jueves, 12 de septiembre de 2013

El rostro de la muerte de Cody McFadyen

El rostro de la muerte es la segunda novela de Cody McFadyen protagonizada por Smoky Barret.

La muerte suele representarse por una silueta oscura cubierta con una túnica con capucha y sin rostro, solo un agujero de negrura insondable. Nada más lejos de la realidad. La muerte, la arrebatadora de vidas, siempre tiene rostro, y tiene nombre y vive y disfruta viendo morir a sus víctimas.

Smoky Barret, agente del FBI, está de vacaciones en casa, con Bonnie, la pequeña Bonnie, lo más parecido a una hija, y ambas intentan recuperar el ritmo que supone una vida normal. Esas vidas de anuncio habitadas de juegos, televisión, compras y comidas caseras y risas. Lo intentan pero si durante el día lo consiguen, las noches siguen pobladas de pesadillas que solo se rompen con gritos y ansiedad.

Toda enfermedad tiene su proceso. Y la suya, aunque sea más del alma que del cuerpo, que también, no se escapa de seguir el suyo y dejar que el tiempo lime las aristas de los recuerdos dolorosos que las hacen sangrar y den paso a los recuerdos de solo lo agradable y conmovedor.

A Smoky le ayuda a desconectar el fijar la vista en el televisor apagado. Haciendo que la mirada penetre en la insondable oscuridad que devuelve la pantalla. Cualquier truco es bueno para conseguir reposar la mente y olvidar los horrores vividos en propia carne del pasado y los horrores de su trabajo diario. Hay que aprender a dejar los muertos allí donde se han encontrado y no llevárselos consigo.

Pero el sol sigue brillando e iluminando incluso las cosas rotas, la vida continua para todos y lo hace a su ritmo, con cosas buenas y cosas malas, y con asesinos y con víctimas, por lo que las vacaciones de Smoky duran menos que un suspiro y ella y su equipo deben volver al trabajo.

Smoky tiene una gran suerte con su equipo. Su familia. Con los que mantiene tal estrecha relación que una simple mirada, un anodino gesto es rápidamente entendido y ejecutado. Comunión total. Como la que mantiene con las pistolas, para nada un objeto externo, que son como un apéndice de su cuerpo. Ríanse de Annie Oakley.

Callie, cariñosa abreviatura del especial nombre de pila de Calpurnia, es una forense ruda con el delito y el delincuente, pero un amor en sus relaciones personales, atenta y siempre dispuesta a echar una mano sin pedir explicaciones e incapaz de resistirse a los donuts; eso si, más cerrada que una ostra aunque con quien se abre muestra la perla que lleva dentro. Pelirroja atractiva, madre soltera de jovencita que ahora ha recuperado su hija y su nieta, por lo que tiene más razones para luchar.

Allan es un afro americano gigantesco de cuarenta y algo años que todo lo que tiene de grande y fuerte lo tiene de paciente y meticuloso, combina una mente brillante con un cuerpo capaz de soportar los impactos de un defensa de fútbol americano. Forma una pareja perfecta con Elaina, su esposa, una latina hermosa que personifica la bondad y que aún superando una terrible enfermedad no piensa en si misma mientras otros la necesiten.

Con James se completa el grupo. James es especial, se lleva mal con todo el mundo. No transmite emociones, su comportamiento resulta exasperante, su actitud despierta hostilidad y sus comentarios tienen la virtud de irritar a quien los oye; pero es brillante, con un coeficiente intelectual altísimo y con unos logros académicos envidiables es capaz de entender como funciona la mente del asesino al que se enfrenten. Su obsesión de entrar en el FBI se cumplió a los veintiún años: es su manera de vengar a su hermana asesinada.

El asesinato sanguinario huele a sangre, Huele a cobre, a metálico. Olido una vez, olido para siempre. Por eso al entrar a una vivienda donde se ha producido un asesinato, se puede determinar el grado de ensañamiento o el número de víctimas solo por como de denso huele el aire. Smoky tiene habilidad para ello, lo que le facilita la investigación al tiempo que le sienta fatal y cada vez le asquea más su trabajo. La vivienda de los Kingsley es el escenario esta vez.

Este nuevo caso tiene mucha sangre y tiene a Sarah, una adolescente, etérea, de bello rostro de rasgos exóticos y tristes ojos azules, vestida con un blanco camisón empapado de sangre y con una pistola entre las manos mostrando una actitud impredecible. ¿Víctima o verdugo?

Este nuevo caso tiene una terrible historia detrás, tiene un brutal y desastroso presente y anuncia un futuro donde el dolor va a jugar su baza.

Pero el futuro no está escrito del todo. Se va escribiendo a medida que el presente se convierte en pasado. Aún puede haber música.

Cody McFadyen tensa las fibras nerviosas con su escritura consiguiendo encerrar al lector/a en una habitación sin ventanas ni puertas. Sin salida y con muy poquito aire que se va consumiendo muy lentamente.

La primera novela con Smoky como protagonista es El hombre sombra. En ella se cuenta lo que vivieron y sufrieron Smoky y Bonnie para arrastrar aún tanta pesadilla y tanto temor. Recuérdenla aquí .

2 comentarios:

  1. ¿Cómo le llamamos a este subgénero de la novela negra en la que el héroe se enfrenta a sus miedos? ¿Novela negra psicológica? Bueno, ni caso, jajajaj, estaba divagando.
    Saludos!

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