viernes, 31 de julio de 2015

El extraño del ayer de Cristina Higueras

Instrumentos que salvan vidas
y que provocan muertes
 El extraño del ayer ha resultado ser una grata sorpresa.

Grata sorpresa la de esta escritora novel a lo que parecía una aprovechada jugada de marketing al momento dulce de la novela negra. Ya saben, el estudias o trabajas ha evolucionado hacia ¿escribes novela negra o no eres nadie?

Grata sorpresa al encontrar un argumento de carga psicológica profunda, de las de clínica y frenopático, grata sorpresa al toparse con unos personajes agradecidos en su papel hasta el punto de que en ellos nada desentona.

Grata sorpresa al sumergirse en una lectura de evolución constante y grata, gratísima sorpresa ante un final de los que cierran perfectamente el argumento y dan redondez al trabajo.

El extraño del ayer es una novela hitchcockniana en el sentido más retorcido del calificativo y empleado con respeto y como profundo reconocimiento. Y poco más se puede decir sin riesgo a mostrar las tripas de una trama medida y calculada de forma precisa que juega al gato y el ratón con el lector para dársela con queso.

Gonzalo Feomorel, forense con problemas para conciliar sueños calmos, despierta una mañana junto a un pendiente sin propietaria. Y le consta que no es de su novia Diana. El misterio se aclara, y es entonces cuando todo se complica, al descubrir que pertenece al cadáver de una joven asesinada con un modus operandi que obedece a algún tipo de ritual o paranoia.

La inspectora Loren Barceló y la oficial Mónica Rojo son las investigadoras encargadas de esclarecer este turbio caso. El caso es el cadáver de una joven con los genitales mutilados y con simbología pintada en su cuerpo.

Tanto el equipo médico forense como los investigadores policiales sienten que necesitan atrapar al culpable antes no vaya a más, ya que la puesta en escena hace presagiar que pueda haber más víctimas.

Cristina Higueras, la autora
Cristina Higueras ha construido una novela escrita en primera persona pero con puntos de vista alternados que consigue despistar al lector que pide más y se lo cree aun sabiendo que en algún lugar se esconde la trampa.

Se nota que hay trabajada documentación que le da ese plus de verosimilitud que la hace más interesante y más aún por tratar un tema traumático y del que tan poco se habla como es el de la intersexualidad.

La novela tiene ese ritmo y ese enganche cliff hanger que la hace muy apropiada para vacaciones ya sean trayectos largos ya que conseguirá que se hagan cortos o para esas sesiones de playa o piscina.

La autora se está planteando dar continuidad y convertirla en serie (podría resultar algo interesante) y además está ya trabajando en su adaptación al cine (y estando ella detrás igual hasta sale bien y todo).

viernes, 24 de julio de 2015

Asesinato en la colina de Gisbert Haefs

Se presenta Baltasar Matzbach.
No hace falta decir nada más
Baltasar Matzbach es el insólito protagonista de una serie de diez novelas publicadas hasta la fecha, en las que ejerce como detective aficionado. Novela negra alemana.

En esta primera, Asesinato en la colina, se presenta de forma heterodoxa para los no iniciados a su persona para desentrañar algo que bien podría llamarse el misterio del cepillo de dientes: cepillo porque una mañana aparece uno desconocido junto al suyo y misterio ya que vive solo y no ha tenido, que recuerde, compañía alguna esa noche que justifique la presencia en su baño de ese artilugio.

De cómo se pasa de un cepillo de dientes a un asesinato tiene su explicación en una larga serie de estrafalarias teorías confirmadas en sucesos, de igual modo que el viento precipita una piedrecita por una pendiente nevada y acaba generando un alud de imprevisible magnitud.

Todo en Baltasar es excesivo e imprevisible.

Baltasar es filósofo, no solo por sus estudios, sino por su forma de reinterpretar la realidad y de entender la actividad: el aburrimiento que sugiere asumir lo conocido y lo cotidiano es sinónimo de muerte. De ahí que no pueda dejar de estar ocupado y en su torbellino arrastre a su círculo de amigos compuesto por el reportero Moritz, el escritor Henry y el doctor Römertopf.

Baltasar es también físico nuclear, de un invento patentado le vienen sus ingresos que le permiten vivir sobradamente y permitirle sus viajes, sus comidas, bebidas y otras extravagancias. También suma a sus ingresos beneficios derivados de haber compuesto canciones y de escribir regularmente en una revista, firmando como mujer, en un consultorio donde responde dando consejos sobre amores, dietas y cualquier otro tema sobre el que le pregunte el público femenino al que va dirigida la publicación.

