viernes, 28 de febrero de 2020

Trufas para el comisario de Pierre Magnan


Una novela negra de aspecto poco
atractivo por fuera y deliciosa por dentro.
Febrero es la mejor época para las trufas. Están en su punto de maduración y los restaurantes no dudan en confeccionar menús a base de platos que contienen delgadas láminas de este preciado bien gastronómico.

Delgadas porqué su precio está por las nubes y de ahí que en las tierras donde se dan y los lugareños que las controlan, las recogen y las venden, sean lugares y personas opacas, poco dadas a la charla y siempre preocupadas porque su preciado tesoro pueda mermar en cosecha o en beneficio.

Las trufas se localizan con perros entrenados, o cerdos que, en realidad son sus cazadores naturales; su ubicación bajo tierra hace imposible verlas por lo que solo el olfato puede detectarlas. Es por eso que Rosaline, una cerda trufera con un olfato privilegiado, esté tan mimada por su dueño y cuando alguien se atreve a dañarla comienza la caza en busca del agresor.

Otra caza, ésta a cargo del comisario Modeste Laviolette, una persona tranquila y metódica, transcurre en la misma zona, en la que Banon, un pequeño pueblo de la Alta Provenza, es su epicentro. Un lugar dedicado a la recolección de trufas. Un alimento que chifla al comisario (y a quien no).

El comisario quiere descubrir el paradero de jóvenes de ambos sexos, hippies a ojos de los lugareños, que han desaparecido en los últimos tiempos.

Trufas para el comisario se presenta escrita con un estilo muy peculiar, importando poco las conveniencias y haciéndola, como la trufa, aparentemente difícil y fea por fuera pero increíblemente deliciosa. Es toda una tuber melanosporum que no deben dejar de probar si les gusta el género en su estado primitivo. Rural y noir.

Pierre Magnan
Pierre Magnan la escribió en 1978, la ubicó en una zona que conocía y amaba, hay notas de costumbrismo no chauvinista, hay ironía y situaciones existencialistas y aunque a los ojos de hoy, a cerdo pasado, la descripción que se hace de los hippies pueda resultar démodé, su cuidada redacción y su ingeniosa trama criminal la hace vigente y muy actual.

Pierre Magnan falleció en 2012 y dejó un montón de novelas y, en concreto, protagonizadas por Modeste Laviolette hay 8 de las que, hasta la fecha, solo se ha traducido esta.

Hay que desear que pronto haya más. Una vez probado, si gusta, es como la trufa: nunca tienes bastante.


domingo, 23 de febrero de 2020

Otoño lejos del nido de Ángel Gil Cheza

Novela policiaca con la suficiente
carga de denuncia social para
que se tiña de novela negra.

Salir del nido literal y metafóricamente significa afrontar de forma autónoma el inicio de la madurez. Regresar a él significaría, en cambio, un retroceso, un buscar refugio en un entorno asumido como protector.
Toda decisión importante en la vida supone un salto al vacío como el que se precisa para abandonar el nido. Hay incertidumbre, habrá inconvenientes, incluso problemas serios y se pondrá en riesgo la vida pero dado el primer paso ya solo falta avanzar sin detenerse.
En esta novela hay muchos abandonos de nido, los protagonistas se enfrentan a situaciones y decisiones que sobrepasan las fuerzas pero que no admiten esquivo, afrontarlas es la única solución. Y seguir adelante el único camino.
Un nido también puede convertirse en un féretro, como ha sucedido con la chica cuyo cadáver ha sido encontrado en uno en medio del bosque. La sargento Ivet Portabella y el cabo Xavier Tarrós, que en otra vida fuera Eva, van a tener un caso cuyo avance sugiere, evidencia y despista de una forma limpia y sin trampa para quien lea la novela; el despiste viene dado por los mismos protagonistas que, siendo humanos, se equivocan y deducen erróneamente.
Edgar Brossa, a quien la crisis le golpeó y aprovechó que estaba sin norte para arrebatarle todo lo material que tenía, dedica sus escasas fuerzas a la supervivencia. No dan para más y lo de reinventarse lo ve tan lejano como la línea del horizonte del mar vista desde la Barceloneta.
Sin dinero para pagar su habitación en piso compartido, se alimenta en comedores sociales tragando amargamente su desgracia. El realismo de la situación magníficamente descrita por el autor es piel con piel.
Edgar descubre porqué la amistad sigue siendo palanca que mueve el mundo y ante la perspectiva de una investigación, que para el periodista que lleva dentro es aire puro en los pulmones, acepta presintiendo que ya nada más malo puede suceder.
Ivet y Edgar van a cruzar sus caminos por culpa o gracias a sus respectivas investigaciones y la suma de esfuerzos les va a ayudar a avanzar en ellas y mejorar su respectiva autoestima que, de tan certeramente tocada por circunstancias dispares, estaba a punto de hundirse.
Ángel Gil Cheza

