domingo, 26 de diciembre de 2021

Contrapaso. Los hijos de los otros, de Teresa Valero

Desde el golpe de estado de 1936, se han vivido distintas etapas donde el color negro, que no el noir, ha ido desde el negro ominoso, al negro nauseabundo, negro temeroso hasta alcanzar el negro eterno; esos tonos han pintado un país que el dictador convirtió en su jardín de caza y aisló en una burbuja.

Las historias que en esa época se sucedieron conforman nuestra Historia y ya no se pueden esconder ni desmentir. Una de las más deleznables, si es que hubo alguna que no lo fuera, tiene que ver con la apropiación y venta de recién nacidos.

Mujeres jóvenes, sin posibles, o de pensamientos esquivos a los impuestos por leyes arbitrarias, o repudiadas o con familias excesivamente pudorosas o temerosas de Dios, parían sin poder llegar a ser madres.

Unas por omisión ante la unilateral e inapelable docta declaración médica de muerte súbita del recién nacido; otras por acción cediendo a la conveniencia de que su retoño sería más feliz en una casa bien estante.

La maquinaria bien engrasada apenas chirrió durante los largos años que se dedicó a suministrar bebés a familias afines al régimen. Una fábrica de producción en cadena ininterrumpida y muy rentable que surtía a familias afines a los principios del movimiento, de mentes moldeables candidatas a perpetuar los privilegios y de paso erradicar malas hierbas de aquel jardín del edén

Contrapaso. Los hijos de los otros, denuncia esa tragedia a través de una elaborado argumento en la que todo es cierto o nada es mentira, según como se mire, espectacularmente dibujado y coloreado con gran sensibilidad y oficio.

La misma sensibilidad que emplea para relatar los hechos sin que por ello se desvíe ni un milímetro de la ruta de desenmascaramiento iniciada sin vuelta atrás. Nada está dejado al azar, la documentación, rigurosa, minuciosa hasta la avaricia, avala todos y cada uno de los pasos que mueven la trama.

Sin duda unos de los mejores cómics jamás publicados en toda la historia de este país y de muchos otros. Por su guion respondería a una novela negra del subgénero true crime a ritmo de thriller policiaco y por su realización gráfica fácilmente equiparable a una obra de arte. Un placer para la vista, un revulsivo para la mente y un sacudidor de conciencias.

Teresa Valero demuestra un gran nivel como relatora tanto en el texto como en los dibujos. No hay voz en off y son los encuadres en las viñetas quienes se encargan de ir marcando el ritmo; y es en el detallado contenido de las viñetas, en ese estilo a caballo entre cartoon y realismo acuarelado, esa cariñosa evocación a Blacksad, donde se viste definitivamente la historia.

Poco más se puede decir, solo recomendarles su lectura e insistir en recomendarles su lectura.

¡Ah! y lo mejor: su final indica que esto no ha hecho más que empezar.

viernes, 17 de diciembre de 2021

El cuento del Lobo de Blas Ruíz Grau

Un título tan engañoso como su cubierta y como su reclamo publicitario: Conoces el final del cuento. ¿Serás capaz de cambiarlo?, que parece escrito por alguien que no se ha leído la novela. Nada que ver con su contenido.

Una familia de buena posición económica y social se acerca a un centro comercial el viernes por la tarde para comprar ropa para asistir a una comunión. Mientras el marido espera, cargado de bolsas, sentado en un banco, su mujer y su hijo entran a una tienda, poco antes de la hora del cierre, para desaparecer a continuación.

Ni rastro. Siendo hija de quién es se debería contemplar la posibilidad de secuestro para atacar a su padre, aunque tampoco se debería descartar un abandono voluntario, aspectos que la policía duda en contemplar.

Con este punto de partida el autor pretende sumergirnos en un torbellino de emociones y angustia que no logra por distintas razones.

Al narrador omnisciente hay que reprocharle que el uso del recurso Cliffhanger al final de capítulo se convierta en abuso y por tanto no solo pierda su intención sino que aburra. Y al autor que abra subtramas para explicar los conflictos emocionales de sus personajes y ni los cierre y, en algunos casos, ni tan solo aporten nada a la trama principal, lo que supone sortear piedras en el camino de la lectura, frenar el ritmo y ralentizar la tensión.

Aparte que recurre a un recurso (desvelarlo sería spoilear en demasía) que no solo resulta censurable, desde los tiempos del Detection Club, sino que además deja en evidencia la poca rigurosidad policial, que en todo momento parece moverse por impulsos y no por procedimiento.

Y es que la investigación brilla por su ausencia en una trama que solo coge carrerilla en el último tercio de la novela, y eso que cuenta con una especialista venida exprofeso, y que evidencia la incapacidad policial para resolver un caso que va abriéndose por sí solo y que soluciona quien menos se esperaría que lo hiciera.

