viernes, 27 de julio de 2012

Bruselas, Ruta del Cómic y La Red Madú

Bruselas es, ante todo, una capital de cómic y además la capital mundial del cómic tradicional. Pasear por Bruselas es sumergirse en ese Art Decó que tan bien refleja esa línea clara, tendencia europea aún en boga, que la llamada escuela franco-belga, con Hergé a la cabeza, pusiera a disposición de dibujantes y lectores, elevando la categoría del dibujante a artista y el de la historieta a arte.

Bruselas se toma en serio el arte del comic y le tiene un museo dedicado: el CBBD, Centre Belgue de la Bande Desiné; que entre reproducciones, ambientes, objetos y material diverso expone más de 6.000 originales repartidos en las diversas plantas de un edificio Art Noveau de Victor Horta, de gran belleza arquitectónica y cuenta además con una librería con una oferta inacabable de cómics y gadgets relacionados.

El cómic se encuentra ilustrando las calles de esta ciudad, en forma de artísticos murales, más de 40, de gran dimensión, algunos de varios pisos de altura, perfectamente documentados en un plano que se consigue en cualquier oficina de turismo y que propone una ruta que si se hace completa dura un día entero y donde además de ir viendo las viñetas gigantes de cómic se va descubriendo una ciudad que de otro modo no se hubiera pateado con tanto detalle.

Importante irse fijando que muchas de las calles además de tener en la placa oficial su nombre toponímico, tienen otro con el nombre de personajes famosos del mundo del cómic. Calles rebautizadas.

Y los cómics, como no, están presentes en varias librerías especializadas (p.e. Multi BD Librairie Slumberland, Comics CafeBrüsel, Lotus Noir, Forbidden Zone...Y en una amplia oferta de librerías de usados (p.e. La Bande des Six Nez, Petits Papiers, Le Dêpot, Little Nemo , L´idée Fixe... Comprar de segunda mano es una práctica tan extendida que es fácil encontrar a un tercio de su coste, cómics que hace unos meses eran novedad, y aun más baratos los menos recientes, todos en un estado de conservación que da envidia.



Bruselas es una ciudad de cómic, desde los adoquines de sus calles hasta los vierte aguas de sus tejados. Los tejados de Bruselas...



Con los tejados de Bruselas, empieza La red Madú...



La red Madú (Le réseau Madou, 1982) es una amable y naïf historia de espías contada por el maestro guionista del género negro François Rivière y magníficamente plasmada en papel por el poco conocido y para nada prolífico autor, Alain Goffin, en su particular forma de entender la línea clara. Clara y delgada. Limpia y mínima. El color, plano y opaco, característico de este estilo, corre a cargo de Françoise Procureur.

La red Madú es el nombre de una célula de contraespionaje que opera en Bruselas en la navidad de 1938, de la que ninguno de los seis miembros que la componen se conocen entre si y solo saben y obedecen las instrucciones de quien los reclutó. El desconocimiento de la identidad de los demás es la mejor garantía de salvaguarda para su seguridad y supervivencia, pero a pesar de ese cortafuegos se descubre la presencia de un topo, un agente doble, que precisa ser identificado antes de que caiga todo el grupo.

La red Madú lo protagoniza Terry Elaudaz (Thierry Laudacieux) un joven aficionado al misterio y a lo policial, con inclinaciones de boy scout, en un claro homenaje a Tintín al que para nada parodia (es también el protagonista de ‘La mina de la estrella’, 1984, segundo álbum de lo que tenía que haber sido una saga y que no llegó a tener continuidad). Vive con su madre y con Isidoro Hogier, un huésped, que tiene un programa de radio de jazz americano en la emisora INR.

La estructura narrativa del cómic está llena de modernidades respecto el concepto tradicional de línea clara al que da un nuevo sentido y lo dota de un movimiento y un ritmo narrativo nunca antes usado y que ha sido motivo de alabanza, controversia, artículos y ensayos.

Primera página del cómic
Una primera viñeta ocupa todo el ancho de página y sin encuadre superior lo que da impresión de espacio infinito, evidente ya que por encima solo hay cielo, y con un acusado efecto de perspectiva jugando con el color y el detalle que va haciéndose más preciso a medida que está más cerca. Estamos en Bruselas, dentro de la ciudad pues la segunda línea de viñetas está por debajo de los tejados.

La primera viñeta de la segunda tira nos dice claramente que estamos en un mundo de fantasía ya que estamos leyendo un cómic en el que vemos a un adolescente leyendo a su vez un cómic. Y nuestro punto de vista, conducido gracilmente por el dibujante, pivota alrededor del que luego sabremos que es el personaje principal. Cierra la página dos viñetas que dejan un aire de misterio en el aire. El cómic no podría empezar mejor.

El argumento recoge la esencia de la novela policíaca, la intriga clásica del círculo cerrado de sospechosos y va avanzando en imágenes llenas de pistas y también de pistas falsas para que podamos deducir quien es el culpable.

Plancha original
El cómic se alimenta de esa arquitectura Art Decó que ofrece Bruselas, de esas líneas estilizadas que conforman geometrías regulares y en donde la decoración tiende a resultar una belleza autónoma que conforma composiciones visuales de gran plasticidad.

La decoración, sobre todo la que muestran interiores, detalla muebles y lámparas, magnífico art decó, cuadros, carteles, fotos, esculturas, que hablan más sobre los lugares y sobre las personas que los habitan que si se explicara en texto.

Con la utilización de pequeñas viñetas dentro de una mayor Goffin crea un esplendido efecto de paralelismo temporal entre acciones simultáneas de diversos personajes. Todo un ejercicio de ritmo narrativo, una de las novedades constatables de su evolutivo trabajo en la línea clara. Una línea clara rigurosísima y fina como un cabello.

Y al final todo el misterio, ¡que no es poco! se reduce a saber mirar, aunque sea con lupa. Como ya nos enseñó Poe en su magnífico cuento de La carta robada.

Para ver hay que saber mirar. Vean, miren, lean y disfruten este cómic que gana aún más si lo acompañan con el jazz melódico de las orquestas de swing de la época. Artie Shaw o mejor Glenn Miller y sus hoy standards Collar de perlas, Rhapsody in Blue, Moonlight Serenade...

 

Alain Goffin, es de esos autores cuya obra: La mine de l’etoile, Plagiat!, Le signe de Lucifer, Le Théorème de Morcom, Northreed Project, lamentablemente no se encuentra aquí y hay que encontrarla perseverando en esas librerías de viejo de Bruselas que antes mencionábamos. Una buena excusa para pasar unos días en la capital del cómic, en una capital de cómic.

Post scriptum:

No se pierdan en este mismo blog Museo Hergé, Tintín y Las joyas de la Castafiore así como su continuaión Las joyas de la Castafiore, Hergé, Tintín y guiño.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado tu post (texto e imágenes). Me encanta el cómic, aunque no estoy nada puesta en las últimas novedades. Tintín me ha hecho pasar momentos memorables. Incluso tengo varias versiones del mismo álbum. Gracias.

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    1. Gracias a ti Peke por tu comentario.
      Pateamos la ciudad, recorrimos la ruta del cómic, entramos en todas las librerías y conseguimos toda la obra reseñada de Goffin ¿que más se puede pedir?
      ;-)

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  2. Me parece muy interesante la idea de que la bande desinée de línea clara se inspira en el Art Deco. Bruselas es uno de mis destinos pendientes (hasta tengo comprada ya la guía...)

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    1. Es un estilo artístico apasionante. El asesino decó, podría ser el título de tu próxima novela: un asesino geométrico ;-)

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  3. Magnífico artículo, Interrobang. HE puesto un vínculo a él en nuestro blog Mis comics y mas. Un saludo

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    1. Muchas gracias José Luis. Tu blog es de visita obligada y lo disfruto a menudo. Seguro que la línea clara nos mantendrá en contacto.
      Slds

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