Un recién llegado lo es aunque lleve años viviendo allí |
Los usureros son
vampiros de vidas, luego existen porque existe vida que arrebatar. Los usureros
son el último recurso de la desesperación. No deseado. Detestado. Son el hierro
candente al que agarrarse cuando bajo los pies no queda suelo y cuando el
perder una mano, o el brazo entero, puede resultar más barato que perder la
vida. O en el peor de los casos si ella se pierde ¿acaso no estaba perdida de
antemano?
Los chantajistas
son vampiros de dignidad, ladrones de momentos íntimos y que los chantajistas
amenazan con revivir públicamente con toda la malsana intención que ello pueda
suponer. Un chantajista nunca queda ahíto, esperar compasión o sentido del honor
en uno de ellos es suponer que se puede vaciar el mar con un cubo. Es tarea
imposible, cansina e inútil.
La combinación de
ambas tipologías, usurero y chantajista, en un solo ser dan un ente carroñero que
supone en el seno del grupo social de lo peor que se puede encontrar entre la
especie humana.
Totuccio
Badalamenti es un ejemplo vivo de ese tipo de espécimen despreciable, bueno,
vivo ya no, ya que alguien se ha encargado de apartarlo de la circulación.
Clavándole unas tijeras especialmente agudas en la nuca.
El comisario
Franco Bordelli que llevaba tiempo tras él buscando la forma de obtener pruebas
para enjuiciarlo se encuentra ahora con un caso cerrado que a su vez abre otro,
el de descubrir quien lo ha matado y que no le apetece abordar.
Al que lo haya
matado habría que darle una medalla y no perseguirlo y arrestarlo. Pero la ley
es para todos y él ha jurado cumplirla, por lo que más a disgusto que otra cosa
empieza a desgranar su investigación.
¿Están reñidas la
compasión y la misericordia con las obligaciones de un comisario de policía?
La novela El recién llegado transcurre entre el 12 y el 31 de diciembre de 1965, y día a día se va viviendo
la confrontación entre el Bordelli comisario, con el sentido del deber, y el Bordelli
solo persona, con su sentido de humanitaria supervivencia, que ha de decidir
cual es la mejor forma de solucionar el caso.
Château Monbazillac |
Agradecido de
tener amigos con quien compartir una buena charla o una buena comida o como el
caso de Rosa, con quien compartir dulzura humana y la del contenido en una
botella de El Monbazillac y con quien iniciarse en el mundo de la felicidad
inducida (¿acaso no toda lo es?) con unas caladas de marihuana escuchando sentados, muy juntos,
en el sofá las Sinfonías célebres de Rossini.
Mientras el
comisario Franco Bordelli pasea su melancolía, su escepticismo social y sus
dudas existenciales por calles mojadas, Piras, convaleciente en casa de sus
padres, de unas heridas de bala que podían perfectamente habérselo llevado al
otro lado de la tapia del camposanto, debe tratar con el suicidio de un vecino
y apoyar a los desconsolados familiares incapaces de entender las razones.
Cuando no hay
motivo para el suicidio por propia mano tal vez haya que buscarlo en mano ajena
y entonces deja de ser suicidio para convertirse en asesinato.
Los diálogos
telefónicos entre Piras y Bordelli parecen ayudar a uno y otro en la toma de
respectivas decisiones y así, aunque en la distancia, ambos, policías más allá
de cualquier duda razonable, harán lo que tengan que hacer.
Marco Vichi, el autor, hace
discurrir la novela por el filo de la navaja que separa lo bueno de lo justo y
lo justo de lo legal, presentando un caso que a ojos de la gente de la calle
tiene claro veredicto pero que a ojos de la ley tiene el veredicto contrario.
Y a su alrededor
los recuerdos de Bordelli y la guerra, esa guerra cuyas sombras también
alcanzan al joven Piras. Marco Vichi ha conseguido con esta tercera entrega de
la serie consolidar definitivamente sus personajes y darles vida más allá del
papel.
Tercera novela
protagonizada por este comisario Bordelli (nacido en 1910) que cada vez que se
ve en el espejo, cada vez que se mueve, cada vez que piensa, se ve, se nota, se
siente, mayor.
Tal vez sean las
fechas navideñas, en las que la nostalgia encuentra cobijo en los corazones y
las mentes de las personas, lo cierto es que ni las luces ni los regalos
consiguen animarlo. ¿Para qué sirve la vida?
Aunque disfrutar
una buena cena con Bota y sus mejores amigos de siempre es algo que no está
dispuesto a renunciar. Ni tampoco nosotros lo haríamos.
Procuren emular
esa cena, no tanto con lo comido o lo bebido sino rodeándose de ese tipo de
compañía que tiene efecto balsámico y... feliz navidad y mejor año nuevo 2015
Las dos primeras
novelas de Bordelli ya se reseñaron en este blog; a esta serie (como todas) es
mejor leerla por orden secuencial:
Feliz Navidad y un muy buen año te deseo.
ResponderEliminarAbrazos.
Igualmente Ethan!
Eliminar¡Feliz navidad y un mejor 2015!
ResponderEliminarUn placer leerte como siempre, Jordi.
Gracias Roberto, un 2015 para tí con cómics on fire!
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