Jazzuela neologismo que fusiona Jazz y Rayuela |
Jazzuela es un conseguido
logro de Pilar Peyrats de aunar el inabarcable universo donde, como dos ríos
que mezclan sus aguas, coexisten el simbolismo existencialista, melancólico e introvertido,
notas sincopadas y a menudo improvisadas de los textos de Julio Cortázar y las
composiciones musicales de libre factura de grandes clásicos del jazz
encontradas en Rayuela.
Jazzuela es el neologismo
que genera Pilar Peyrats a partir de la fusión de Jazz y Rayuela.
En Rayuela se
habla de jazz, se escucha jazz, se respira jazz. En Jazzuela, cd de audio con texto, se escucha jazz y se siente jazz.
Hay otras referencias al
jazz en otras narraciones y novelas de Julio Cortázar pero Rayuela es jazz; por
su estructura, por su contenido y sobre todo por su swing.
Rayuela merece y necesita
mucho espacio solo para comentarla imagínense para analizarla. Da para una
tesis. Así que ahí queda la referencia solo para relacionarla con el jazz y a
este con la novela policíaca en el universo de Cortázar.
De hecho no solo Rayuela
sino toda la literatura de Cortázar es jazz. Julio Cortázar procura escribir lo
que se le ocurre en función de lo que le sugiere donde está, improvisa,
inventa, se adecua a su estado de ánimo del momento y busca e investiga sin
saber qué ni porqué, solo por el placer de entusiasmarse y por sentir la
fascinación que produce el descubrir.
Notas musicales, notas de
texto: todas suenan; lo importante es que haya armonía y todo tenga sentido,
aunque sea difícil de apreciar y no esté al alcance más que de unos pocos
cronopios. En el jazz el tiempo lo es todo.
Y los músicos de jazz y
Julio Cortázar tienen en común que tratan el tiempo de forma no lineal en sus
composiciones artísticas, ya sea música o literatura.
Un cronopio es un reloj
de sol en el que suenan notas musicales en lugar de señalar horas.
Julio Cortázar |
Julio Cortázar admira a Edgar
Allan Poe y hay referencia a la novela policial en su obra. Tal vez porqué en
su juventud, de los 18 a los 28, leyó todo lo esencial del género llegando a
tal punto de erudición que se atrevió con un artículo que tituló Bibliografía Crítica del Género Policial
para una revista cuyo primer número nunca llegó a publicarse. Quien sabe si eso
hubiera marcado otra evolución en su literatura.
Pero superada esa etapa
abandona la lectura de género aunque mantiene la admiración por Poe y su economía
de medios. Esa redondez del cuento policial donde hay que rellenar con
substancia y primando la brevedad el espacio entre el inicio y el desenlace.
Hay dos narraciones de
Cortázar calificables de policíacas: ‘Continuidad de los parques’ del libro
Final del juego (1956) y ‘La noche del Mantequilla’ del libro Alguien que anda
por ahí (1977)
En ‘La noche del
Mantequilla’ la estructura, más de novela negra, responde a cierto clasicismo
tópico, aunque en Cortázar esto es paradoja, al emplear temáticas propia del
submundo corrupto que une política y boxeo.
Pero es en ’Continuidad
de los parques’ donde se muestra toda su capacidad creativa y su transgresión
del convencionalismo al romper la barrera entre realidad y ficción.
'Continuidad en los parques' es una brevísima narración que contiene las reglas y la lógica del cuento
policíaco pero que presenta un final donde fusiona ficción y realidad en un
mismo plano temporal lo que supone una ruptura del razonamiento racional: el
personaje de una novela abandona su realidad de ficción para acceder a una
metarealidad.
Escalera de Escher |
La narración presenta
tres realidades que discurren paralelas: la del lector externo del
cuento, la del protagonista lector interno de la novela y la de los
protagonistas de la novela leída, y que son solo una realidad común, como la cinta de Möbius.
Julio Cortázar consigue
el mismo efecto que Escher al entrelazar los planos espaciales en la escalera de Penrose permitiendo
estar subiendo y bajando sin cambiar aparentemente de plano.
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