Davide Longo nos ofrece una novela negra convencional y tradicional; si bien en el inicio da la impresión de que se está ante un intento de presentar la trama de forma novedosa, pronto encadena templates de solvencia contrastada y se lanza por el camino del medio.
El Caso Bramard es
una novela negra que indica claramente que lo es, al no tener reparo alguno en
ir incorporando tópicos de aquí y de allá no solo para armar el argumento, también
para desarrollar la trama, para definir y caracterizar los personajes y las
relaciones entre ellos, e incluso con el pretendido golpe de efecto.
Inevitable pensar en tantos títulos de libros, de series y películas que parecen haber dejado su huella en este argumento. Pero como todos han funcionado, es de suponer que esta novela también consiga facilmente sus parabienes.
Es de lectura rápida por ser ágil en el manejo de los
tiempos y de los escenarios y de fácil comprensión ya que va anunciando cada
paso y no requiere esfuerzo alguno de interpretación de intenciones.
Su novedad radica en que no es una novela negra italiana al
uso ni, por extensión, mediterránea, al presentar un personaje al que la comida
no le despierta interés, no fuma y es abstemio.
Corso Bramard dejó el cuerpo de policía hace veinte años y malvive aquejado de malos recuerdos en una casa destartalada que no puede llamarse hogar. Da clases, sin mostrar entusiasmo, en un instituto y se enfrenta a desafíos peligrosos escalando solo. Luego recupera fuerzas en un bar que para él no tiene cartel de cerrado.
De vez en cuando recibe una carta que le recuerda el caso
que no pudo resolver. El caso que le apartó de una prometedora carrera policial
y le rompió la unidad familiar. Un caso abierto como las heridas de su yo
interior.
Ahora ha recibido otra carta y ejecuta el mismo ritual de
siempre: la abre con guantes, la lee, la guarda en una bolsa de pruebas y la
lleva a la comisaría a analizar. No espera nada nuevo del análisis, aunque lo
desee con todas sus fuerzas. Y esta vez es posible que la suerte le sonría.
A pesar de su falta de originalidad resulta imposible no empatizar con el personaje, bondadoso en grado
extremo, ni con su desgracia, atroz; ni con los secundarios en el bar, instituto y en
la comisaria. Imposible no querer saber más de su día a día y de su incierto
futuro, tanto de él como de los secundarios en el bar, instituto y en la
comisaria.
La novela se presenta como la primera de la serie Los
Crímenes del Piamonte, por lo que tendrán la oportunidad de seguir las andanzas
de Corso Bramard y los secundarios, en el bar, el instituto y en la comisaría.
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