domingo, 30 de junio de 2019

Queen & Country de Greg Rucka

Un thriller noir que atesora tanta acción
que sobresale de sus páginas.

Una serie sobre servicio secreto, sobre espionaje, sobre las relaciones entre sus miembros y de estos con el mundo. Una serie sólida, bien configurada, sobria y absorbente. Con un dibujo soportado por la línea clara, estilo claramente europeo a pesar de ser un cómic norteamericano, que da apoyo logístico a una historia habitada por seres imperfectos que resuelven como mejor saben o pueden situaciones para los que están adiestrados pero para las que no son infalibles.

El MI6 es el servicio de inteligencia del Reino Unido con jurisdicción en el exterior, para asuntos domésticos está el MI5. Tara Chace es una escolta de la Sección de Operaciones Especiales del SIS (Servicio de Inteligencia Secreto), adscrita al MI6; escolta es la clasificación que reciben los operativos ejecutivos con libertad por moverse por todo el mundo y a los que las delegaciones locales deben subordinar su apoyo en todo momento y bajo cualquier circunstancia.

Tara Chace es una subordinada dentro de un escalafón de poder que atesora los defectos de forma típicos cuando la toma de decisiones resulta controvertida y la irritante saturación burocrática de los estamentos que no solo tienen que conjuntar lo bello con lo barato, sino también la diplomacia con la eficacia. Para un operativo de campo las disquisiciones de despachos son tan esteriles como un mosquito dando cabezazos contra un cristal.

Realismo en cada una de sus viñetas.
Queen & Country es una serie más que espectacular que desborda realismo sin frivolidades de efectos especiales. No los necesita, las situaciones son ya de por si absolutamente efectistas sin necesidad de adornarlas; hacerlo hubiera sido llevar a parodia una realidad muy peligrosa y estresante.

Greg Rucka es uno de los guionistas de cómic más deseados por las majors, ha trabajado en numerosas series con renombrados personajes y aquí se destaca su trabajo más personal, más concienzudo y más determinante como es Queen & Country, donde no solo brilla en su calidad de guionista sino que evidencia ingente cantidad de horas de investigación y documentación.

Una serie de espías con un toque noir; pormenorizada hasta el mínimo detalle, con un argumento asentado que se desarrolla en diversos arcos con tramas repletas de inteligentes diálogos y expresivos silencios. Y que no esconde que la calidad humana del peculiar personal, sensato y equilibrado según su código de vida, que trabaja en estos campos se sustenta en los mismos pilares que la del resto de mortales; en la serie se ama, se muere, se llora, se sufre, hay errores, hay equivocaciones, hay rabia y, si, también remordimientos, debilidad y dudas.

La única variante es que cumplir con tu trabajo no te da un bonus en la nómina pero significa que sigues con vida. El mejor bonus que nadie te puede dar.

Seguimiento de los operativos.
La serie ha ido empleando distintos dibujantes, siempre en formato blanco y negro, en función de los arcos argumentales, con estructura autoconclusiva pero manteniendo una evolutiva continuidad, y del tono perseguido, pero todos ellos, cada uno según su propio estilo, se han mantenido fieles a los aspectos determinantes y relevantes para mantener una unidad de conjunto. Aunque es más que evidente que la calidad sufre altibajos, a las pocas páginas la historia absorbe a tal punto que el nuevo estilo se integra inmediatamente y ya no se tiene en cuenta el cambio de dibujante.

Una serie nominada en 6 ocasiones, en distintas secciones, al premio Eisner y que lo consiguió en 2002 por “Mejor serie novel”. Una obra seriada en 32 entregas desde 2000 a 2007 y que se encuentra recopilada en 4 volúmenes que totalizan más de 1.000 páginas.

Hoy en día la televisión los ofrece indiscriminadamente por lo que es fácil que conozcan la serie Homeland, si es así sepan que Queen & Country fue antes y que Carrie Mathison tiene un más que parecido razonable con Tara Chace.

Una obra que se lee con apasionamiento y se vive con desazón y en la que las retorcidas decisiones y las terribles consecuencias no son sino un pálido reflejo de la realidad. Indispensable. Uno de los mejores cómics que hay para leer y releer.

martes, 25 de junio de 2019

Yeruldelgger, Tiempos Salvajes de Ian Manook

El tiempo es salvaje. La estepa es
salvaje y las personas son salvajes.