Ángel Gil Cheza ha completado una novela que se mueve por muchos frentes y consigue hacerla verosímil cuando no se revela directamente veraz. La transitan múltiples personajes como los que recorren cualquier calle, representantes de un amplio rango de culturas y clases distintas, moviéndose como pez en el agua en sus ambientes y como tortuga en pista de esquí cuando los sacas.
Emociones exteriorizadas por desbordamiento de tanto sentimiento imposible de seguir conteniendo y un argumento que se entreteje en una trama donde cada subtrama es de distinto color. En tono apagado, no hay alegría en ninguna casa, pero de variados matices según el momento y la hora del día.
Otoño lejos del nido es una novela policial con la suficiente carga de denuncia social para que se tiña de negro y suministra una lectura poderosa y emotiva a escala humana 1:1. Sin artificio, solo personas y con sus ideales, sus deseos, necesidades y su lucha diaria para evitar ser devoradas. No dejen de leerla.

domingo, 16 de febrero de 2020

La quinta víctima de J. D. Barker

Novela negra segunda entrega
de una esperada trilogía.

Estamos ante la continuación literal de la aclamada El cuarto mono, la que fuera una novela negra con inteligente y listo asesino en serie que se desarrolla a ritmo de thriller.

La persecución del criminal más buscado corre a cargo del FBI y el equipo policial comandado por Sam Porter que otrora llevara la investigación se ocupa ahora de otra serie de asesinatos que parecen llevar otra firma pero tanta maldad como el anterior.

Dos tramas principales que pronto van a dividirse en subtramas tan complejas como para presentar el aspecto de partidas de ajedrez simultáneas jugadas respectivamente por la policía y por el FBI.

Sam Porter, que no puede olvidarse de Anson Bishop, el asesino apodado el cuarto mono, desafiando a superiores y estamentos, a riesgo de perder la placa incluso acabar en prisión, prosigue esa investigación que le está vedada y que le llevará a viajar del frío Chicago hacia estados del sur, más cálidos y desconocidos.

Esta segunda parte vive de las migajas de la anterior y si aquella aportaba ciertos aspectos originales, está abusa de tópicos sin mesura y repite los patrones exitosos lo que le supone resultar previsible por reiteración.

Los giros de trama se retuercen en demasía y lo inverosímil, presente a lo largo de todo el desarrollo, toma el timón y a fuerza de querer sorprender deja de conseguirlo.

La quinta víctima satisfará, sin duda alguna, a amantes del género y a quienes gusten de las lecturas secuestradoras, ya que su estructura, su planteamiento, su tono narrativo y lo escabroso del argumento cumplen perfectamente con su cometido.

La lectura atrapa hasta imposibilitar; los cliffhanger capitulares obligan a seguir uno más, y otro y otro. La trama se engrandece hasta conseguir desplazar el foco de atención de los protagonistas para centrarlo en el que pasará.

Las diversas subtramas, que se alternan, van acercándose y alejándose procurando no dar pista alguna de cómo y cuándo van a acabar confluyendo y eso convierte cada protagonista y cada escenario en un punto caliente de interés no solo por su evolución individual sino por conocer cómo va a encajar en el conjunto.

Y ahí, chapeau, es donde radica su virtud. Aunque el ensamblaje sea a martillazos y el final deje con un desenlace tan abierto y apocalíptico como una pandemia a la espera de la tercera entrega.

El cuarto mono: no hagas el mal.
Si son creyentes están ante un thriller de suspense como Dios manda, si no lo son están ante un thriller de suspense como mandan los cánones.

Si van a abordar su lectura no olviden que hay que empezar por el principio: El cuarto mono ya que no estamos ante una serie sino ante una laaarga novela fragmentada en tres volúmenes (y el tercero aún no editado ni tan solo en versión original; hay quien dice que ni tan siquiera está escrito).

Una trilogía que más que ser leída parece pensada para ser vista como serie de televisión. Dada su densidad daría como mínimo para 6 temporadas de veintitantos episodios secuenciales cada una.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Progenie de Susana Martín Gijón

Progenie es una novela policíaca
muy bien planificada.

En Sevilla, en verano, el calor va dando puñetazos a quien encuentra por la calle a horas que no son horas para estar en ella, pero por otro lado puede llegar a ser tan fría como dinero se quiera gastar en sistemas de aire acondicionado que son quienes establecen diferencias de clase y de comodidad, como se palpa en el recorrido por distintos barrios de la capital, y eso es casi un lujo.

