domingo, 18 de septiembre de 2022

Una herencia en juego de Jennifer Lynn Barnes

Estamos ante una novela protagonizada por adolescentes y dirigida a ese grupo de personas lectoras, pero que puede entretener a mayores si no hay mucha pretensión.

Un divertido relato en el que suceden misterios, acertijos y pasadizos secretos en una mansión en la que perderse es lo mínimo que te puede pasar.

Está en juego una herencia astronómica y hay tantas personas interesadas en obtenerla que todo se va a ir complicando hasta alcanzar nivel intento de asesinato, con lo que la trama adquiere una nueva dimensión.

Abogados, familiares del lado heredero y del lado desheredado, intereses comerciales, una fundación, una mansión repleta de habitaciones, personal de servicio para atender cualquier necesidad, más coches que en un concesionario y un instituto para alumnado de clases selectas se dan cita en un argumento ingenioso y muy sensibilizado con las inquietudes del público a quien se dirige la lectura.

Es como si el ambiente, y solo el ambiente, de Los Cinco, se hubiese adaptado a los nuevos tiempos para elaborar una aventura donde no se escatiman ninguno de los elementos que conforman la realidad actual: redes sociales, internet y primeros amores; elementos afines que se precisan para mantener la atención y el interés de los jóvenes lectores por corresponder a su día a día.

Jennifer Lynn Barnes consigue que Una herencia en juego sea un divertimento repleto de aventuras manteniendo el trasfondo de denuncia social hacia la individualidad, el egoísmo, la avaricia y la soberbia. Pero no lo hace desde una escritura condescendiente para su público sino de forma adulta y con perspectiva de género, como debe ser al no tratarse de un cuento.

Poco más se puede decir para no anticipar nada de lo mucho que sucede; es preferible que se acerquen a su lectura con cuanta menos información mejor.

Si tienen a algún o alguna adolescente cerca con ganas de leer, que se atrevan con esta novela y seguro que no la sueltan hasta el final y estarán de suerte porque aunque la novela es auto conclusiva, resulta ser la primera de una trilogía a la que la siguen El Legado de Hawthorne (ya se está anunciando en librerías) y El Gambito Final.

 

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