Manos Arriba Sociedad Limitada es una obra de teatro en un acto para dos personajes. Una obra de teatro breve; lo que otrora vendría a ser un entremés si no fuera porqué su contenido dista mucho de ser humorístico, aunque sea una clara representación de humor negro.
Yolanda Almeida, la novelista, poetisa y dramaturga a la que pertenece esta obra, recurre otra vez a esta especialidad del
arte escénico, que es el teatro breve para incursionar en el género negro.
De nuevo, como ya hiciera en La Cuarentona, LaSombra y ¿Qué ocurrió en Undiano?, carga los diálogos con
balas que aciertan con precisión los problemas sociales que son endemia porque
ningún gobierno, local, autonómico o general, prefiere no abordarlo: son muchos
los favores a las patas que los sustentan como para meterse en jardines llenos
de espinas.
Manos Arriba Sociedad Limitada aborda
el problema de la juventud que aún estando suficientemente, cuando no
sobradamente, preparada no solo no encuentra trabajo de lo que ha estudiado,
conoce y quiere, sino tampoco en otro oficio si no es aceptando, como tantas
otras personas, horarios desmesurados, trato casi vejatorio, sueldos de risa y
horas extras gratis que ayudan a fortalecer lazos bajo el anglicismo de team
building.
Y es que cuando la supervivencia está en juego, para quien
busca trabajo las leyes son un privilegio no alcanzable y la conciliación un
lujo inaccesible.
La autora presenta el problema con menos enjundia de la que podría y debiera; se limita a esbozar a lápiz una realidad cuando podría grabarla sobre piedra. La corrupción por prevaricación, soborno, negocios turbios y nepotismo tienen en este país suficiente casuística para ello.
Permite que la crítica
social se diluya camuflando la realidad con
una salida ilegal dentro de la legalidad, aprovechando que las leyes tienen
tantos agujeros como para hacer agua por todas partes.
Lo hace a partir de un caustico dialogo entre un ladrón de medio pelo que, ante la falta de oportunidad laboral, ansía ser un novedoso emprendedor y su víctima, en idéntica situación.
Ambos jóvenes, ambos JASP
(Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados, como rezaba un anuncio televisivo de
1995), ambos en paro, sin subsidio, y ambos destinados, si el destino lo
permite y la policía no lo impide, a convertirse en empresarios de éxito.
No dejen pasar la oportunidad de leer este entremés, y los
anteriores, y sonrían para no llorar. La cotidianeidad no es un camino de
rosas, y aunque lo fuera tampoco se podrían evitar las espinas.
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