Un thriller sembrado de recursos manidos y personajes cliché: unas elecciones a la vista, un político corrupto con un asesor turbio, una periodista salida de la nada con recursos ilimitados, un narco gallego bondadoso, un sicario ruso apodado el checheno muy malo, unas policías que arrastran problemas emocionales y que no dudan en fundirse en abrazos entre mares de lágrimas (algo que tal vez si fueran personajes masculinos no se daría) a la mínima ocasión…

Una lectura que hará las delicias de las personas lectoras de prêt-à-porter.

PD: a lo de “señora no, señorita” solo faltaría añadirle será porqué usted quiere...

lunes, 13 de diciembre de 2021

Antes del Incal de Jodorowsky y Janjetov

De la alucinada y transgresora mente de Alejandro Jodorowsky, artista polímata chileno, nacionalizado francés y aún activo a sus 92 años; y de la capacidad mesiánica y alienígena para crear universos gráficos del dibujante Moebius (nacido Jean Giraud (8/5/1938 – 10/03/2012) surgió desde 1980 a 1988 una ópera espacial llamada El Incal. Una magna y épica historia que en formato cómic revolucionó el medio y de paso hizo explotar un montón de cerebros.

Un argumento de etiquetaje imposible que se desarrolla en una trama laberíntica, con la posesión y mantenimiento del poder como eje, a cuyo alrededor giran subtramas pobladas de razas y etnias de un mundo constituido por submundos con tensiones políticas y sociales.

Pero leer El Incal es como entrar en el cine con la película ya empezada: se inicia con un salto desde El Callejón (o Paseo) de los Suicidas en caída libre, salvo cazador avispado que lo mate al vuelo, hacia el lago de ácido.

Pronto se entiende todo y se disfruta lo que sucede a continuación pero nos consta que algo tuvo que suceder anteriormente para desencadenar toda la historia y terminar con ese salto mortal de necesidad salvo imponderables.


Y lo que sucedió antes es lo que se cuenta, precisamente, en Antes del Incal.

Esta precuela del Incal, escrita por el mismo Jodorowsky pero en esta ocasión dibujada por Zoran Janjetov se gestó al acabar la anterior entre 1988 y 1995, manteniendo el estilo de dibujo que creara Moebius.

La historia empieza con un adolescente e indeciso John Difool, de padre delincuente y madre prostituta, para nada conocedor de lo que el destino le reserva ni del predominante papel que tendrá en la historia de Ciudad-Pozo, y evoluciona hasta verlo madurar y conseguir la licencia de detective privado de clase R.

El examen para obtenerla consiste en una investigación, objeto de este álbum, no exenta de riesgo extremo para el protagonista y con quien se le cruce o se le junte, que puede poner al descubierto una trama construida por grandes mentiras que busca perpetuar la situación de las clases sociales de Ciudad-Pozo.

Ciudad-Pozo es un ensamblaje, más o menos cilíndrico, de múltiples niveles superpuestos a modo de anillos, siendo el superior, atmósfera exterior y luz natural, el ocupado por la clase dominante de los Aristos y el inferior, el anillo Rojo, los bajos fondos, el habitado por las clases más desfavorecidas e incluso mutantes, a un paso del lago de ácido que desintegra lo que o quien en él cae.

El poder legislativo, el poder religioso y el poder policial, claramente identificados y diferenciados, se reparten la gestión de la ciudad y aunque mantienen sus diferencias a raya, la investigación de John Difool puede romper tal delicado equilibrio y destapar las ansias de apoderarse del poder ajeno, que, aunque ocultas, permanecen insatisfechas en cada ámbito.

Antes del Incal desnuda todas las vilezas humanas, y especialmente las machistas, sin reparos y muestra las artimañas que emplean los gobiernos para mantener a la ciudadanía como pacíficos rebaños aunque no por ello consigan evitar la existencia de elementos revolucionarios, capaces de todo para desenmascarar la élite y mejorar la situación de sus conciudadanos.


Antes del Incal
es una revisitación a la lucha de clases aunando los principios del materialismo histórico con la metafísica, en escenarios de investigación criminal.

En 300 páginas se pueden decir y dibujar muchas historias y sin duda tanto Jodorowsky como Janjetov las han aprovechado al máximo, el conjunto es un compendio de tiranía, religión y pseudociencias mostrado con lenguaje soez y acompañado de toda clase de violencias, inherente en todo régimen patriarcal excesivo.

Esta edición es espléndida ya que respeta las viñetas y los colores originales. Lejos de otras ediciones que mostraban viñetas censuradas, especialmente desnudos, y donde, por haber recoloreado, predominaban colores planos sin contrastes ni sombras.

Sin duda un esfuerzo editorial, que se agradece y aplaude, por recuperar una obra tal como se concibió y se realizó. Una edición de lujo para regalársela o para regalarla, pero sobre todo para leerla y para fijarse en los cientos de detalles que encierra cada viñeta.

 

jueves, 9 de diciembre de 2021

Pájaros nocturnos de Alexandre Galien

En el mundo hay dos formas de vida: la diurna y la nocturna. Y a su vez se subdividen en otras dos: la expuesta y la oculta.