Como lujo es un embarazo largamente anhelado y porcentualmente improbable. Es para celebrarlo como si te hubiera tocado la lotería. Eligiendo ser madre soltera o no. ¿Quién ha arrogado a los hombres la autoridad de decidir lo que puede o no hacer una mujer con su cuerpo y con su vida?

Así piensa Camino Vargas, la Jefa Accidental del Grupo de Homicidios de Sevilla por ausencia de su titular a quien un coma le mantiene en un limbo estacionario en una cama de hospital. Cuarentona, liberada sin ningún reparo ni ningún complejo, entregada a su trabajo pero también a su placer.

Camino no siente la llamada de la maternidad pero no se mete, faltaría más, con quien si la sigue, entendiendo que nadie es nadie para imponer ideas ni criterios y que no se es ni más mujer ni menos, ni más completa por el hecho de ser o no ser madre.

Odia el machismo, incluso sus micro manifestaciones, sus intenciones ocultas y sobretodo su violencia sin distinguir física de psicológica: ambas parten de la premisa de dominar por la fuerza. Así que cuando se encuentra el cuerpo de una mujer atropellada en un lugar aislado con un chupete en la boca, la adrenalina se le dispara y su oficio se antepone a toda renuencia por la hora intempestiva en que el aviso la obliga a saltar de la cama.

Camino Vargas tiene un buen equipo y sabe que puede pedirles de todo pero también que su soledad no es compartida y quien más quien menos tiene familia por lo que su exigencia ha de ser medida y compensatoria si no quiere un motín.

La novela está muy bien escrita y esto, hoy en día, debería bastar para considerar su lectura sin más. Presenta un lenguaje rico en matices, versátil y verosímil que se va adecuando a las necesidades de cada momento y de cada personaje con absoluta naturalidad, callejero si se tercia, policial si así conviene y técnico científico, sin pasarse, cuando se requiere. Párrafos cortos, capítulos cortos, sin dar opción al respiro. Ritmo de thriller cargado de intriga.

Progenie es una novela policiaca muy bien planificada, intrincada y de solución escurridiza. Mucha acción, mínima descripción; mucho comportamiento humano, inteligentes diálogos y ninguna concesión a la divagación. Y aunque se cometa un error garrafal en un no planteamiento de la investigación aguanta dignamente hasta el final.

Susana Martín Gijón
Susana Martín Gijón ha ahondado en un buen tema comprometido, poco tratado en el género, como es el de la maternidad de libre elección que conforma otros tipos de familia distintos a los más comunes, y cuyo asentamiento social genera opiniones dispares. Y lo ha enfocado buscando distintos puntos de vista para dar máxima cobertura a todas las voces que a su vez se postulan sobre qué significa el feminismo, desde el más conservador al más liberal.

El planteamiento tipográfico y el inicio de cada capítulo también son originales y la cubierta con el patito negro y esas lágrimas de sangre tienen claro significado y explicación adecuada.

Todo pensado para que la lectura les lleve en volandas desde la primera línea hasta la última. Y lo consigue. Y de sus protagonistas seguro que volveremos a tener noticia, y no es solo un presagio, es también un deseo.

viernes, 7 de febrero de 2020

Perderlo todo de Fernando Gómez Recio

Un thriller legal con la venia
de Su Señoría.
Antonio Lorente es un fiscal que, en su profesión, no sabe cómo hacer amigos pero si como crearse enemigos; aparte de eso es riguroso en su trabajo y respetuoso con su ética profesional, es una persona culta y afable con conocidos y en especial con su novia, y tiene un inteligente sentido del humor y un más que aceptable conocimiento sobre cine.

Pero cuando una tesitura lo coloca en situación de víctima del sistema judicial, ese que tan bien conoce y que tanto defiende, entiende que la presunción de inocencia debiera aplicarse con denuedo sin ningún tipo de prejuicio cegador del raciocinio. Y en este caso, su caso, y no porque él sea el fiscal sino esta vez es el acusado, está tan bien urdido en su contra que parece que aun siendo inocente puede perder y eso puede significar perderlo absolutamente todo.

Perderlo todo pertenece al género conocido como thriller legal por su manifiesta relación con el mundo de la judicatura. Lo cual es de agradecer habida cuenta de la poca tradición patria a desarrollar este tipo de novelas que suelen contener elementos muy interesantes y desconocidos por el gran público del funcionamiento interno de quienes condicionan la vida de las personas acusadas de delitos.

Se entiende que no se publiquen novelas de subgénero judicial atendiendo las notables diferencias entre el sistema judicial anglosajón, que tanto juego literario, televisivo y cinematográfico da, y el español que no permitiría explayarse del mismo modo (Perry Mason nunca hubiese existido aquí).

