miércoles, 7 de octubre de 2020

Tiempo de siega de Guillermo Galván

Cuando un cocido puede equipararse al argumento de una novela negra o policiaca y viceversa es que estamos ante algo con contenido y substancia. Digno de ser apreciado.

Algo trabajado sin prisas y tratado, desde el primer al último ingrediente, con esmero para que el conjunto sea aún más sabroso pero en donde cada parte mantenga su esencia.

Así empezando por la sopa, desgrasada y ni muy líquida ni espesa, y los fideos, ni duros ni reblandecidos y continuando por las verduras y las viandas estamos ante un festival de colores y sabores que producen una experiencia muy satisfactoria.

Expresado en esos términos, Tiempo de siega es un sabrosísimo cocido policial que transcurre en la inmediatez de la posguerra civil, esa cruzada para los vencedores o ese golpe de estado para el resto de la humanidad, en un Madrid que intenta reconstruirse como buenamente puede.

Carlos Lombardi es requerido para ocuparse de un caso de asesinato aparentemente anodino pero que para alguien con memoria, y que lo recuerda, podría estar relacionado con algo que pasó hace años, antes que la contienda descerrajara las puertas del infierno.

Carlos Lombardi está en la cárcel por su condición republicana aunque en tiempos fuera un buen policía criminalista. Pero hoy, por aquel ayer, ya se sabe, pesa más la lealtad que la aptitud. Aceptar el caso le permitirá dejar de trabajar en ese mausoleo macabro al que pretenden sembrar de caídos y en donde aún caen e intentar recuperar el pulso de lo que ahora, por entonces, es una vida normal.

Aunque signifique rendir pleitesía, él que nunca tuvo amo; tener que trabajar en equipo, él que siempre anduvo solo, y tener que dar cuenta de cada paso, él que siempre anduvo a su aire. Pero es poco el precio si a cambio se obtiene la libertad.


Guillermo Galván
hilvana una compleja trama donde se involucra el clero y los servicios de espionaje de varios países. Donde se involucra la miseria, la desesperación y el miedo de quienes, ajenos a políticas e intrigas, suspiran por llegar vivos al día siguiente. Donde se involucran distintos personajes de distintas ideologías y se destapan vicios y virtudes de distinta magnitud según la condición social de cada cual.

Tiempo de siega es el momento de recolectar lo que se sembró. El resultado dependerá de si se es un agricultor o no: o cosecha o justicia.

El resultado de la novela es claro: un sabroso cocido. Madrileño, sin duda alguna. Madrid omnipresente en toda la novela, por sus calles, sus edificios y sus gentes y su gastronomía identificativa aún en esos tiempos. Y su cocido.

Una novela que está esperando ser leída, y saboreada. No le afeen el ofrecimiento. Y para cuando acaben sepan que les espera una segunda entrega de esta serie protagonizada por Carlos Lombardi: La virgen de los Huesos igual o mejor. Y desearan que la tercera no demore su salida.

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