Hay novelas cuya lectura deja mal cuerpo. Y Falso Testigo es una de ellas. Intensa. Su autora, Karin Slaughter ha dibujado unos personajes tan viscerales que nada de lo que hacen puede desvincularse de una sensación de espeluznante realidad.
Todos son adictos: a la humanidad, al trabajo, a la
drogodependencia, al robo y trapicheo, a la violencia… todos y cada uno tienen
su filia, por elección o por circunstancia y todos y cada uno la llevan al
límite.
Y es que Falso Testigo es una novela negra donde los límites
están para ser rebasados.
Leig Collier es una prestigiosa abogada que luchó duro por
conseguirlo; mantiene una entrañable relación con su exmarido y su hija; y con su
hermana, por quien sufre y a quien protege y ayuda todo lo que puede y por
quien daría la vida, igual que haría su hermana por ella.
De repente le derivan un caso, proveniente de otra abogada,
de abuso sexual con agravantes. Y solo tiene una semana para prepararlo. Debe
defender a un posible violador de naturaleza muy violenta.
Leig ha sabido siempre compartimentar su vida social, su
faceta de madre, de esposa, de hermana y su vida profesional en distintos
espacios aislados para evitar que ninguno contamine al otro. Es su método para
mantener el equilibrio emocional que tiene descompensado desde su adolescencia.
Pero esta vez las compuertas no podrán cerrarse y su caso criminal no solo va a contaminar sus otras vidas sino que las va a poner en peligro.
La lectura, decía al principio, es de las que deja mal cuerpo.
Y es que todo es tan vivido, tal real, tan visceral, tan violento, tan brutal,
que es imposible mantenerse distante. Hay que tomar partido; hay que definirse
y eso supone implicarse y sufrir.
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