Cuatro puntos de partida distintos, sin saber si van a cruzarse o converger o si van a ir cada uno por su lado. Cuatro situaciones anómalas, sospechosas de delito, si no evidente, y complicadas en forma y en fondo: nada sencillo se presenta envuelto en tantas capas.

Cuatro puntos cardinales. Difícil orientarse.

Un jinete muerto con su montura y una hembra de yak yacen congelados en medio de la desierta estepa. Un probable escalador yace muerto congelado en medio de una pared, a considerable altura, del  macizo del Otgontenger. Una joven prostituta, Colette, aparece asesinada en una habitación de hotel donde se había citado con Yeruldelgger. Unos adolescentes han desaparecido desde hace días y nadie parece tener noticia al respecto.

Cuatro mechas encendidas. Difícil conformarse.

Yeruldelgger, Tiempos Salvajes, es la segunda entrega de una trilogía que se inició con Yeruldelgger, Muertos en la Estepa.

Es un thriller que trasciende el noir local de la primera entrega para abarcar un abanico de delitos que no se circunscriben a Mongolia, también afecta a sus países vecinos y llega hasta la mismísima Francia, hasta su puerto de El Havre.

Hay asesinatos, corrupción y contrabando, siempre van de la mano, trata de personas, mafiosos locales y ajenos, investigaciones policiales y militares, autorizadas y clandestinas. Hay de todo menos piedad. Ningún atisbo de ella; cada cual mira por lo suyo y por ello se hace lo que haya que hacer.

Ian Manook trabaja, en esta obra, a ritmo de thriller viajero y viajado y va hilvanando las diferentes historias para luego volverlas a separar y dando pie a intrigas y un nivel de suspense más que sobresaliente sin ninguna concesión a las sutilezas y sí dando mucho juego a las asperezas.

No solo en las relaciones personales sino también intercalando momentos de meditada espiritualidad del séptimo monasterio con comida de casquería en tabernas sucias y malolientes. Sándalo y vómito.

Yeruldelgger, Solongo, Oyun, Saraa y Gantulga y la sombra alargada de Erdenbat, repiten protagonismo y se alternan en sus salidas a escena de modo que al autor no le resulta difícil ir desgranando las distintas historias. Para el resto está la incorporación de Zarzavadjian, un policía francés de origen armenio, que tiene un papel más que determinante y conveniente.

Ian Manook cierra esta segunda entrega con un clifhanger tremendo y que obliga a la lectura de la tercera si o sí. Y aunque la venganza se sirva fría no hay que esperar ya que, con el inclemente clima de Mongolia en invierno, si esperamos más estará helada.


jueves, 20 de junio de 2019

Alta Mar, serie tv

Hay secretos más profundos que el océano.

Recién estrenada en Netflix, Alta Mar es una serie de corte policiaco con enredos, robos y asesinatos que transcurre en un transatlántico y por todo ello y por su nivel de suspense pocos dudan en asimilar su argumento a los de la Gran Dama del Crimen Agatha Christie.

Sin entrar al trapo, baste decir que Alta Mar es resultona y cumple muy por encima de la media, además de que cada capítulo acaba con un sorpresivo y revelador cliffhanger que incita, sin dejar opción, al visionado del siguiente episodio. Pretende enganchar a la audiencia y lo logra sin generar falsas expectativas.

Como toda obra coral y Alta Mar lo es sobradamente: hasta 15 personajes relevantes entre principales y secundarios pero todos protagonistas, tiene sus altibajos en el aspecto interpretativo; unos lo hacen la mar de bien otros la mar de mal y los más nadan y guardan la ropa; pero que se le va a hacer estando en alta mar es normal que el buque se balancee.

El argumento es rebuscado, laboriosamente trabajado y primorosamente vestido y ambientado. Verosímil, que ya es mucho; con trasfondo, con antecedentes, con raíces, con giros laberínticos para que nadie de nada por sentado, para que la duda sea compañera de viaje, para que la sorpresa lo sea de verdad, y salte no una, ni dos, sino más veces.

