El
rey de los juegos es la tercera novela de la serie del BarLume,
firmada por Marco Malvaldi, en el
marítimo, vacacional e imaginario pueblo de Pineta en la costa de Livorno
italiano, y que tiene a Massimo Viviani, el dueño; Tiziana Guazzelli, la joven
y bella empleada; y los cuatro abueletes clientes habituales: Ampelio, Aldo,
Del Tacca y Rimediotti como protagonistas.
El bar vuelve a ejercer de despacho de investigador
privado y lugar donde formular las hipótesis, realizar las pesquisas y elaborar
la teoría definitiva para la resolución de un caso que se inicia con un
accidente y concluye con un asesinato.
Unas elecciones políticas son algo parecido a la prueba
del algodón: los candidatos no solo deben parecer libres de cualquier sospecha
sinó que además han de ser inocentes de los malintencionados cargos que se les
imputen, ya sean probados o imaginados.
Y no todos pasan la prueba. Y luego pasa lo que pasa.
La trivialidad del argumento criminal de este tercer caso
de investigación policial con epicentro en el BarLume refuerza la deriva que
tomó la serie en la segunda novela más encaminada a la comedia costumbrista de
pequeña población que a la trama policial.
Pero si podía resultar negativo acaba siendo fresco. Y si
el lector se acerca a la serie sabiendo en que tipo de bar se mete, no tiene
porque quejarse.
Y sea porqué este blog lo pidió al reseñar la primera
novela (falsa modestia), sea por decisión del autor, o por consecuencia lógica
de la evolución de los protagonistas, hay que agradecer que en ésta, El rey de los juegos, los verdaderos
artífices de la investigación e impescindibles sustentadores de la trama sean
los cuatro vejetes que en esta ocasión han cambiado sus partidas de cartas por
emocionantes partidas de billar (como bien refleja la cubierta; las tres de las cuales muy elocuentes, coloristas y acertadas).
Y aún y así no se aprovecha al máximo las posibilidades
de cuatro voces tan distintas entre si y tan ricas en matices y experiencias
vividas.
En esta ocasión sus atinadas observaciones sobre los
hechos y su afilada lengua sobre los chismes acaban configurando la práctica
solución del caso.
También la guapa Tiziana tiene su momento de gloria en la
investigación y sus minutos de gloria y de protagonismo particular por una decisión privada.
Marco Malvaldi construye una vez más una novela que entretiene y favorece la sonrisa pero su encorsetamiento localista no le da para seguir inventando asesinatos por lo que o acaba la serie aquí o tendrá
que abrir miras para poder mantenerse.
Si no han leído las anteriores y quieren recordar sus
reseñas, aquí las tienen, novela vacacional para leer al fresco: