Sherlock Holmes se enfrenta a un crimen en habitación cerrada y se convierte en principal sospechoso. |
Si se acercan
a este cómic buscando un pastiche lleno de acción y dinamismo, como últimamente
viene sucediendo en las publicaciones que aprovechándose del Gran Hiato acercan
a Holmes a papeles de súper héroe, se equivocaran, pero si buscan una historia
perfectamente encuadrable dentro del canon disfrutarán enormemente ya que
encontrarán un argumento absolutamente leal al personaje y al espíritu creativo de su padre literario, Arthur Conan Doyle.
Una doble
trama se desarrolla en paralelo, por un lado el anuncio anticipado y chulesco de que se va
a cometer un crimen y por el otro la visita a Londres de un aristócrata alemán
que no despierta simpatía popular por representar un país tachado de belicista
y al que hay que proteger y acompañar durante su estancia.
Un texto
anónimo anuncia anticipadamente fecha y hora de la muerte de Henry Samuel y a
pesar de quedarse en su domicilio y estar la casa rodeada por fuera y repleta
por dentro de policías, contando además con Lestrade, Holmes y Watson, el
asesinato va a tener lugar en una habitación cerrada con la sola presencia de
la víctima y de Sherlock Holmes lo que convierte a este en el único sospechoso y
por ese motivo será encarcelado en espera de juicio lo que supone que se
escandalice la opinión pública y se divida entre partidarios y detractores.
Una
situación clásica de la novela policial en la Golden age británica, el crimen en looked room, habitación cerrada, un buen misterio que resolver y
con un Holmes más que nunca interesado en aclararlo y demostrar su inocencia,
si es que eso es posible.
Los
guionistas se encargan de ir facilitando sutiles informaciones que a modo de
pistas deberían poder permitir que los lectores jueguen a detectives e intenten
averiguar la verdad de los hechos por sí mismos.
El juicio de Sherlock Holmes es un misterio de apariencia simple pero que esconde una gran complejidad. |
Leah Moore, que parece sobradamente preparada
para dar réplica cuando no superar su padre Alan Moore, es coguionista junto a
su marido John Reppion y artífices
de una historia muy creíble en el universo holmesiano, para ello recurren a
numerosos detalles fruto de cuidada documentación y, aprovechando la inacción
de Sherlock Holmes, ofrecen una oportunidad a Watson, Lestrade y la señora
Hudson para que actúen de forma muy distinta a cuando son meros satélites del
detective.
Aaron Campbell pone el dibujo y consigue unas
expresiones de rostros y unas posiciones de cuerpo en reposo y en dinámico
francamente cuidadas a pesar de que haya algunas viñetas cuyo contenido y
perspectiva se empeñen en demostrar lo contrario; el color lo aporta Tony Avina demostrando que en el
tratamiento de iluminaciones es un maestro.
Un cómic que
se disfruta y una historia que, por la tensión entre devoción y obligación que
somete a los protagonistas, emociona e interesa a partes iguales.