Las hermanas Eva y Carolina Villanueva embarcan, junto con dos criadas a su servicio, en un transatlántico propiedad del novio de Caro y cuya boda se va a celebrar a bordo rumbo a Rio de Janeiro. Por motivo del enlace, en el barco están también su tío y amigos de la familia. Durante una noche una mujer cae al agua y la investigación por conocer su identidad y el motivo de su deceso irá sacando a la luz nuevas y desconocidas informaciones e identidades que traerán nuevas víctimas generando aún más misterio y suspense.

La serie busca la complicidad del policial clásico inglés con elegidos sospechosos y ambiente restringido; le añade ritmo de thriller trufado de acción, peleas y disparos, colaboracionismo, recién ha terminado la II Guerra Mundial, y rencillas familiares; y referencias, esas escenas sobre todo en el vestuario y diseño de interiores, al cine negro americano de los ’40, época en la que está ambientada. En cuanto a vestuario cabe destacar lo maravillosamente bien escogido y adecuado para cada clase social y para cada momento y lugar del día o de la noche.

La serie tiene su dosis de amor, varias relaciones simultáneas, y tal vez sea lo menos creíble por eso quien quiera verla por esa faceta tiene muchas otras series mejores. En esta el amor es un complemento que no entorpece, un relleno que ayuda a lucir y que justifica las alianzas y las complicidades.


Trailer oficial de la 1ª Temporada

Peca de reparto irregular, a más de uno habría que haberlo echado por la borda en el proceso de casting, de faltarle confianza en su propia capacidad y de acercarse más a la telenovela que a una serie con entidad propia y cede temperamento, aspereza y sexo, del todo imprescindibles, en beneficio de ser guilty pleasure.

Pero entonces sería perfecta y eso es imposible. Tómensela con cava, tinto, té, café o combinados, varios, en función de la hora en que decidan verla. Cualquier bebida casa bien con las imágenes y el ambiente a bordo, lástima que a veces la música vaya por libre y se empeñe en ser protagonista.

En fin, 8 episodios para esta primera temporada que con su final, cliffhanger como no podía ser de otra manera, no deja duda alguna de que habrá que ver los 8 de la segunda, aún sin fecha de emisión anunciada, pero a punto de embarcar.

domingo, 16 de junio de 2019

Y de yesterday de Sue Grafton

Una cinta de video VHS y se
desencadena todo.

Y de yesterday es la última novela protagonizada por Kinsey Millhone escrita por Sue Grafton. Y es la última porque Sue Grafton murió y no pudo terminar su alfabeto del crimen, alphabet series. Aquel que empezara en 1982 y del que ha llegado a escribir 25 obras.

Le faltó la Z de la que ya tenía título elegido: Z is for zero, que tenía previsto escribir en 2018 ya que había anunciado su publicación para 2019, pero la muerte la sorprendió el 28 de diciembre de 2017.

Inocencia trágica, por el día, De los Santos Inocentes y tomándole el título prestado a Agatha Christie.

Y de yesterday, Y de ayer, tiene mucho de su título. De hecho lo tiene todo. El ayer, el pasado vuelve a interferir en el presente. Un recurso argumental al que la autora había recurrido en varios de sus últimos títulos.

Y es que mucho de lo que le pasa a la gente tiene que ver con hechos del pasado. Y es que casi todo es pasado. Fíjense lo breve que es el presente que no se acaba de pronunciar su nombre y ya es pasado.

Y en el pasado y presente está Kinsey Millhone, la investigadora privada cuya vida conocemos a partir de los casos en los que actúa y que ella misma relata. A ella le toca resolver esos asuntos criminales que generalmente son familiares y hogareños, total Santa Teresa es una localidad relativamente pequeña.

Como el que le ocupa esta última investigación: un intento de chantaje con una cinta de video de contenido sexual explícito y condenatorio que retrotrae otros hechos que culminaron en un homicidio y por el que alguien cumplió condena y otros no. ¿Venganza? ¿Ajuste de cuentas? ¿Largo brazo justiciero de quien actúa por libre?