Y por último su peculiaridad se extiende a su sentido del humor, su forma de aplicar la lógica, de entender la educación y buenos modales, y de estimar su propia obesidad.

Baltasar es Baltasar.

La novela transcurre entre paisajes urbanos de la alemana ciudad de Bonn, de su casco antiguo, de los años ochenta con cierto regusto apocalíptico. Transcurre por paisajes sociales de una ciudad de la que se denuncia su degeneración política y moral generada por políticos corruptos y propiciada por funcionarios incompetentes. Un sentimiento agridulce del que ama la ciudad pero no en lo que se ha convertido.

Una ciudad que Baltasar y sus amigos van a recorrer en busca de algo que ninguno sabe bien que es pero que se sabe que existe. Un argumento fuera de convencionalismos. Como recorrer un museo mirando cabeza para abajo.

Lectura abrumadora por los vaivenes de la trama acordes con los vaivenes mentales de Baltasar y su verborrea aturdidora.

Gisbert Haefs
Esta novela de Gisbert Haefs es el pasaporte para entrar en un universo inexistente. Para conocer una trama ilusoria e ingeniosa sometida al orden del azar. Para sumergirse en una redacción afilada donde el sarcasmo escoge las palabras para comunicarse y donde a pesar de que haya muerte y misterio a resolver se esté a las antípodas de la novela policíaca tradicional.

Es más bien una parodia mordaz en donde identificamos tics de detectives desde Sherlock Holmes a Nero Wolfe, por mencionar dos dispares y en donde también caben Los tres evangelistas de nuestra querida Fred Vargas.

A Baltasar Matzbach hay que leerlo respetando los mínimos de descompresión recomendados por el sentido común y el Ministerio de Salud Pública ya que enlazar una novela con la siguiente puede resultar peligroso.

Se entiende pues que sea una lectura de difícil recomendación y no apta para cualquiera, ya que una cosa puede ser leerla y otra disfrutarla.


lunes, 20 de julio de 2015

Tres abuelas y un cocinero muerto de Minna Lindgren

¡Que magnífica novela policiaca
hubiera podido ser!
Estamos ante una novela melodramática con tratamiento costumbrista desde un punto de vista cómico del que resulta un humor negro muy destacable y muy inteligente. La autora hace un trabajo encomiable al recoger conversaciones que van desde la ironía más mordaz al ingenio más naïf.

El título Tres abuelas y un cocinero muerto, la cubierta con sangre y la coletilla ‘De Finlandia llega la Agatha Christie del norte” es una hábil trampa para incautos, como yo, cuyo cerebro asocia los tres imputs y ve lo que querían que viera: una novela policiaca estilo Agatha Christie donde tres viejecitas tipo Miss Marple van a investigar el asesinato de un cocinero.

¡Interesante supuesto planteamiento!

Nada más lejos de la realidad. Todo un engañabobos bien orquestado. Lamentable el recurrir a estos artificios amañados para vender. Ni es una novela negra, ni policiaca, ni tampoco enigma. Ni tan solo es una novela de suspense. Aunque en algún momento apunte maneras no sigue ninguno de los caminos trazados que pudieran conducirla  a ser considerada una novela de género interrobang.

Y una vez más constatar que la mayoría de blogs no reseñan. Ni tan solo leen la novela. Se limitan a escribir lo que les llega sin contrastar veracidad o a copiar de otro y listo. Penoso.

Por lo demás y ya que la leído toda (solo faltaría que la trama criminal surgiese hacia el final, como ha hecho Isabel Allende en su Juego de Ripper, otra que tal) decir que resulta una novela entretenida, divertida y deprimente; aunque parezca contradictorio.

Y si bien al principio de la novela se creería que al final de nuestras vidas uno quisiera pasarlo con tan grata compañía en una residencia estación terminal como el Centro Residencial Geriátrico El Bosque del Crepúsculo, a medida que se avanza en su lectura se acaba conviniendo que casi mejor arrojarse al tren en dicha estación y acabar con dignidad antes que vilipendiado por intereses egoístas de cuidadores sin escrúpulos.

