No hay nada peor que enorgullecerse tanto del pasado como
para nombrarlo en mayúsculas. Ya que éste podría no responder del todo a la
verdad y las mayúsculas son difíciles de disimular.
Esto es lo que trata El cementerio del mar, un
thriller que enlaza el poder de una saga familiar con la historia de un país.
Que relata como la ambición es un armario que esconde esqueletos. Que cuenta
como el dinero es una gran alfombra que amaga lo que no se puede mostrar.
A partir de un suicidio en la familia y de la intención de
escribir la biografía de otro de los miembros, empiezan a aflorar suposiciones
y sospechas de que tal vez todo lo que ha sido dogma y seña en el escudo de la familia
pueda ser solo un eslogan.
Los hijos del patriarca prefieren vivir mal con verdades
que bien con mentiras y sus decisiones pueden hacer tambalear un imperio
levantado hace ya bastantes décadas. Solo el dialogo sincero puede paliar la
crisis, aunque tal vez no sea suficiente para pararla ya que otra rama de la familia ha entrado en el juego, evidenciando como los intereses particulares fabrican sus propias verdades.
Por lo que se puede llegar al homicidio si es preciso para
mantener el silencio en algunos de los aspectos más determinantes, que pueden
voltear todo lo que hoy existe a nivel familiar y empresarial.
Aslak Nore, autor noruego, ambienta en su país una ficción sustentada en realidades. Se remonta a la 2 Guerra Mundial porque toda historia tiene sombras alargadas y habla de terrorismo fundamentalista porque no se concibe la época contemporánea sin su influencia.
Durante 500 páginas, la historia real y la ficticia van entrecruzándose
para reforzar la verosimilitud del argumento. A ritmo pausado, es thriller por
su desarrollo y estructura narrativa y no por sus acciones vertiginosas, va
desgranando los elementos que compondrán, de principio a fin, el mosaico donde al
final todo encaja perfectamente.
El perfil de cada personaje, tan marcado y bien definido;
los cambios de escenario de norte a sur del país y en otros lugares tan remotos
como Líbano o Afganistán; paisajes nevados y profundidades marinas, y
escenarios de paz y de guerra, salpimientan con convicción una trama que
convence e interesa porque nada en ella es gratuito.
Es carne de serie televisiva. Y si no al tiempo.
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