miércoles, 2 de mayo de 2012

Puentes y Sombras



Sevilla tiene un color especial,
Sevilla sigue teniendo su duende
Me sigue oliendo a azahar
Me gusta estar con su gente



Sevilla omnipresente en toda la novela, interactuando en todo momento como marco donde se desarrolla la acción y a la vez como personaje principal. Arte y parte.

Puentes y Sombras es una novela escrita por Fernando De Cea, con oficio, con cariño y con un tiempo narrativo muy medido. Diapasonado.

Es una novela de suspense con ganas de ser negra. Y es sobre todo una enorme novela coral que perfila y personaliza convenientemente a sus protagonistas confiriéndoles antecedentes, caracter e individualidad. El carácter conlleva el comportamiento y así nadie hace nada en desacuerdo con su forma de ser.

Con muertes y asesinatos levantados sobre una base de bajos fondos y  denuncia social, las relaciones entre los personajes se van estrechando para dar paso a múltiples situaciones cruzadas que configuran un día a día creíble en su devenir cotidiano.

La labor policial sigue una línea evolutiva, sin saltos ni trampas que permite ir descubriendo cada cosa en el mismo momento en que sucede. Si acaso se echa en falta la habitual sección gastronómica tan imprescindible últimamente en las novelas de género y que resulta muy agradecida ;-)

A pesar de predominar los protagonistas masculinos: Enrique, Roberto, el Gabacho, Jaime, Dani, Rodrigo, Vicente, el Moro, Cisco, Cesar, Jorge... sobre los de género femenino: Merche, Cecilia, Ana, Sam, Rocío, Isa, Lola, Milagros, Nancy... es indudablemente una novela de mujeres.

Mujeres que actúan con determinación, con energía, con amor, con valentía y con tanto arrojo que roza la inconsciencia de por donde puede llegar el peligro. Sam destaca por todo y tiene todo lo que hay que tener para que en un futuro sepamos más de ella y disfrutemos conociendo sus casos.

Protagonistas y no personajes porque se antoja una novela muy cinematográfica; las distintas situaciones y localizaciones que se van sucediendo son más bien planos de cámara que capítulos de novela.

Los desplazamientos en coche son travellings subjetivos; el porte de gitanos y policías son planos americanos; la vista de las calles y los barrios son picados. Y los estertores de la muerte se resaltan en close-up.

Puentes y Sombras.

Puentes; el del Quinto Centenario, el de La Barqueta, el de las Delicias, el del Alamillo, el de Hierro... que sirven para unir los barrios de Sevilla dándoles el justo y merecido protagonismo y que también sirven para tender relaciones entre personas de distinto rango, raza y condición social.

Sombras; las que proyectan los pilares de los puentes y las que proyectan la vanidad, la lujuria, el odio, la venganza, el temor, la desconfianza y la traición que es el lado oscuro que mueve a sus protagonistas.

Y homenajes a películas y frases míticas, con la personal manera que ha tenido de tratar su McGuffin, y ese emotivo guiño a una de las mejores novelas de Agatha Christie.

Sevilla tiene un color especial... y Fernando De Cea lo ha utilizado para escribir esta novela.

Fernando De Cea con un currículum lleno de oficios y actividades mantiene además un blog , El blog de Ethan, dedicado al mundo del cine que no deben perderse y en donde pueden leer los primeros capítulos de esta novela.

viernes, 27 de abril de 2012

Michael Connelly y los autores refugio

En la edad temprana, la ansiedad y la falta de experiencia propician abocarse a los brazos de la novedad literaria como una polilla a la luz.

Y cuando se establece un entendimiento con un autor se devora toda su obra con avidez lo que genera largas esperas hasta la nueva publicación, en las que la falta de contacto se torna insoportable y el síndrome de abstinencia tan brutal que nos arroja sobre cualquier novelucha de tres al cuarto que se nos ponga por delante. Es lo que se conoce como promiscuidad literaria.

Con la edad adulta se impone la paciencia y el goce anticipado de lo que vendrá. Ya no se persigue al autor como podenco a la liebre y se le da cuerda suficiente sabiendo que en cualquier momento se restablecerá la relación. Es así como un autor deviene un autor refugio.

Los autores refugio son como el piso franco que nos acoge cuando el ambiente es hostil o no lo suficientemente propicio. Cada piso franco, cada autor refugio, tiene su momento y su razón de ser y hay que utilizarlo mediando periodos de tiempo y en el momento adecuado para no quemarlo y para que su efecto recuperador sea efectivo.

Por eso a un autor refugio hay que dejarle siempre un libro de ventaja, mínimo; de lo contrario, yendo a su ritmo no hay capacidad de maniobra y perderlo equivale a suprimir uno de los puntos de apoyo que sustentan nuestro equilibrio mental de lector y con eso no se juega.

Pocos hay como para perderlos por un error de cálculo.

Los mejores autores refugio son los que se descubren cuando ya tienen producción suficiente. El primer contacto es de duda pero si se activa la química suspiramos aliviados sabiendo que tenemos por delante una relación longeva. Que podremos ir picoteando sin prisas sabiendo que a cada retomar el contacto no habrá más que la sensación cómoda del reencuentro deseado.

Tengo varios autores refugio, pero mi preferido es sin duda alguna Michael Connelly.

De Michael Connelly lo he leído desde que descubrí El Eco Negro en 1997 y tuve la impresión de que estaba ante algo distinto. Algo grande.