Efectivamente el cocinero Tero Lehtinen está muerto y eso es todo lo que vamos a saber, por lo que sin cocinero no vamos a cenar y sin intriga tampoco estaremos leyendo una novela policial. Si acaso una novela de patético costumbrismo y con una moraleja: que no falte la alegría ni las ganas de vivir.

Irma Lännenieimu de  92 años, Siiri  Kettunen de 94 años y Anna-Liisa de 93 años, son las tres ancianas (que no abuelas) protagonistas. Con una movilidad envidiable, por su edad, y una lucidez mental que ya quisieran para si muchos miembros, mucho más jóvenes, de gobiernos occidentales, sobreviven con habilidad a las aviesas y malosas maniobras a las que se ven sometidas en su centro de apartamentos alquilados donde no están internadas sino que viven libremente en una prisión.

¡Quiquiriqui! es su grito de saludo comprensiblemente oído por mucho ruido ambiente que las envuelva.

Minna Lindgren la autora
Y Döden, döden, döden (la muerte, la muerte, la muerte) su mantra para alejar penas y desdichas aunque se hable de difuntos y claro está, de muerte y aunque siendo finlandesas lo mencionen en sueco. Paradojas del bilingüismo que de eso en Catalunya sabemos un rato largo.

Ah! y si como invitados a merendar les ofrecen café y sexo, es en realidad un juego de palabras y lo que realmente le están ofreciendo es café y galletas.

Lo dicho: divertido canto a la vida, que tal como está de achuchada ya es mucho. Con enigma policial hubiera sido un 10.


Tres abuelas y un cocinero muerto es la primera novela de lo que su autora Minna Lindgren ha venido a llamar la Trilogía de Helsinki. Ni idea de que van a tratar las otras dos novelas, a lo mejor nos sorprende agradablemente y se ponen a investigar el asesinato del cocinero y se convierte en una apasionante novela policiaca.

miércoles, 15 de julio de 2015

Perception TV

Es de los que ve a la joven
o a la anciana? La mente y
sus engaños
Perception, Percepción, es una serie de tv estadounidense de la que se han emitido tres temporadas antes de que la productora TNT decidiera liquidarla en una decisión puramente mercantilista, al sacrificar originalidad y calidad por rentabilidad ¿a quien sorprende?

Perception sigue la estructura de las series que han ido triunfando en los últimos años y que ha marcado patrón con la asociación de un profano al cuerpo policial. Alguien alejado de  los procedimientos policiales pero con algún tipo de habilidad que los complementa con destellos de ingenio e imaginación y cuya ayuda resulta fundamental en la solución de los casos en los que participa.

Así pues una serie a la que solo hay que pedirle lo que da: entretenimiento. Pero en este caso (siguiendo el camino que iniciara Miénteme) va con un bonus track de cientifismo doméstico y es que aporta conocimiento biológico sobre el cerebro y su manifestación en el plano vivencial.

Los episodios suelen empezar con el Dr. Pierce dando clase a sus alumnos y cautivando su interés lanzando preguntas como quien lanza cargas de profundidad para despertar a un submarino dormido, en este caso empleadas para activar y estimular las mentes de los estudiantes.

Y estas preguntas y las disertaciones que las acompañan dan pie al argumento, ya que el caso a tratar está directamente relacionado con su enunciado y a su vez con una disfunción cerebral.

Como por ejemplo:

  • ¿Qué es la realidad? Síndrome de Korsakoff
  • ¿Qué es la conciencia? Esteganografía
  • ¿Existe el libre albedrío? Hipersexualidad
  • ¿Dónde se procesa el razonamiento moral? Empatía
  • ¿Cómo la amígdala toma decisiones? Obsesión
  • ¿Por qué nos rendimos a la tentación? Teratoma
  • ¿Cuál es el peligro de nuestros prejuicios? Memoria implícita
  • ¿Cómo se manifiesta la desilusión? Síndrome de París

(Vean la lista entera de todos los episodios en este enlace a la Wikipedia)


Daniel Pierce es un brillante diagnosticador de enfermedades, buen profesor de Universidad de neurociencia y mejor comunicador que colabora con el FBI como asesor en casos que requieren de su saber, reclutado por la agente especial Kate Moretti (Rachel Leigh Cook), antigua alumna suya, con la que profesa un gran entendimiento.

Daniel Pierce es doctor en neuropsicología y sufre de esquizofrenia paranoide, un trastorno con manifestaciones espontáneas en situaciones de estrés por tensión o por abrumadoras situaciones con muchedumbre, sino se está bajo medicación.

