viernes, 20 de mayo de 2011

Cómics: no muerden

Tal vez el cómic nunca se quite la etiqueta de género menor, de que es lectura para niños y adolescentes, de que, quienes siendo mayores aún los leen es que no han madurado.

Algunos lectores consideran la adultez como el momento en que se pasa por delante de una tienda de cómics pasando de ella o cuando se entra en una librería clasificada por secciones y se ignora la sección de cómics.

Es como si los lectores se dividieran en tres grandes grupos, el de los que siendo jóvenes leyeron cómics y siguen leyéndolos, el de que los leyó y ahora ya no, por diversos motivos, y del que no los leyó ni nunca los leerá.

El Lector de Libros tiende a menospreciar al cómic, y tal vez sea porque no lo entiende; porque nunca le han enseñado a leer un cómic, porque precisa de un esfuerzo mayor que el de la lectura de un libro.

Con un libro entre las manos todos nos sentimos cómodos porque con poca imaginación se pone el resto; con un cómic hay que leer y entender el texto, mirar e interpretar los dibujos y luego hay que fusionar las partes para obtener un todo, y eso supone ejercitar las neuronas más allá de la simple lectura.

En un cómic siempre hay lecturas subliminales y acciones fuera de plano.

La misma comodidad que se siente en casa propia frente casa ajena, es la que siente un lector purista en una librería convencional frente la que sentiría en una de cómics.

Es como andar por casa en pantuflas o con botas de esquí. No resulta igual de cómodo y menos si hay escaleras, ¿verdad?.


Cuando El Lector de Libros lee un cómic, tiende a leer solo texto y desliza la vista sobre los dibujos como la carretera inevitable hacia otro bocadillo de texto, sin advertir el paisaje que ofrece el dibujo.

Busca los bocadillos como si lo fueran de verdad y tuviera mucha hambre. Está programado para buscar la letra. Así el cómic se tiende a devorar en minutos: se deglute pero no se digiere ni se disfruta.

Cuando vamos a un buen restaurante disfrutamos de todo, de la distribución de la mesa,  de los colores y presentación de la comida, de su olor, textura, sabor; del color del vino, de sus distintos aromas y sabores directos y retronasales.

 Cuando comemos rápido un bocadillo, comemos por necesidad. ¿Entienden la diferencia?

Los Lectores de Libros, están actuando del mismo modo que los lectores de principios del XX actuaron contra el recién nacido género policial: lo menospreciaron por considerarlo menor, indigno, insustancial. Y a sus lectores los etiquetaron como raros, marginales, intelectuales dispuestos a dar la nota.

En una palabra: frikis.

La misma palabra que hoy utiliza cierto sector lector adulto para los lectores de cómics. Es un género para críos, adolescentes y frikis. Los etiquetan y los ponen todos en un mismo saco. Se creen que es una enfermedad y que se cura con no nombrarla.

Los cómics no son los libros de los peques. Hay para todas las edades y géneros según los gustos: histórico, aventuras, Western, policíaco, súper héroes, cómico, erótico, pornográfico, bélico, fantasía, ciencia ficción, terror, costumbrista...

En este blog solo tratamos cómics interrobang, y hasta ahora (recuérdenlos haciendo clic sobre cada nombre) ya hemos hablado de:

Kane, Detective, Blacksad, (los guiños en Blacksad: uno y dos) y Los cuatro ríos.

Todos recomendables. Todos indispensables. Si aún no los han  probado no saben lo que se están perdiendo.

La próxima vez que tengan a mano la posibilidad de ojear cómics, háganlo.

Verán como no muerden.

1 comentario:

  1. Sempre m´ha agradat imaginar que sería divertit que a les persones els hi sortissin bafarades del cap amb els seus pensaments. Tot i que de vegades no calguin, només mirant-els-hi a la cara ja es poden intuir els continguts dels imaginaris globus de diàleg.

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