Kinsey va a ver entorpecida su labor por el intrusismo familiar que quiere que se resuelva el chantaje pero no a cualquier coste, que no precio, y también por una presencia ominosa de un caso propio anterior que va a alterarla hasta el punto de tener que recurrir a un arma, algo con lo que no se siente cómoda pero que conoce y no duda ni de su necesidad ni empleo.

Junto a Kinsey, y como es habitual, revolotea la vida de Santa Teresa: su amigo y casero Henry, otros conocidos, su recién estrenada prima o lo que sea, el bar de Rose, otros amigos y otros amantes. Sus sandwich con pepinillos y manteca de cacahuete, sus carreras diarias de cinco kilómetros, aunque se haya visto obligada a cambiar el hábito matutino y también el itinerario, y sus copas de frío chardonnay.

Sue Grafton en BCNegra
Sue Grafton llegó a crear un microcosmos lleno de vida, no en vano dedicó 35 años en mantenerlo y alimentarlo, y por eso sus novelas son más que casos criminales: son, ciertamente, casos vivenciales con crimen.

La novela no sorprenderá a quienes ya conozcan su obra y su estilo, y está en línea con las más recientes, con todo lo que esto significa (quienes la hayan seguido sabrán a qué me refiero).

En esta, además, es como si anticipando el final, no el suyo sino el del alfabeto, se dedicara a poner las cosas en orden para culminar con una despedida que no fuera un adiós sino un hasta luego.

Porque aunque Sue Grafton tuviera previsto dejar de narrar esas vivencias, le sería imposible suprimir ni la localidad ni los personajes puesto que ambos se han ganado el derecho a seguir con sus cosas y con su vida aunque ya nadie las escriba y aunque ya no nos llegue noticia alguna.

Si esta noche nos acercásemos y tuviéramos la suerte de aparcar cerca del garaje reconvertido veríamos a Kinsey, sentada en el porche, ataviada con su vestido negro multiusos y sosteniendo una copa de dorado chardonnay mientras huele el aroma de los panecillos recién horneados por Henry y espera el momento de hincarles el diente. Bon appetit! y larga vida, amiga.

Otras reseñas de Sue Grafton y Kinsey Millhone en este blog:




· Kinsey y yo

martes, 11 de junio de 2019

Cibercrimen de Manel Medina y Mercè Molist

El Cibercrimen necesita Ciberprotección.
Oír o leer expresiones como ciberespacio, cibercrimen, ciberpolicía o ciberdelito aún evocan imágenes de ciencia ficción cuando nada más lejos de la realidad.

El ciberespacio no es una zona donde navega la Enterprise del capitán Kirk ni tampoco el Halcón Milenario de Han Solo. No, para nada.

El ciberespacio es la zona donde nos movemos habitualmente: puede ser nuestra habitación, sala de estar, baño, bar o restaurante habitual, habitación de hotel, sala de espera de un hospital o de un aeropuerto y por supuesto nuestro lugar de trabajo.

Técnicamente hablando no es así, claro, y los autores de esta obra, Cibercrimen, lo explican mejor pero, hablando en plata, créanme: es tal como se lo digo.

Y es que el ciberespacio, ese mundo virtual al que accedemos desde dispositivos electrónicos mediante softwares específicos y conexiones físicas o mediante ondas ya forma parte de nuestra vida y tanta parte de nuestra cotidianeidad como la televisión o las gafas de sol. Y como una y otras les dedicamos tan poca atención que la primera se puede pasar horas encendida sin que nadie la atienda y las segundas permanecer olvidadas sobre la mesa de un bar en cuanto nos levantamos.

Y no debería ser así. Deberíamos tener más cuidado con nuestras propiedades. Y no solo a las físicas y tangibles sino también a las virtuales y etéreas.

Descuidar la tele encendida puede provocar un sobre calentamiento y acabar en un incendio; olvidar las gafas en un lugar público es brindar a los delincuentes una oportunidad irresistible de aumentar sus ganancias y alejarlos de la redención.

Descuidarnos en el mundo virtual, accesible desde internet, significa estar tan expuesto como lo estaban las gafas. Y ahí está la razón de Cibercrimen una obra de divulgación, amena e interesante por igual, que pretende y lo consigue, explicar los peligros que nos rodean en lugares como nuestra cuenta de correo electrónico o página de Facebook, lugares en los que nos creemos tan a salvo y tan inocuos como nuestra habitación o nuestra sala de estar.