De izquierda a derecha:
Kate, Daniel, Max y Natalie
Cuando está bajo la influencia de alguno de sus incontrolables episodios sufre alucinaciones y ve y habla con personas inexistentes, por ese motivo vive con él Max Lewicki (Arjay Smith) un estudiante de post grado quien le ayuda a su estabilización emocional en los quehaceres diarios tanto domésticos como docentes y a quien conoció en un hospital.

La serie, a diferencia de sus coetáneas, ofrece una perspectiva dramática al procedimiento policial al presentar enfermedades que aún siendo más habituales de los que podamos creer, permanecen ignoradas.

Y en esa diferenciación radica gran parte de su originalidad, combinar esa parte docente y teórica, para nada aburrida y muy interesante, vinculándola a una situación real y a un caso de asesinato, resulta de lo más estimulante para el espectador que además obtiene el plus de ser una serie con gran sentido del humor, y unos argumentos cargados de intensidad y emoción (parecerá una tontería pero descubrir al culpable resulta más difícil en esta serie que en otras parecidas, y eso también se agradece).

Eric McCormack el actor que interpreta al doctor Pierce ofrece una interpretación brillante, muy creíble y muy lograda, y se lleva de calle la atención en cada episodio. Hay que agradecer también la magnifica dicción en el doblaje, sin ninguna palabra dubitativa, lo que permite asistir a las clases del doctor sin apreciar visos de ficción.

Los casos criminales, de complejo argumento, perfectamente imbricados en esos síntomas neurológicos, son por si mismos motivo suficiente de atención.

Una serie original, que no insulta para nada la inteligencia del espectador con trucos baratos, y que por el contrario despierta curiosidad e interés científico. Su desaparición es una pérdida a lamentar.


1ª. Temporada de 10 episodios
El doctor Daniel Pierce recibe la oferta de volver a colaborar con el FBI por parte de la agente especial Kate Moretti, que ha vuelto a Chicago después de un matrimonio con problemas que ha dejado atrás en New York. Los episodios son dinámicos e interesantes y aprender a distinguir cuando los protagonistas son reales o imaginarios según el estado mental de Daniel mantiene viva la atención. Conoceremos a Natalie Vincent (Kelly Rowan) una de sus alucinaciones recurrente y que actúa de compañera, amiga, confidente y conciencia según convenga en cada momento.


2ª Temporada de 14 episodios
Se incorpora a la serie el marido de Moretti, ayudante del fiscal general, que se traslada a Chicago para arreglar su matrimonio y recuperar a su esposa; situación que comportará que haya dos gallos en el gallinero y por tanto un conflicto a solucionar. Por otro lado asistiremos al desdoblamiento de Natalie Vincent al plano real, viviremos el regreso del amor de juventud de Daniel, la concertista de violoncelo Miranda, y asistiremos a una manifestación de su enfermedad en medio de una clase que pondrá en la picota su continuidad en la Universidad.


3ª Temporada de 15 episodios (y última de momento)
Un inicio trepidante en París combinando amor y thriller para volver a retomar lo conocido en Chicago. Pierce ha mejorado sus condiciones laborales y ha empeorado sus relaciones amorosas; además se le acopla su padre que sufre Alzeimer por lo que su vida se desequilibra como para desestabilizar a cualquiera. Los guiones de esta temporada son aún más trabajados e interesantes que los ya vistos anteriormente y el cierre lo pone una boda cuyos contrayentes no se conocen hasta el mismo final.

jueves, 9 de julio de 2015

Almas grises de Philippe Claudel

"Qué dificil es matar
a los muertos"
Abordar la lectura de Almas grises creyéndola una novela negra sería inapropiado y llevaría a decepción, pero también lo sería creer que no lo es: la negrura de la historia así lo justifica aunque ni en su desarrollo ni en su resolución se sigan los cánones establecidos y el asesinato acabe siendo solo una excusa para desarrollar una historia costumbrista no exenta de intriga policial.

Finales de la primera guerra mundial en Francia, diciembre de 1917, la desolación vive instalada en los pueblos y en los campos envolviéndolo todo de gris. También se ha instalado en el cuerpo de los combatientes y de los lugareños. Se ha apoderado de sus almas. Almas grises.

Belle (Belle de jour para los más idílicos) ya no es más que un precioso cadáver. Una princesa de cuento. El cuerpo sin vida de quien a sus diez años debería bailar y saltar y reír y no yacer en aguas gélidas. Las princesas, cuando son niñas, no deberían morir.