La forma nocturna sumada a la opción oculta da como resultado un submundo propio que se rige con normas propias y en donde las relaciones pierden humanidad y solo rige el interés. Nocturnidad y alevosía.

Es el submundo donde se mueve la delincuencia, el trapicheo, el proxenetismo y la prostitución. Pájaros de vida nocturna.

La novela se mueve por este submundo parisino y tiene como protagonistas a esas aves que vuelan bajo, por los bajos fondos, y mueren sin importar a nadie.

El comandante de policía Philippe Valmy, habitual de la noche por trabajo policial, pide el traslado a la Brigada Criminal para pasar las veladas nocturnas en casa, contentar a su mujer y salvar su matrimonio.

Algo por lo que habrá de luchar habida cuenta de que el deterioro sufrido no es nada con una dura prueba que les queda por afrontar. Algo capaz de socavar cualquier relación por muy consolidada que parezca estar.

Su estreno en la brigada no resulta cómodo. Coincide con el asesinato de una joven, a quien conoce sobradamente por haberla tenido de confidente, y con la actitud distante de un subalterno, que hizo suyo el puesto y que ahora siente que se lo ha arrebatado alguien sin experiencia y sin mérito alguno.

Relaciones familiares, profesionales y con soplones hacen girar al comandante Valmy como si estuviera en un tiovivo, sabiendo que si no baja no podrá resolver el caso.

Alexandre Galien ha escrito una novela negra que aunque a ratos se mueve a ritmo de thriller, es claramente de procedimiento policial. No obstante, en ambos casos otorga a la lectura la sensación de no parar quieta ni un momento y de que constantemente pasan cosas y más que van a pasar.

El autor demuestra su gran conocimiento del funcionamiento interno del cuerpo policial dando detalles y mostrando comportamientos, que dan alta verosimilitud a las partes de la narración que le son afines.

En cambio, y en lo que se refiere a personajes, no se da tanta maña y a algunos los deja un poco a merced de las circunstancias; como un acompañamiento decidido sobre la marcha a un plato que se merecería algo mejor.

La novela fue Premio Quai des Orfèvres 2020 y es que tiene esa característica del policial francés clásico que tanto gusta a lectores canónicos y a jurados, especialmente en el país vecino.

 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

El Club de los Psicópatas de John Katzenbach

Penetrar en la web oculta tiene sus riesgos. Es como recorrer un callejón maloliente de los bajos fondos de una gran ciudad. Si se hace cabizbajo, a paso rápido y con los brazos pegados al cuerpo igual se consigue llegar al otro extremo sano y salvo; si por el contrario se interpela a alguien con la vista o la palabra, puede pasar cualquier cosa.

Connor, un adolescente responsable y deportista, ha entrado, por azar, en un chat privado, sin invitación, en la web oculta por donde se movía por razones propias. Y en lugar de retirarse antes de ser descubierto alardea de su presencia, de haber seguido las conversaciones y de dudar de la veracidad de lo que en ellas se dice.

Los interpelados, ofendidos y violentados, deciden que Connor no va salir del callejón y organizan su eliminación. Son unos psicópatas y no dejaran que un niñato ponga en duda su superioridad. Entre ellos se conocen por apodos: Alpha, Bravo, Charlie, Delta y Easy y conforman el grupo Los muchachos de Jack, por su idolatrado Destripador.

Connor no sabe que ha pisado un nido de víboras y que con ello ha puesto en marcha un plan que no solo puede incumbirle a él sino también a sus allegados, como Nikki su también joven amiga y sus abuelos PM1 y PM2. Sus enemigos son hábiles usuarios informáticos, algún hacker entre ellos, y despiadados asesinos.

A partir de aquí un thriller de suspense e intriga que parece más dirigido a adolescentes que adultos, como suele ser habitual en las obras que, siendo escritas por mayores de 60 años, a quienes la tecnología digital queda lejos más allá de funciones básicas, tienen a internet y en especial su parte oscura como línea vehicular del argumento.

Probablemente por ese motivo en la novela no hay el mismo nivel de detalle sobre navegación web, encriptación y seguridad informática que sobre armas y útiles prácticos en la logística de asesinatos planificados. Lo analógico vence a lo digital, así que no teman encontrarse con un lenguaje incomprensible.

A la obra, como suele ser cada vez, y lamentablemente, más habitual, le sobran bastantes páginas y en particular se le agradecerían giros que dotasen a la trama de mayor inquietud e interés ya que mantiene un tono lineal constante y una gran dosis de previsibilidad a lo largo de su extensión que es de 543 páginas.

El Club de los Psicópatas es el thriller noir en el que los asesinos conspiran en la internet profunda y salen a matar al mundo real.

John Katzenbach sigue fiel a su estilo y no se sale del guion ni de los argumentos que le han hecho famoso; lo que resultará satisfactorio para quienes disfrutan de sus thrillers de alto voltaje y costumbrismo social. Ya saben que no es novela negra pero sus asesinatos y su presión social le confieren un aspecto turbio y peligroso que hará recapacitar sobre la seguridad en internet.