Pero, si ponemos puertas blindadas, cerraduras de seguridad o alarmas en nuestras viviendas físicas ¿por qué descuidamos nuestra vivienda virtual? ¿Verdad que en una ciudad desconocida no entraríamos en barrios que la guía señalara como potencialmente peligrosos? Tampoco acompañaríamos a un completo desconocido y en cambio entramos tranquila e inconscientemente en webs y sites de los que aún conocemos menos.

¿Y qué hay del porno? su consumo, básicamente masculino, de cualquier edad, aparte de denigrar y cosificar la mujer supone una fácil vía de entrada de elementos infecciosos a nuestros dispositivos.

Se entra en una página y no se tiene ni idea de qué clase de enfermedad venérea se puede contagiar. Si, si, porqué el sexo virtual también conlleva infección por virus. Informáticos pero igual de nocivos y peligrosos y que sin el tratamiento adecuado pueden degenerar en daños cuantiosos e incluso irreparables. Todos nuestros datos, imágenes y textos, contraseñas e información de nuestros contactos pueden quedar expuestos a un uso limitado solo por la imaginación de quien los haya secuestrado. Y suelen ser personas sin escrúpulos y de mentalidad sucia y ominosa.

¿Quién no ha descargado aplicaciones desde el pc de sobremesa, o portátil, o tablet o móvil sin atender un mínimo de precauciones? ¿Quién no ha abierto correos electrónicos de remitentes desconocidos? Nos creemos a salvo porque no sospechamos que nuestras anodinas vidas, no somos multimillonarios, ni CEO’s de grandes corporaciones, ni pertenecemos al star-system, pueda despertar el más mínimo interés de un ciberdelincuente, pero no es así ya que si bien tal vez no seamos el objetivo final si podemos ser puerta de acceso para otros más apetecibles.

Manel Medina y Mercè Molist (MMMM)
Manel Medina y Mercè Molist, ampliamente capacitados para escribir sobre ciberdelito y por tanto sobre ciberprotección ilustran situaciones peligrosas al acecho en internet, más habituales de lo creemos, mediante reseñas de hechos reales narrados de forma amena y comprensible para todos los públicos.

No es una novela negra de ficción, es true crime; una obra de divulgación didáctica que se lee como una de ficción y que da juego a argumentos noir.

Un toque de atención al ritmo de vida, frívolo cuando no inconsciente, que no contempla los riesgos a los que nos exponemos desde el momento en que nos conectamos a internet. Y no solo nosotros, también nuestros hijos, sobrinos y nietos. Cuídense, cuídenlos, son los más vulnerables.

domingo, 9 de junio de 2019

Detectives victorianas: las pioneras de la novela policíaca por Michael Sims

Un homenaje a esas precursoras que
son el eslabón fenotípico entre las
mujeres de antes y las de ahora.
Detectives Victorianas, contra lo que pueda parecer, no fueron un grupo de mujeres dedicadas a la investigación criminal en la época/o bajo la supervisión de la Reina Victoria de Inglaterra. No, nada de eso. Detectives Victorianas ofrece aventuras de mujeres ficticias, aunque imbuidas de realidad, que se dedican a resolver crímenes, porque para eso no es indispensable tener colgajos sino sentido común, capacidad de análisis, dotes de observación y un punto de osada irreflexión (si quieres resultados distintos, haz cosas distintas).
También ayuda la poca atención que recibe la mujer de su época en un entorno masculinizado lo que permite moverse, con discreción, a su antojo y su facilidad por empatizar y ser recipiente de confidencias.
Detectives victorianas es un homenaje a esas precursoras, a esas advenedizas, respondonas, contracorrientistas y exigentes de igualdad de género que son el eslabón fenotípico entre las mujeres de antes y las de ahora luchando siempre contra la opresión en todos los frentes y que a un nivel íntimo se tradujo en suprimir los corsés como años más tarde caerían los sujetadores. Bad Girls!
Detectives victorianas: las pioneras de la novela policíaca es una recopilación de once relatos policiacos protagonizados por mujeres como detectives por oficio u afición. Es un viaje al pasado que desmerece el presente ya que su irrupción y sus demostraciones hacían presagiar un futuro apuntaba más alto. Es una recriminación a la poca empatía del ser humano, del hombre básicamente, que sigue discriminando por género, entre otras razones. Es un empuje al sufragismo que alcanzó el voto y hoy debería ser razón de estado.
Poner en duda lo que siempre
nos han dicho que es serio.
No hay que leer solo a Detectives Victorianas por su contenido policiaco y por su generosa intriga, que sí y que se disfruta mucho salvando la época; también hay que leer entre líneas y constatar la dificultad de la mujer por ejercer en un mundo dominado por hombres (¿les suena?) y más en profundidad comprender que en las lecturas de esos relatos hay mucha sociología: hay la narración en tiempo real de la evolución de un mundo que, hoy nos parece lógico y normal pero entonces, cambiante, era la revolución de las cosas, bonitas, puesto que eso eran las mujeres, poco más que adornos que lucir; la evolución de un mundo patriarcal y condescendiente (¿les suena?).
Una ficción que resulta premonitoria. Hay que remontarse a 1860 para conocer los primeros escarceos en el mundo criminal con mujeres detectives; hasta 1883 para encontrar una mujer en el cuerpo de policía con poca relevancia y esperar hasta 1918 para encontrar la primera agente, operativa, de policía en Scotland Yard.
Michael Sims ha hecho su selección, otros, otras, la hubieran hecho distinta; es así y siempre será cuando haya subjetividad, pero hay que reconocerle elevado grado de acierto en el índice confeccionado.
Como todo compendio consigue su fin pero no evita que unos relatos destaquen más por su apasionamiento y otros por su suspense, algunos por su intrincado planteamiento o por sus perfilados protagonistas, y todos alardeen, sin saberlo, de unos argumentos entretenidos y magníficos retratos sociales que ya muestran los síntomas que han hecho de la novela policiaca una enfermedad que gusta padecer.
Un compendio que se sustenta en estos 11 relatos:
  • La condesa misteriosa, W. S. Hayward.
  • El arma desconocida, Andrew Forrester hijo.
  • Dagas dibujadas, C. L. Pirkis.
  • El brazo largo, Mary E. Wilkins.
  • El asunto de la puerta de al lado, Anna Katharine Green *
  • El hombre de los ojos feroces, George R. Sims.
  • La aventura de la anciana quisquillosa, Grant Allen.
  • Las muescas del bastón, M. McDonnell Bodkin.
  • El hombre que me cortó el pelo, Richard Marsh.
  • El hombre que tenía nueve vidas, Hugh C. Weir.
  • La segunda bala, Anna Katharine Green.
Solo una pregunta, habida cuenta del motivo del compendio y habida cuenta de las distintas sensibilidades ¿por qué la selección la hace un hombre? ¿Por qué no se han seleccionado solo escritoras?

*No es un relato autoconclusivo y no debería formar parte de este libro.

domingo, 2 de junio de 2019

The Private Eye de Brian K. Vaughan y Marcos Martin

The Private Eye es el cómic noir que te falta por leer.

El fin del mundo llegará pero no será tal como nos han anunciado; llegará y no será con un cataclismo de proporciones bíblicas pero igual de devastador: en 2076 el mundo se ha quedado sin internet y también sin datos y sin registros, la nube, probablemente sobrecargada no ha aguantado más y ha cedido al peso de tanta información desgajándose en miles de millones de pedazos del tamaño de una micra. Es el fín no deseado, no sospechado, de un mundo tal y como ahora lo conocemos.

Hasta el más escondido secreto de cada usuario, cada gobierno y cada institución pública y privada quedan expuestos, carnaza para quienes la sepan aprovechar y al no poder garantizar una solución de futuro se decide la abolición de la red.

Se lo ha tragado la tierra.
Del digital al analógico. El mundo al revés, quién lo iba a decir. Es como volver del teléfono, no ya el móvil, sino del multifrecuencia al decádico. Vamos, lo que sería discar otra vez en un círculo agujereado para señalar los números que conforman la llamada a un lugar. No a un usuario, sino a un lugar.

