Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir. |
Dice el capítulo 3 del Eclesiastés: “Todo tiene su momento
oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para
nacer, y un tiempo para morir;…”
Es tiempo
de morir también es lo que sentencia Roy Batty, el Nexus-6 que
busca respuestas desesperadamente, antes de fallecer.
¿Cuál es el peor de los tiempos? En este país para los que
lo perdieron todo en la guerra fue aquel el peor de los tiempos; para los que
lo perdieron todo con la crisis y para los que están en paro o trabajan de
precario, es este; para los millonetis, los poderosos, los don, no hay tiempo malo
solo oportunidades de enriquecerse aún más.
El peor de los tiempos no existe o acaso sea el que supone
morir.
El
peor de los tiempos es la quinta novela protagonizada por Eladio
Monroy. Ni la edad, a nada de cumplir 60; ni los souvenirs de casos pasados en un su cuerpo, puntualmente
excitados por la meteorología; ni nada de lo que se le diga, por parte de sus
queridos; ni nada de lo que le digan, amenazas vanas de pudientes o matones;
evitará que Eladio sea leal.
Leal a su código, a su manera de entender la vida, a sus
amigos y a su ética, a su personal manera de impartir justicia y al axioma existencialista
y solidario que supone procurar irse de este mundo dejándolo un poco mejor que
como se encontró.
Y a Eladio lo encuentra su amigo Pepiño Frades en el
Casablanca el miércoles a la hora del cortado, puente entre el día de la
Constitución y el de la Immaculada, y lo encuentra porqué lo está buscando.
Y quiere de él que busque y encuentre a su hija Elvira, la
segunda, la pequeña que hoy es ya adulta pero que para un padre no llega a
serlo nunca. Y la quiere ver porqué se está muriendo. En su última despedida no
se dijeron lindezas y quiere arreglarlo y verla volver a sonreír aunque sea por
última vez.
Eladio, que hace tiempo quiere abandonar este oficio no
clasificado, no tipificado en las tablas del IRPF, y que le proporciona
quebraderos de cabeza, en figurado y en real, duda lo justo para darse cuenta
que no puede negarle nada a Pepiño. Y a pesar de que sabe que las
complicaciones surgirán a poco de empezar entra en el cuadrilátero dispuesto a
dar más que a recibir.
En esta novela, Alexis y Eladio están más que hartos de la
situación política que poco de política tiene y de los políticos que usan los
artículos de la Constitución según les convenga para mejorar su expectativa de
votos; los estadistas han desaparecido y su lugar hoy lo ocupan los partidistas.
Mala cosa es cuando los políticos no tienen política a seguir y se mueven al
son que se oye en la calle, pero peor es que la poco que tienen tenga mala fe y
mala leche.
Por eso es que esta entrega tiene un grado alto de negrura. Estamos en el peor de los tiempos desde el franquismo y el tiempo no se puede desperdiciar. Tal vez sea por eso que nos encontramos con un Eladio más visceral y resolutivo.
A quien le guste el cine no podrá evitar encontrar cierto
paralelismo en el punto de partida y
en el planteamiento argumental
desarrollado por Garci en El crack.
Germán Areta y Eladio Monroy tendrían mucho que contarse, aunque solo fuera empleando la
mirada.
Alexis Ravelo |
Para quienes conozcan a Eladio Monroy de otras lecturas, esta
les permitirá amar aún más a un personaje generoso hasta el infinito. Para
quienes conozcan a su autor Alexis Ravelo esta lectura les confirmará, más allá
de toda duda razonable, la enorme capacidad literaria de este tipo y el porqué
de sus premios y de su inexcusable presencia en todo evento noir que se precie. No quedan calificativos para ninguno de los dos.
Otro roncito, por favor.