Muerte en Estambul es la penúltima novela de Petros Márkaris traducida en España.
Se podrían haber ahorrado la creatividad en el título y traducir literalmente del original Παλιά, πολύ παλιά (Viejo, muy viejo). Cuando la hayan leído entenderán que nuestro título es un peaje editorial claramente comercial y que el auténtico es más revelador.
En ella nos encontramos con nuestro comisario Kostas Jaritos y su mujer Adrianí que se están recuperando de un disgusto familiar haciendo un viaje de turismo, de esos de grupo, guía y autocar por su (nuestra) cercana Estambul.
Se podrían haber ahorrado la creatividad en el título y traducir literalmente del original Παλιά, πολύ παλιά (Viejo, muy viejo). Cuando la hayan leído entenderán que nuestro título es un peaje editorial claramente comercial y que el auténtico es más revelador.
En ella nos encontramos con nuestro comisario Kostas Jaritos y su mujer Adrianí que se están recuperando de un disgusto familiar haciendo un viaje de turismo, de esos de grupo, guía y autocar por su (nuestra) cercana Estambul.
Y parece que Petros Márkaris, este autor a quien tanto queremos, también se haya tomado unos días de descanso ya que en esta novela relaja su profundidad análitica y la trama carente de anclaje adolece de cierta insustancialidad.
Desplazando al comisario al extranjero le da pie a ridiculizar sus costumbres atenienses al contraponerlas con las que está conociendo en Estambul. Y aunque le sirve para explicar, como han evolucionado las malas relaciones entre turcos y griegos y la mutua suspicacia de estas dos culturas que tienen mucho en común, pasa de puntillas en lugar de pisotón.
Así retrata la vida de las minorías que sienten la represión y marginación del país que los acoge. Todos emigrantes, inmigrantes, expatriados... hasta casi ser apatridas. El autor es hijo de esta experiencia y su vivencia se transmite al argumento de esta novela dándole la veracidad suficiente como para hacerla testimonio de la Historia.
Petros Márkaris sigue escribiendo de ese modo tan propio que le extrae a la narración en primera persona, por lo que las reflexiones de Jaritos como marido, padre, turista, comisario y griego dan ese toque tan humano y tan próximo que nos hace participes de todo lo que piensa y de todo lo que siente.
Kostas Jaritos, su mujer y una amiga del viaje están cenando en el restaurante Imbros (con nombre de isla) cuando conoce a Markos Vasiliadis que busca a una anciana compatriota, hábil cocinera de exquisitas tirópitas (empanadas de queso). Y ya está liada. Jaritos acaba implicado pero, siendo extranjero, no tiene la libertad que confiere su cargo en su demarcación y se nota en que siempre va un paso por detrás de los acontecimientos.
Santa Sofía, el Gran Bazar, el Mercado Egipcio, el Bósforo, Taksim, Galatea... la moderna Estambul occidental de anchas avenidas, mucho cristal y tiendas de lujo, la misteriosa Estambul oriental de callejuelas imposibles, con edificios torcidos de ventanas abiertas emanentes de olores y colores, todo visto con ojos de turista y a la vez con los ojos de un comisario en funciones.
Estambul: si no la conocen después de esta novela querrán conocerla y si ya la conocen, después de esta novela querrán regresar.
ÚLTIMA HORA:
Fuentes locales próximas a los hechos han facilitado a este blog interrobang material sensible relacionado con los acontecimientos narrados. A pesar de no disponer modo alguno para contrastar su veracidad y aún a riesgo de incurrir en desacierto, este blog no puede por menos que hacerles partícipe de dicha información y dejar en sus manos la credibilidad que quieran otorgar.
Esta fotografía es un testimonio excepcional ya que podría ser la única fotografía que se conserva de María Jambu.
De ser realmente ella, y no uno de los habituales fakes que nos regala la red, revelaría a una María Jambu de una edad cercana a los cuarenta años.
Iría vestida de forma tradicional a la época y mostrando a cámara las empanadas, cocinadas con fuego de leña, que con el tiempo serían su especialidad y resultarían alabadas por todos aquellos que tuvieran ocasión de comentarlo con familiares y vecinos, ya que no todos tuvieron el privilegio de ser favorecidos con tan calórico manjar.
Iría vestida de forma tradicional a la época y mostrando a cámara las empanadas, cocinadas con fuego de leña, que con el tiempo serían su especialidad y resultarían alabadas por todos aquellos que tuvieran ocasión de comentarlo con familiares y vecinos, ya que no todos tuvieron el privilegio de ser favorecidos con tan calórico manjar.
Esta otra fotografía correspondería al archivo policial del caso y sería la imagen de un resto de empanada encontrado sobre la mesa de la cocina de su hogar en Drama (Grecia) y que habría cocinado María en su domicilio para matar el hambre de su hermano, mientras durase la ausencia de esta.
Y por último, y sin lugar a dudas, algo de mucho valor gastronómico y sentimental: la receta original de la Empanada de Queso de María Jambu.
Se habría obtenido por transmisión oral de alguien que estuviera con ella en Estambul en el momento de la elaboración y que habría cuantificado en pesos y medidas las cantidades que María empleaba con el automatismo y cariño de quien domina el ritual de la elaboración.
Tirópita (Empanada de Queso) τυρόπιτες
Ingredientes:
½ Kg de pasta filo (no pasta quebrada, no pasta hojaldre)
½ Kg de pasta filo (no pasta quebrada, no pasta hojaldre)
½ Kg de queso Feta
100 gr de queso Kefaflograviera rallado
1 taza (de las de te) de leche
3 cucharas soperas de mantequilla derretida
Unas ramitas de eneldo fresco picado a cuchillo
Unas hojas de hierbabuena fresca picada a cuchillo
4 huevos batidos y salpimentados
Mantequilla para untar la pasta filo
Elaboración:Precalentar el horno a 180º
En un bol ancho, deshacer el queso Feta con un tenedor. Añadir el queso Kefalograviera y mezclar y así ir añadiendo y mezclando la leche, la mantequilla derretida, el eneldo, la hierbabuena, los huevos, la pimienta y la sal necesaria hasta conseguir una masa homogénea, ni líquida ni apelmazada.
A continuación engrasar un molde refractario y fondearlo con la mitad de las hojas de pasta filo, una a una, previamente untadas con la mantequilla.
Extender la mezcla de relleno y cubrir con el resto de las hojas también una a una y también previamente untadas con la mantequilla.
Cerrar los bordes de la empanada pisando con un tenedor y adornar con tiras de pasta a modo de cuerda o trenza.
Hornear a fuego medio aproximadamente durante 1 hora.
Hornear a fuego medio aproximadamente durante 1 hora.