Animal es una novela negra de Leticia Sierra cuya cubierta, un lindo gatito, no hace justicia al contenido que contiene, y que resulta una de las mejores primeras novelas de autora.
Explorar los límites entre el ser humano y la bestia que lo habita, y evidenciar la doble moral por la que se rigen las personas con poder, es la razón de ser de esta novela. Una novela negra que pone sobre la mesa algo para comer que no resulta apetitoso.
Siempre hemos creído que todo ser humano lleva una bestia
dentro, pero la sorpresa se produce cuando se descubre que hay muchísimas
bestias que muestran tímidamente la persona que llevan dentro.
Animal racional o animal irracional. Todos somos animales
aunque por suerte solo unos pocos se comportan como tales. Como lo que son. Animal
es una novela que se atreve a bucear en ese interior sin miedo a toparse con el
monstruo.
La trama se despliega inteligentemente a partir de las
investigaciones paralelas llevadas a cabo por el equipo policial, encabezado
por el inspector Agustín Castro y supervisado por la juez instructora del caso,
y por el equipo periodístico que cubre la noticia en busca de liderar la
exclusiva con la periodista Olivia Marassa al frente ante el descubrimiento de un cadaver mutilado encontrado en un polígono adyacente a un club nocturno.
La primera de las líneas de actuación encorsetada en el
procedimiento policial muestra las limitaciones de los agentes que han de
obviar la intuición, tan frecuente en serie de televisión, para centrarse en hechos
y pruebas a petición de la juez de instrucción.
La segunda, más abierta, responde solo al criterio
informativo y por ello solo necesita informaciones y datos, previa
constatación, que permitan hilvanar una historia de interés lector.
Este poco habitual planteamiento permite ir conociendo
hechos anteriores al asesinato y presentes desde dos puntos de vista que a
veces se solapan, otras se complementan e incluso por momentos llegan a
conformar una figura que si bien para la persona lectora aparece claramente dibujada
para los dos equipos de investigación aún no, por no disponer de todos los
elementos.
Hábilmente planteado así, el argumento resulta interesante
por sus distintos ritmos de avistamiento de datos y la lectura se beneficia de
este dinamismo y coexistencia.
Ni Agustín Castro ni Olivia Marassa se alejan de los
estereotipos de inspector solitario al que le cuesta socializar el primero, y
periodista con olfato de investigadora tenaz, sociable y mundana la segunda.
Pero la autora no se regocija en tópicos y si los usa es para mostrar el
contrapunto de que los polos opuestos se atraen e incluso pueden llegar a
complementarse. Como la investigación.
Ambos son profesionales de seriedad incontestable. Y sorprende que tanto la dirección del periódico, como su equipo jurídico, como, por supuesto, el equipo de redacción Olivia y Mario, antepongan, como principio inamovible, la ética al sensacionalismo. En estos tiempos de fake news y de periódicos y otros medios tan dados a la mentira y al escándalo se agradece que alguien rompa una lanza a favor del periodismo entendido como información veraz y contrastada.
Leticia Sierra ataca una novela que mejor no podría empezar
y que va ganando en interés a medida que van saliendo a relucir las
interioridades de la víctima y consigue un final de clímax.
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