domingo, 3 de diciembre de 2023

Una bala en la cabeza de Matz y Colin Wilson

Si la política hace extraños compañeros de cama, la venganza lo ve y sube la apuesta.

Y es que vengarse es un placer solo degustable para quien entiende que la vida no es más que un hilo que en cualquier momento alguien o algo puede cortar. La vida es corta y el tiempo es oro, y como tal hay que saber invertirlo en lo que de mejor rédito.

Y si te matan a alguien cercano, ¿qué mejor rédito que dedicarte en cuerpo y alma a buscar placer en la venganza?

Esta historia se inicia recorriendo las calles al lado de un par de sicarios. Unos amigos que ya llevan años matando como para ser considerados profesionales, lo que no quita sin embargo que a veces se puedan cometer errores y, que estos, supongan un peligro insospechado para quien convive con el peligro, como quien echa pan a los peces de un estanque.

A los protagonistas se les nota el cansancio y la tensión, y evidencian la falta de reposo, de buenas comidas y ausencia de felicidad; algo que parece estarles vetado.

El arranque nos muestra que estamos ante un guion tan excesivo como magnífico; un homenaje a Pulp Fiction desde la primera viñeta que se abre paso con un diálogo tan banal como significativo y trascendente para el desarrollo de la trama.

Una trama que va ofreciendo giros y, como si estuvieran peraltados, a cada uno va incrementando la verticalidad y con ella la tensión. Sin saber a dónde conduce; sin intuir el final. Una trama cargada de suspense que mantiene pegada la vista y la atención en cada viñeta.

Espectacular trabajo el que ofrece este cómic. El guion se lleva la mejor parte, es obra de Matz (seudónimo de Alexis Nolen) a quien ya reseñé en “El asesino”, una emotiva historia de un asesino profesional, tensionado hasta extremos, seriada en 5 álbumes. Donde matar y morir son caras de una misma moneda. Una historia donde dudar significa morir y donde matar significa vivir (se acaba de estrenar su versión cinematográfica en Netflix, con el mismo título El Asesino, dirigida por David Fincher e interpretada por Michael Fassbender).

El dibujo lo aporta el australiano Colin Wilson, alguien con mucho oficio gracias a su versatilidad, que en esta ocasión emplea un trazo limpio para que sean las expresiones de los rostros y las intenciones de los gestos los que hablen por sí mismos ante la exigencia de un guion que le obliga a exprimirse al máximo. Un trabajo que parece fácil porque sus líneas aparecen sueltas, pero es que lo difícil es precisamente conseguir eso.

Una de esas lecturas que gusta compartir, que demanda nuevo visionado y que pide que se charle sobre ella.

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