e hígado, amistades en hibernación... bien merece una buena cubierta. Bien merece un buen envoltorio.


Y que hacer las cosas mejor no solo no es imposible sino que es fácil, barato (multitud de estudiantes agradecerían poder dar a conocer sus aptitudes y empezar a hacerse un nombre).

Desde aquí se lanza una propuesta a las editoriales: convoquen concursos públicos para sus próximas cubiertas. Cada nueva publicación un
nuevo ilustrador.

Quien sabe igual descubren un genio y cambian la editorial por una galería de arte.