domingo, 25 de agosto de 2019

Una del Oeste de José Javier Abasolo

Programa doble, como en el cine
de antaño.
Hace como 50 años había muchos más cines que ahora, incluso en lugares centricos y hasta los pueblos más pequeños tenían el suyo.

Generalmente solo echaban películas los fines de semana. El pase empezaba a las 4 o a las 5 y se proyectaban dos películas (programa doble se llamaba), el No-Do era un bonus (no deseado pero respetado, a la fuerza ahorcan, incluso en pie y saludando al principio cuando las fuerzas del orden conminaban a ello dentro de la sala y silbado y abucheado en sus postrimerías cuando la ausencia de picoletos o grises fue manifiesta), y entre película y película había media parte, un descanso con la foto fija de Visite nuestro bar y se podía entrar a cualquier hora y repetir visionado (sesión continua se llamaba).

Una película solía ser de factura nacional (españolada la llamaban) y la otra americana (el ostracismo político al que las naciones sometían al régimen franquista afectaba también a la cultura; el cine club llegaría más tarde). La americana solía ser cine negro o del oeste o de indios o de tiros (el apodo iba por barrios).

Una del Oeste, la novela de José Javier Abasolo, rinde homenaje a ambos géneros: el western y el cine negro, y a sus altavoces culturales de la época: el cine y la novela (bolsilibros de literatura popular) y por eso son dos novelas en una. Programa doble.

Cine de autor no había (la etiqueta aún no se había acuñado) pero el autor de la novela evoca títulos inolvidables del western: Solo ante el peligro, El Juez de la Horca…; y del cine negro: El Halcón Maltés especialmente. Pero novelas de autor si había (aunque fuera seudónimo y solo años más tarde se reconocerían autorías): Silver Kane (Francisco González Ledesma), Keith Luger (Miguel Oliveros Tovar, Lou Carrrigan (Antonio Vera Ramírez), entre los más conocidos.

La novela despliega simultáneamente la evolución de tres tramas que tienen su punto de conexión en un asesinato y en las aventuras de Colt Duncan (título imaginario, no lo busquen en google, pero deudor y homenaje agradecido de aquellos autores anónimos) y en su escritor, un anodino tendero de ultramarinos que firma las novelas con el mismo nombre que su personaje.

No están escritas en primera persona (a pesar de lo que la firma pudiera sugerir) sino en una suerte de narrador omnisciente que viniera del futuro a contar una historia del pasado. Solo así se entiende que conozca hechos acaecidos mucho después que el salvaje oeste dejara de serlo.

Bolsilibros de cultura popular
Tres parejas mixtas son las protagonistas que contribuyen a resolver un caso que aúna lo mejor del western y del noir para ofrecer una historia donde hasta el romanticismo (amor y sexo) tiene cabida. Y collejea sin piedad y con razón el despotismo editorial de la época ¿pasada? ¿actual?

José Javier Abasolo ha compuesto una sinfonía agradable para todos los oídos pero especialmente agradecida para quienes, por edad y/o cultura literaria y cinematográfica, puedan apreciar sus constantes guiños y su peculiar sentido del humor: inteligente y ácido.

Magnífica novela.

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