Pero en cambio el thriller legal, en el que el juicio no es el epicentro de la trama como si lo es en la novela judicial, que cuenta con jueces, abogados defensores y fiscales entre sus protagonistas con sus cuitas y su entorno, como la novela que interesa esta reseña, ese sí que es permeable en nuestra sociedad.

Fernando Gómez Recio
Fernando Gómez Recio, el autor es también fiscal y de ahí que todo lo que escribe se sustente de una forma veraz. El argumento da suficientes pistas como para anticipar lo que va a suceder en cada momento por lo que renuncia al suspense del què para centrarse en el del cómo. Y visto lo que promete el planteamiento criminal se echan en falta más argucias y giros que hubiesen convergido en un final menos simple.

Sin embargo no es motivo para no disfrutar con su lectura que habría mejorado utilizando párrafos más cortos, menos oraciones subordinadas, reduciendo el número de palabras de cuatro o más sílabas y las aliteraciones.

Una novela que mantiene la esperanza de que este género arraigue y de buenos frutos más pronto que tarde y con la venia de Su Señoría.

domingo, 2 de febrero de 2020

El rastro de la libélula de Giordano Merisi

Gol anulado por clarísimo
fuera de juego.

Una novela negra que relata el día a día de un periodista reconvertido a escritor y que trabaja desde casa y en casa.

Casado, tres hijos, una mujer que marcha por la mañana y regresa tarde, si no está de viaje, debe lidiar con sus hijos, hacer la compra y cocinar: generalmente pasta (no busquen recetas), no en vano es italiano, además de escribir si es que consigue centrar la atención.

Giordano Merisi está escribiendo la biografía del actual entrenador del Real Madrid Club de Futbol y durante el proceso que incluye entrevistas a familiares y charlas con el susodicho, desaparece la estrella del equipo: Jerónimo Jero Contreras, un joven jugador colombiano de gran proyección.

Mil y una hipótesis llenan los medios oficiales y los privados: prensa, televisión, radio y redes sociales, mientras dura su alarmante ausencia. Cuando se descubre el cadáver, Giordano recibe, por un lado, el encargo para escribir sobre el caso y, por otro una petición privada para intentar esclarecer lo sucedido ya que la conclusión policial no resulta del todo convincente.

La novela tarda bastante en abordar la trama criminal, inherente a toda novela negra, como se le supone. Y en ese largo acercamiento, entre dudas y excesivo caracoleo, toca y toca la pelota sin peligro con lo que es fácil desengancharse de la lectura.

Giordano Merisi, un seudónimo, el escritor de esta novela, escribe sobre sí mismo, ya que es el protagonista. Todo es ficción pero en toda ficción hay siempre una dosis de realidad y es que el autor (es) conoce el mundillo futbolístico al dedillo.

La información vertida, una recopilación de sospechas, sucesos, denuncias, acusaciones y sentencias, son localizables en periódicos ergo también por internet, por lo que convierten a la novela en un publirreportaje parecido a las charlas acodadas en barras de bares por hinchas futbolísticos que saben de alineaciones lo que no está escrito y de tácticas, que aún falta por escribir.

La trama mezcla personas reales con ficticias, aunque de algunas de las ficticias se llegue a desprender son reales con el nombre cambiado, pero no se compromete en nada respecto a la veracidad de hechos descritos lo que deja el mismo regusto ambiguo que sucede a una situación de casi pero no, como cuando se falla un penalti en tiempo de descuento y la grada volcada.

El rastro de la libélula pretende abrir tantos y tan distintos focos de interés que no logra que ninguno quede enfocado.

La forma de plantear el desarrollo tampoco ayuda y confunde; todo ese exceso de ruido blanco que supone los pensamientos del protagonista, sus preocupaciones domésticas y sus relaciones familiares y que en otro género serían deseables, suenan a escapatoria de lo que parece ser la única salida a una idea que no consigue constituirse en argumento noir y menos desarrollarse en una trama plausible y verosímil. Un partido mal planteado desde el inicio.

Si pretendían hacer un thriller acaban de hacerse un gol en propia puerta.

La promoción en la faja (entes directamente mentirosas o exageradas o cuando menos distorsionadoras del mensaje) de un pope de la novela negra española contemporánea me influyó a la hora de elegir este título, suponiendo que nadie presta su nombre en vano.

Pero probablemente su oficio le otorgue unas habilidades, de las que yo obviamente carezco y que le han permitido encontrar en esta lectura algo que yo no he logrado. Tal vez me sienten en el banquillo por no haber entendido las instrucciones del entrenador.