Un cadáver en aguas gélidas
Un asesinato en un villorrio al norte de Francia próximo al frente donde se libran batallas y donde los campos están sembrados de cadáveres. Donde Belle, forzada por las circunstancias, ha madurado demasiado deprisa y trabaja ayudando en el restaurante de su padre, El Rébillon.

Su menudo cuerpo, objeto de deseo; su pícaro comportamiento promesa de placer. Toda ella expuesta a los ojos de la desesperación y del miedo por la guerra y sus consecuencias.

El ritmo narrativo se sustenta en la crónica que de los hechos relata, veinte años después, alguien que estuvo muy implicado en el Caso ”subrayando la mayúscula con suspiros y aspavientos”. Sus revelaciones presentan aquellos hechos y aquella realidad desde otro ángulo y exponen lo que tal vez nadie sospechó.

Almas grises hace referencia a la condición humana cuando la indeterminación se apodera de los actos; cuando es más fácil dejarse llevar que afrontar las situaciones. Cuando ser vencido resulta más cómodo y menos cansado que luchar por una supervivencia improbable.

Philippe Claudel
El lenguaje que emplea Philippe Claudel, narrado en primera persona, es comedido para todo el horror y dolor lo que describe: cobardía, hipocresía, envidia, pérdida de la inocencia, complacencia y maldad.

Narra los acontecimientos y explica las sensaciones evocándolos a partir de sus personajes y empleando para ello una prosa poética rellena de ausencias.

Emplea este recurso literario como medio para describir lo más sórdido. Lo que permite al lector sobrellevar la hiriente dureza de la historia con más facilidad.

La novela resulta compleja pero no complicada. Cada personaje de la obra: el policía, su mujer, el fiscal, su criada, la maestra, el padre de Belle, el tonto del pueblo, la vendedora de pieles, la viuda, el párroco, el juez y el coronel y más que alimentan esta historia son ejemplo vivo del egoísmo de los seres humanos frente al comportamiento más primario pero más noble de otros seres vivos no racionales.

Como lo sostiene la pantomima de decidir un veredicto, tan determinante que supone que alguien viva o muera, en medio de un banquete al calor del vino y de la calefacción, mientras en el exterior quien espera justicia sufre torturas soportando temperaturas absolutamente gélidas. Feroz resumen que viene a ratificar aquello que el hombre es un lobo para el hombre.

Qué difícil es matar a los muertos

lunes, 6 de julio de 2015

La chica del tren de Paula Hawkins

¿Soy el único al que su lectura
no le ha dicho nada?
A la novela La chica del tren, las partes interesadas en su promoción, la comparan con todo lo que tenga que ver con trenes, asesinatos y voyeurismo: El tren de las 4:50 de Agatha Christie (nada más lejos de la realidad); La ventada indiscreta de Cornell Woolrich (ya quisiera; incluso la adaptación de Hitchcock); Extraños en un tren de Patricia Highsmith (se parecen como un huevo a un espárrago); Perdida de Gillian Flynn (con esta última, además de un posible punto en común argumental, porqué fue el éxito de ventas 2014: o sea su predecesora en esto de la novela del verano).

Del mismo modo que si el título hubiera sido qualquier otro, La chica de la playa, por ejemplo, la compararían con Tiburón, Calma total, Titanic o Le llaman Bodhi.

Parece que si no te comparas no existes. Y todo para sublimar la referencia al suspense.

Intriga y suspense, puntos en común de todos los títulos citados. Pero los medios olvidan que el suspense no es solo aguardar al final para desvelar o resolver; el suspense se va componiendo página a página y fotograma a fotograma y que solo de esta forma se consigue el efecto épatant al final.

Curiosamente nadie la ha comparado con El diario de Bridget Jones y es que dejando la comedia aparte (La chica del tren es completamente dramática) mantiene más de un paralelismo.

Rachel es una joven inglesa solitaria, alcohólica, que está engordando, que se siente sola, perdedora, incapaz de afrontar la realidad y por eso mismo engendrando un sentimiento de culpabilidad y frustración que le impide dejar la bebida. Un círculo vicioso que la hunde cada vez más.

Una joven desesperada, pero sin capacidad de reacción, por disponer de una vida que no le es desconocida: con un hombre al que amar, con un trabajo en el que realizarse, con una casa que decorar, con un hijo que cuidar y con un entorno donde relacionarse.

Por eso cada mañana mientras va a Londres en tren mira por la ventanilla y fantasea con las personas que ve e imagina vidas de cuento y ensueño; y por eso cuando un día ve un gesto cariñoso que sin embargo amenaza con romper la felicidad que supone en una pareja, se activa en ella la necesidad de interceder lo que acaba involucrándola en un caso criminal.

Rachel va a ser protagonista determinante aunque involuntario de esa confusa trama que muestra que la vida que se ve desde la ventanilla de un tren puede no parecerse a la que se vive desde dentro del hogar.

Paula Hawkins
Paula Hawkins ha escrito un thriller psicológico trazado en espiral de avance lento y sin sorpresas. Con un tratamiento de la cotidianeidad, casualidad, ubicación suburbial próxima a Londres e inclinaciones paranoides de los personajes, de esa escuela británica mejor representada por Patricia Highsmith, Ruth Rendell o Sophie Hannah.

Narrado en primera persona por las tres voces femeninas protagonistas: Rachel, Megan y Ana (no resulta fácil entrar y salir cada vez de un personaje distinto para captar en su plenitud los tics de cada una) expone los sentimientos, los miedos, las emociones, las debilidades y los razonamientos que mueven a cada una de ellas y que las llevan alternativamente a despertar simpatía y rechazo a ojos del lector.

El resultado final es un thriller que ya hemos leído antes con un argumento que en todo caso embauca más que atrapa y con un final tan precozmente intuido que su constatación al producirse aburre más que complace.

En 2016 estreno de la versión cinematográfica.

miércoles, 1 de julio de 2015

Los crímenes del abecedario de Esteban Navarro

En Los crímenes del abecedario se suceden una serie de asesinatos que suponen el resultado de una conducta apoyada en un simbolismo y un planteamiento meticuloso. Quien asesina está usando la inteligencia y la lógica. Una intelectualidad sometida a bajas y abyectas pasiones.

Todo un desafío para la investigación policial. No es solo un asesino más, sino que por añadidura demuestra ser ocurrente y listo, como demuestra el modo de seleccionar a sus víctimas; y culto: no todo el mundo ha leído a Sade ni oído hablar de Justine; y sádico: no todo el mundo busca el placer infringiendo dolor ni forzando el sexo.

La joven agente Diana Dávila, en su segunda novela, y su jefa Arancha Arenzana van a llevar el peso de esa investigación a pesar de que ciertas reminiscencias machistas entre sus compañeros, incluso jefes, intenten dinamitarlo La discriminación presente en todos los estamentos.

En la novela se entremezclan hábilmente no solo estos asesinatos sino el empleo de las redes sociales y el uso y acceso creativo a otros medios, que requerirían de permiso judicial, para fines policiales y no se esconden tampoco actividades corruptas entre los miembros de las fuerzas del orden. Todo un compendio de sub tramas que enriquecen el argumento y lo llenan de contenido.

El pero está en la repetición de conceptos, situaciones, función de los protagonistas... tan innecesaria que resulta molesta. Tan notoria que se diría que se concibió como una novela por entregas y que con la reiteración se pretende a ayudar al lector a no perder el hilo. Una lástima que la lectura de revisión lo pasara por alto y que no puliera estos aspectos y mejorara así su legibilidad que no sufre pero no corre lo que debiera.

Es como servir una elaborada sopa y ofrecer un tenedor para degustarla: una parte se pierde por el camino y desdibuja su finalidad.

También debe apuntarse en el debe que recordemos más a las dos protagonistas femeninas de la novela por su connotación y atractivo sexual y sus deseos no siempre contenidos que por su profesionalidad, inteligencia y valentía. Cualidades que se les imputan pero que no se desarrollan y no se reflejan. El cliché empleado para definirlas debería de haber permanecido cerrado en el cajón del olvido (por no hablar de la selección de la imagen de la cubierta).

Esteban Navarro no exprime del argumento todo su potencial, que lo tiene, y relaja su capacidad narrativa al escribir permitiendo que se le cuelen tics impropios de su experiencia.

Soslayando estos aspectos, la trama resulta interesante porque juega al despiste, porque enfrenta al lector, a la par que a todo el equipo policial, a una mente juguetona solo que abocada al lado oscuro y porque consigue mantener el interés hasta el mismo punto final.

Del mismo autor, Esteban Navarro y en este mismo blog la reseña de Los fresones rojos