Un mundo en el que tener un abuelo puede significar sobrevivir. Y es que contar batallitas de cuando la informática balbuceaba puede equivaler a una navaja suiza en manos de McGyver.

The Private Eye es una espectacular muestra de como el cómic noir y la ciencia ficción son una pareja de bailes excelente; la acción se desarrolla en un futuro cercano pero terriblemente lejano por lo que pueda suponer en expectativas. En algunos aspectos parece ir al mañana pero en general se queda en el ayer y es que lo retro es siempre fashion.

Nos han caducado los abonos.
En un mundo en el que La Prensa, el cuarto poder, sustituye a la policía, los paparazzi son escoria que hay que eliminar. Patrick Immelman es un detective privado no autorizado que consigue información y antecedentes de aquellos a los que sus clientes quieren investigar.

Algo más que prohibido en la sociedad del momento, donde la gente se cubre con máscaras y disfraces para no ser reconocidos en lugares públicos; si buscan preservar su identidad para nada querrán que se hurgue en su intimidad o su pasado.

Por esa razón aún resulta más inverosímil cuando Patrick recibe el encargo de una chica para que investigue sobre su propio pasado. Necesitado de dinero, y quien no, acaba aceptando sin imaginar que todo lo que aparenta ser fácil no lo es en absoluto y cuando se produce el asesinato y él se convierte en también objetivo no hay cinismo de detective noir que pueda parar las balas. Ni Philip Marlowe podría.

¿Qué hace un puto helicóptero en mi jardín?
Un guión de Brian K. Vaughan (quien no conozca su obra ya está tardando) que no cae en la facilidad de repetir tópicos (quien lo conoce ya lo sabe) del género policiaco, noir y cifi y que es capaz de recrear manidos argumentos y hacerlos novedosos cuando no inventar otros aparentemente imposibles y dotar a los personajes de unos perfiles que se sostienen más que la mayoría de personas de carne y hueso. Y con un final que emociona y acerca a reflexionar sobre la sobrevaloración de los medios de información y el escaso control que se les practica y sobretodo la inconsciencia de los usuarios de las redes.

El dibujo de Marcos Martín es impecable, limpio, de trazo fino y estilizado, con viñetas grandes, con primerísimos planos y fondos detallados lo justo para dar consistencia pero sin agobiar y muchos vacíos que llenan más con su buscada vacuidad que si rebosaran de ruido; con unos movimientos de cámara que dinamizan más que la línea clara europea pero sin el mareo Marvel. Un resultado elegante y muy agradable a la vista.

Fotografiando semáforos.
Algo a lo que contribuye, sin duda alguna y no menos importante, la colorista Muntsa Vicente que realiza un trabajo brillante, y no solo por el tono empleado que también sino por que se mueve con soltura dentro de una amplísima paleta de colores y gamas muy potentes que emplea para iluminar y resaltar la trama y el ritmo narrativo. Una combinación de tonos y matices que potencian al dibujo y refuerza al guión: algo obvio para quien tiene la difícil tarea de colorear pero que a menudo se olvida.

Hay ecos de Blade Runner, y como no de Moëbius y El Incal y, claro, de John Difool, pero también de Chandler y de Asimov, todo diluido en una explosión de imaginación y creatividad gráfica, de original diseño y color. Un cómic luminoso, nunca el futuro se presentó tan lleno de luz y color, tan bien delineado y tan bien explicado.

No se le dispara a un médico.
Un cómic pensado para visionar en digital, formato 16:9, y aprovechar todo el tamaño de la pantalla; el formato de página, pantalla, sino el de las viñetas, las líneas de visionado, los puntos calientes, todo está calculado a la perfección para gozar de una experiencia visual espectacular. Pónganse música adecuada y disfrutaran de una lectura inolvidable.

Pero se disfruta la mar de bien en cómic de papel de toda la vida, 280 páginas con la aventura y casi 80 más con reflexiones de los autores, bocetos y extras; con un formato apaisado y una calidad de impresión esmerada, resulta de indispensable lectura. Indispensable en la estantería, para revisitarlo una y mil veces. Indispensable en su colección de comics noir.

Obra premiada con un Premio Eisner (no es necesario como argumento refrendatorio pero tampoco lo tiene cualquiera).