Pan, educación y
libertad es la novela con la que Petros Márkaris completa la llamada trilogía de la crisis y que
empezara con ‘Con el agua al cuello’ y siguiera con ‘Liquidación final’.
Una trilogía que
pretende identificar cada uno de los pilares sobre los que se ha construido la
crisis: en la primera se aludía a los bancos y su rescate, en la segunda la
evasión fiscal y la exención de pago de los poderosos, y en esta tercera la
política y sus corruptos representantes.
El nexo de unión
lineal de las tres novelas es la quiebra económica de Grecia en esa crisis que
aún no ha desaparecido de nuestras vidas, aunque unos países lo disimulen mejor
que otros. Que ha deteriorado lo cotidiano (como ir en coche algo que para el
comisario Kostas Jaritos se ha convertido en un lujo asiático o como comprar
comida algo para lo que su esposa Adrianí demuestra aptitud especial).
Una crisis a la
que, con el paso del tiempo, se le va viendo el plumero de lo artificial y que
responde a intereses de altos vuelos y en idéntica medida a una corrupción de
desmesurada ambición.
La crisis se
sobrelleva mejor si las lagrimas se enjuagan con billetes de quinientos euros,
de ahí que haya quien ha dedicado el tiempo de su cargo político a acumularlos
para cuando sobrevinieran los momentos trágicos usarlos como pañuelo.
Una crisis que
precisó de un rescate de la todopoderosa troika que pretendía, y pretende,
mantener la Unión Europea y por extensión al euro a flote al precio que fuera,
aunque para ello tuviera que arrastrar por el fango de la desesperación a las
economías tradicionalmente más débiles de esa Europa que va en la misma
dirección pero con innumerables velocidades distintas.
En esta novela de
clausura solo se clausura la denuncia de la impotencia y de la rabia ya que la
crisis continúa. Y se fabula sobre un avance ideológico de ultraderecha extrema
que encuentra en la desesperación de una población, empobrecida incluso en sus
sentimientos, oyentes interesados en cualquier cosa que suene a mejora.
En toda la
trilogía en general la resolución del caso criminal queda prácticamente
eclipsado por el contexto social en el que se está desarrollando la trama.
En esta serie de
novelas el continente sociológico tiene más trascendencia que el contenido
policial.
Los sufrimientos
de los individuos quedan por debajo del concepto de sufrimiento familiar que es
el que da la unión, la cohesión suficiente para que el sistema no se hunda del
todo y aún flote y permita un atisbo de esperanza.
A pesar de que
los intereses que haya que pagar sean tan altos que la vista no alcanza a
vislumbrar.
Petros Márkaris,
que siempre ha tenido presente en sus obras el componente político y social
donde articular el argumento policial, en estas tres últimas se ha superado en
un compendio histórico que articula la novela negra como claro vehículo de
denuncia de un momento social terriblemente negro.
La novela negra contiene
esa parte de la Historia que la Historia oficial no cuenta. La novela negra
griega actual explica como el país está como está y para ello tiene que
remontarse al pasado, reciente, cuando el golpe de los coroneles y si lo viste
de novela es porqué siempre interesa más que un tratado académico; porqué la
ficción interesa más que la realidad.
Aunque la
realidad ha de figurar y de forma contrastable para darle a la ficción
precisamente visos reales.
Recuérden las
reseñas de las dos primeras novelas sin salir del blog:
1. Trilogía de la
crisis: Con el agua al cuello
2. Trilogía de la
crisis: Liquidación final
Y recuérden
también la novela Muerte en Estambul (con la receta de la Tirópita, la empanada
de queso trágicamente famosa de María Jambu)
Suscribo todo lo que dices. Con el paso del tiempo esta trilogía tendrá interés histórico-social y enriquecerá el fondo de armario de la buena novela negra.
ResponderEliminarLeer a Márkaris es un placer, no mayor que leerte a tí.
Gracias por comentar y por el elogio
Eliminar;-)
Con las novelas de Márkaris siento un agobio tremendo cuando va en coche por todos los atascos y manifestaciones que hai. Me puede. Ya leí las tres y estoy de acuerdo contigo. Son buenas y en un futuro es posible que sirvan para algo. En el presente ya sirven.
ResponderEliminarEn los institutos deberían empezar a actualizar las lecturas obligatorias...
EliminarUn abrazo Peke!