jueves, 19 de julio de 2018

El verano del inglés de Carme Riera

La campiña inglesa puede ser
igual de entrañable
que terrorífica.

Laura Prats es una agente inmobiliaria barcelonesa con proyección profesional limitada por su desconocimiento de inglés. Pertenece a una época en la que en España no conocer idiomas extranjeros, vehículo de ideas nocivas y pensamientos quizás impuros, era considerado una exaltación al honor patrio. Cervantes sojuzgaba a Shakespeare.

Las nuevas generaciones, sin embargo, pisan fuerte y el dominio del inglés hoy se antoja imprescindible por lo que Laura decide dedicar sus vacaciones a una inmersión lingüística en la misma Inglaterra.

Internet le oferta distintas alternativas que a poco que analiza las va descartando por otras tantas razones, hasta que encuentra en la propuesta de Mrs. Grose, una anciana profesora jubilada, el encaje a sus necesidades. Lo malo es que hay más postulantes y solo una plaza por lo que deberá cumplimentar el test de selección de forma convincente y tener suerte, algo que no le ha acompañado a lo largo de su vida precisamente.

Claro que si Laura llega a saber que la paz de la campiña inglesa, a casi 150 kilómetros de Londres, no es más que la entrada al museo de los horrores seguramente hubiera cerrado la página web sin dedicarle ni un nanosegundo.

Carme Riera despacha un episodio comúnmente frustrante de la historia de este país, un ejercicio catártico basado en una experiencia propia tanto por la dificultad de aprender tarde el idioma como por el método y lugar elegido para hacerlo, con un argumento tenebroso y enfoque tragicómico.

No consigue el suspense suficiente ya que ella misma se encarga de que desde el principio anticipemos lo peor, y al final resulta menos de lo que habíamos imaginado, porque prefiere potenciar la ironía de una situación cotidiana llevada al absurdo a imagen y semejanza de films con los que busca descaradamente su analogía y que refuerza con citas literarias que completan el conjunto.

Carme Riera
Todos esos guiños, a Rebeca, Cumbres borrascosas y Psicosis como más destacados (sin olvidar a Henry James y su Otra vuelta de tuerca) harán las delicias de quienes disfruten con la novela gótica siempre y cuando no esperen de esta lectura nada más que un divertimento que acaba siendo un conjunto desparejado y mal cosido.

Despertar en la campiña inglesa con el sol en alto puede ser la bella culminación de un dulce sueño; despertarse de madrugada con una fuerte tormenta exterior y gritos y lloros en el interior puede ser el inicio de una terrorífica pesadilla.

Al final resulta una lectura fácil y rápida, ligeramente intrigante y divertida por igual, especialmente indicada para el verano y para quienes aprovechan sus vacaciones para aprender o mejorar su inglés y que, claro está, aprecien el humor negro.

De la misma autora y en este blog: Natura quasi morta

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