Pero todavía hay quien no quiere reconocer, y es que la
envida es muy mala consejera, que estamos ante una gran escritora capaz de
lidiar con dos géneros bien distintos y triunfar en igual medida.
Sangre turbia es la quinta entrega de la serie policiaca
protagonizada por la sociedad formada por Cormoran Strike y Robin Ellacott.
Quienes siguieran la saga de Harry Potter coincidirán en
que cada entrega superaba en páginas la anterior. Esta de Cormoran Strike
totaliza más de mil, lo que la convierte sin duda en la novela del verano e
implícitamente en un casi definitivo guion para su adaptación a serie.
En Cornwall empieza todo, para un argumento que tiene de
todo, a Cormoran Strike un caso le sale al paso en plena calle encarnado en dos
mujeres. Un caso que sucedió 40 años atrás y cuyo desenlace aún se desconoce.
La doctora Margot Bamborough salió de trabajar para encontrarse con su mejor
amiga en un pub, y no solo no llegó a la cita sino que nunca más se supo nada
de ella.
Ahora su hija contrata a Cormoran para que aporte luz a esa
desaparición. Para Cormoran el caso es más que un ingreso en cuenta, es un
misterio y eso es algo a lo que no puede resistirse, aunque sabe que el tiempo
transcurrido es una losa de gran peso que va a ser muy difícil levantar y
también que actuar contrarreloj, el contrato es por un año, no es un estímulo
sino una enorme presión.
La situación en la agencia es boyante pero en la vida
personal, tanto Cormoran como Robin tienen bastantes problemas por lo que el
caso, de difícil enfoque, no va a ayudar en mejorar su estado de ánimo, más
bien al contrario y a complicar su existencia con más adversidades de las que ya
padecen, lo que paradójicamente va a fortalecer su amistad al trabar mayor
conocimiento el uno de la otra y viceversa.
J. K. Rowling es una escritora concienzuda hasta el mínimo
detalle capaz de crear un universo entero donde ubicar sus personajes y
desarrollar sus relaciones y mostrar el trabajo desde el interior de la agencia
de investigación que trabaja simultáneamente en diversos casos, además del
Bamborough, bautizados imaginativamente: Déjà
Vu, Danzarín, Postalitas y el Perla, repartiéndoselos como buenamente pueden
y con más horas extra de las que una saludable higiene mental puede soportar.
Ir describiendo el avance en cada caso, las rutinas y
protocolos de la agencia, las relaciones entre los investigadores, sus vidas
fuera de la oficina y a su vez las vidas de las personas investigadas resulta
de una densidad próxima a la de una enciclopedia, pero la habilidad de
Galbraith para narrarlo hace que se convierta en algo asequible y deseable.
La autora presenta un escenario a modo de libro pop up en el que los despliegues parece no tener fin i gestiona el tiempo narrativo de cada caso para ir mostrando los nuevos elementos de forma que el lector pueda asimilar sin problema la nueva información e integrarla en el mapa mental que ha ido construyendo para identificar en todo momento quien es quien.
Su estilo, claramente distanciado de la novela negra y claramente
emparentado al de la policiaca clásica, al estilo inglés, no sorprende al
lector con giros inesperados sino que lo consigue con sucesivas nuevas dosis de
información que resuelven preguntas y generan otras; las sumas de misterio más misterio
van aupando la tensión y cuando se mira abajo solo se ven nubes de lo
peligrosamente alto que aquella ha subido.
Es probable que con menos páginas la lectura habría
mejorado la experiencia lectora pero también es cierto que no sobran y que
estamos ante una escritora que ha creado su propio estilo y quien a él se
acerca ya sabe dónde se mete.
No es la mejor de la serie, aunque tal vez sea la más
personal i la más neovictoriana, pero a estas alturas sus lectores ya estamos rendidos a su estilo y quien se acerque
por primera vez no solo no saldrá defraudado sino que pedirá más.
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