Thriller para todo tipo de paladares. |
Kate Linville es una detective de Scotland Yard a quienes
unos inquilinos le han destrozado la casa familiar, único recuerdo que le queda
de su infancia y de su familia, por lo que debe ausentarse de Londres unos días
para volver a Scarborough y probar de
poner remedio al vandalismo sufrido.
Han trascurrido cuatro años desde la desaparición de una
adolescente y una más se viene a sumar a una lista que parece no cerrarse. Kate
no va a poder evitar inmiscuirse en una investigación en la que, por competencia
funcional, no le está permitido participar.
El mundo de la adolescencia femenino no se trata en el
argumento solo identifica el segmento afectado por las desapariciones. Se
pierde pues una ocasión para tratar un tema que siempre resulta espinoso y
ofrece muchas posibilidades.
La trama se va retorciendo a medida que se desarrollan los
acontecimientos, de otra manera la lectura no continuaría, pero no llega nunca
a incomodar. Es como un telefilm de los que saturan la oferta de fin de semana de
las cadenas estatales capaces de encadenar varias seguidas y que da la
impresión que siempre son la misma película con distintos personajes, y a veces
incluso ni eso: clones en lo físico y en el comportamiento.
La
búsqueda responde al arquetipo actual de thriller que satisface
plenamente a quienes no van con exigencias y obtienen el placer de una lectura
ligera y con toques románticos.
Son los bolsilibros de antes solo que ahora a tamaño mayor,
tapa dura (no siempre) y coste de libro. Argumentos ligeros, personajes planos,
algo de acción y suspense, poco, ya que resulta más que previsible prácticamente
todo lo que sucede.
Pero este hecho, la previsibilidad, lejos de molestar a
quienes siguen a esta autora es lo que más apetece: anticipar lo que vaya a
suceder y constatarlo supone un punto de satisfacción que fortalece el hábito
lector y la fidelización a un autor(a) y a un género.
Charlotte Link |
Charlotte
Link,
que cuenta ya con varios best-seller, sabe lo que tiene que escribir para
agradar y sabe como redactarlo: sin excesos, sin provocaciones; buscando la
acogida y no el rechazo.
No pretende remover conciencias sino ayudar a la
relajación después de un día agotador con una lectura que demuestre lo afortunada
que es alguna gente frente a las desgracias de otra.