Un thriller policial costumbrista de gran calado. |
Tal vez los tulipanes dancen al son del viento, pero en
atmósfera controlada bajo techo no ha lugar. La danza de los tulipanes es un
eufemismo para explicar una ilusión óptica suscitada por una experiencia hipnótica
resultante de fijar la vista en esas flores.
Ane Cestero comanda en Euskadi la recién creada Unidad
Especial de Homicidios de Impacto, o sea aquellos que por su interés mediático
precisan ser resueltos con prontitud y tratar con tacto los medios de
comunicación. Para lo primero, Ane es ideal: buena profesional que no escatima
ni un minuto ni un esfuerzo en pro de la investigación. Para lo segundo, lo del
tacto, ya es otro cantar.
En un brutal inicio de novela, de gran impacto visual y
emocional, una mujer pierde la vida mientras tiene plena consciencia de ello.
La víctima sostiene un rojo tulipán entre sus dedos. Nada es casual y pronto
habrá más tulipanes y por consiguiente más víctimas.
La danza de los tulipanes es un vertiginoso viaje criminal,
quince días intensos durante los que vamos a conocer geografía ambiental y
humana. Con brillantes momentos puntuales como el avance por un mercado o las
conversaciones de bar, entre un sinfín más: surf, convento, actuación musical,
enfrentamiento familiar… y no es que existan esos lugares para que pasen cosas
sino que pasan cosas porqué existen esos lugares.
Cuando un autor consigue esto poco más se puede pedir.
Conseguir que armonicen de tal modo personajes y escenarios como para que nada
chirríe y permita al lector entrar de pleno en la historia olvidando que está ante una
representación resulta una experiencia maravillosa.
Ibon Martín va entretejiendo diálogos profesionales y
personales con pensamientos, descripciones de espacios abiertos con atmósfera de cerrados, intenciones
con acciones. Acelera en las rectas, cuando la trama lo
necesita, y reduce en las curvas cuando es aconsejable. Aparca en línea o en
batería según convenga y sabe, en todo momento, gestionar el ritmo y adecuar el suspense.
El autor escoge los elementos de cada género que le convienen en cada
momento y el resultado de combinar los referentes de la novela policiaca (lista
cerrada de sospechosos a cual lo es más), novela negra (denuncia varios temas tristemente
presentes en nuestra sociedad y con gran repercusión) y novela de suspense (la
voz de quien asesina avanza detalles que la investigación desconoce y mantiene
la lectura en vilo) es un híbrido tan acertado como complejo y como lo es el cuidado que requiere la hibridación de tulipanes.
En fin, estamos ante un thriller policial costumbrista en
toda regla. Un best seller de calidad internacional que si no acaba
reflejándose en la pantalla sería un error.
Ibon Martín |
Es un caramelo dulzón pero que no empalaga y que deja un buen
sabor de boca y ganas de más. La composición del dulce, bien medida y mejor ensamblada,
es adictiva y satisface a cualquier paladar. Solo los exigentes le reprocharan al
autor que se apoye en sabores conocidos y de solvencia contrastable; que no
arriesgue, que se conforme con una voltereta cuando podría dar un salto mortal.
No puede no gustar a quienes tengan en los thrillers best
seller su referente en lectura de evasión y entretenimiento. Y estarán de suerte ya que todo
apunta a que va haber más casos que investigar para la Unidad Especial de Homicidios de Impacto comandada por Ane Cestero.
Ah! Y felicidades a la editorial y al equipo diseñador por
tan magnífica cubierta y contracubierta que dice mucho y transmite una
sensación que quienes lean entenderán. Y el efecto lluvia: chapeau! Y la
delicatesen de las guardas. Hacía tiempo que no me encontraba con un producto
literario tan bien presentado: gracias.
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