miércoles, 12 de septiembre de 2018

El último caso de Philip Trent de E. C. Bentley

Un clásico de factura indiscutible.

El Detection Club la celebró como la mejor novela policíaca jamás escrita y no seré yo quien contradiga a tales mentes exquisitas, pero hay que considerar que hoy no es entonces y que la producción desde aquella época se cuenta, cuando menos, en decenas de miles y entre ellas no es nada dificil encontrar quienes la superan.

No pasa nada, es ley de vida.También hubo un tiempo en que el cóctel de gambas era un selecto manjar y hoy está denostado.

No, no denosto a El último caso de Philip Trent de hecho es envidiable lo bien que ha envejecido, considerando que data de 1913 y el encorsetamiento social de la época.

Philip Trent es una suerte de polímata que recibe el encargo, del director de su periódico, de investigar el fallecimiento de Sigsbee Manderson, alguien poderoso en el mundo de los negocios, y escribir un seriado artículo sobre él y sobre su muerte.

El periodista Trent, actuando más como detective privado que como plumilla, trabaja codo con codo con el inspector Murch, aunque a veces la proximidad de los codos propicie los codazos, para esclarecer una muerte que por su apariencia parecería suicidio pero que por aspectos inusuales parece asesinato.

Rápidamente se establecen como sospechosos de su óbito, por obvias razones de índole económica, su viuda y su secretario personal.

Edmund Clerihew Bentley
E. C. Bentley arriesga al construir una trama que, como un fuego al que se deja adormecer con pocos rescoldos y al que se resucita luego con escandalosas llamas, resuelve el caso a la mitad de la novela y lo re-emprende dándole un nuevo giro para sorprender a propios y extraños, que lo agradecen desesperadamente habida cuenta de la insatisfacción acumulada.

La narrativa, de acuerdo con la época, tiende a ser cauta, repetitiva y de avance lento pero logra interesar al lector al que sacude con puntuales muestras de humor (negro) británico que sirven de eslabón para mostrar nuevos detalles de la investigación. Agradable muestra de la habilidad del autor.

Autor al que se asocia a menudo con Arthur Conan Doyle y Agatha Christie por su contemporaneidad pero no lo sería ni por la capacidad creativa ni la trascendencia de su obra. Nada que le desmerezca pero conviene puntualizar para no confundir.

Es todo un clásico y como tal merece un respeto y una lectura atenta y contextualizada para poder apreciar todas las sutilezas y artimañas investigadoras que por aquel entonces deleitaban.

Conviene cautela a su recomendación pero no hay que olvidar que las joyas antiguas tienen engastes démodé pero no por eso nadie dejará de admirar su exquisita belleza.

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