Si tuviera que postear sobre Hyeronimus Harry Bosch no sabría por donde empezar, veinte libros leídos, tantas bromas sobre su nombre, tanto jazz escuchado, tantas cervezas vaciadas, tantas miradas perdidas entre la bruma del Valle de San Fernando, tantos viajes intempestivos, tantos superiores a quienes aguantar y reportar, tantos desaires soportados, tantos disparos incorporando banda sonora, tantos compañeros codo a codo resolviendo tantos casos, tantos fantasmas que despejar, tantas pérdidas humanas de gente desconocida y de gente querida, tanto empeño por, a pesar de todo y de todos, seguir luchando para seguir adelante.

Tantos crossovers, con Terry McCaleb, con Michael Haller, con Rachel Walling, protagonistas de otras novelas tan enriquecedores de la obra de Michael como de la vida de Harry.

Es tanto que definitivamente no sabría por donde empezar. Solo les diré que quien ame la novela negra, el género interrobang en toda su extensión y no conozca a Harry Bosch se está perdiendo algo grande. Muy grande.

Sean prudentes y procúrense varios pisos francos, dispongan en cada uno de ellos una botella de su vino preferido y un autor refugio. Y deseen que llueva a cantaros para no tener que salir y poder beberse una buena aventura de un tirón. El vino a sorbos.

Hay tantos que han escrito ya tanto y tan bien sobre Michael Connelly y Harry Bosch que a ellos les remito para mayor detalle y amplitud de datos:

En el blog Mis Detectives Favoritos como siempre un cuidadoso estudio del personaje y del autor pinchando aquí.

En Elemental Querido Blog tienen este magnífico e imperdible alter ego donde encontrar todo sobre Harry Bosch http://woodrowwilsondrive.es/index.html

viernes, 20 de abril de 2012

El mensaje que llegó en una botella

Nada es casualidad, todo está escrito en el Génesis. Los caminos del señor son inescrutables. Dios escribe recto con renglones torcidos. A Dios rogando y con el mazo dando. Dios castiga y no da voces. Vivir a la sombra del señor tiene su precio.

Cienciología, Iglesia Madre, Testigos de Jehová, Iglesia de Glorificación, Casa de Cristo... la oferta de congregaciones religiosas, sectas, comunidades, es tan amplia como para surtir los estantes de la sección confesional de cualquier hipermercado.

Todas pugnan por atribuirse ser la confesión veraz, la única, el camino directo hacia la salvación eterna. Todas aseguran, como el mejor detergente, limpiar los pecados, incluso los más vergonzosos y dejar el alma inmaculada.

Los pequeños, los jóvenes, de mente despierta y aún no alienada son los más proclives a necesitar enderezamiento. La ropa sucia se lava en casa y no solo con jabón, también se usan las penitencias, los ayunos y los golpes con la mano, el puño y con cinturón. O se reconduce al cordero descarriado o se le repudia para siempre del rebaño.

Ese ensimismamiento corporativista no deja que salga al exterior lo que sucede en el interior de la congregación y así la criminalidad no se denuncia y esta novela tiene su razón de ser.

En El mensaje que llegó en una botella hay eso y más envuelto en novela negra. Hay evidencia de que una mente maleada o un cuerpo vejado siempre recuerdan y que el modo de exorcizar su sufrimiento, generalmente es en el sufrimiento de otros. Para sus protagonistas las apariencias pesan más que las verdades.

Nos adentramos de nuevo en esa Dinamarca que tiene poco de Sirenita de Copenhague y mucho de rural y cerrajón de mente. Su autor Jussi Adler-Olsen nos presenta un mundo alejado de los cuentos de Andersen; un mundo donde al mal no se le combate aludiendo a la bondad ya que esa palabra no existe en su vocabulario.

Todo empieza con un mensaje, escrito con sangre, encontrado en una botella. Un objeto recuperado del mar por la policía escocesa que tiene todas las trazas de contener un acto criminal relacionado con Dinamarca por lo que lo envían al Departamento Q de las fuerzas policiales de este país para que prosigan la investigación.

Descifrar el texto resulta un complejo rompecabezas que atrapa las mentes inquietas de los componentes del Departamento, iconoclastas donde los haya, y entre el trabajo acumulado en otros casos encuentran el tiempo suficiente para dedicarle su atención.

La novela transcurre como agua de fiordos con remansos que cuando ve los rápidos al fondo empieza a coger velocidad y ya no hay quien la pare. Resulta imprevisible saber cuando cambiará la corriente del mismo modo que no sabemos hacia donde nos conducirá el argumento.

Es una novela que ofrece al lector ir siempre un paso por delante de la investigación de la mano del asesino con lo que resulta una lectura taquicardica y apasionante: hay que bailarla a ritmo de thriller.

El autor, con un dominio absoluto de la colocación de la cámara, nos ofrece el privilegio de ponernos en el punto de vista criminal, en el de víctima y en el de investigador lo que psicológicamente resulta muy estimulante para entender el modo de pensar y el comportamiento de cada cual.

Es la tercera novela; el tercer caso con el mismo equipo. Carl, Assad y Rose y a ratos Yrsa son el equipo perfecto para no aburrirse. Tres caracteres, tres formas de vida, tres comportamientos tan dispares trabajando juntos, pero teniendo clara su función en el cuerpo de policía al que se entregan en cuerpo y alma.

Sus puyas, su humor, su ironía, presentes en todos sus casos por espeluznantes que sean, resaltan ante la insensibilidad del asesino como una mancha amarilla sobre alquitrán. Como la luz al final de un túnel, negro como el alma del perseguido.

viernes, 13 de abril de 2012

Fricandó de Can Lluís y Vázquez Montalbán

El Raval es un barrio de Barcelona proclive, por sus estrechas y serpenteantes calles, donde el sol entra a cuchilladas entre resquicios, a ser escenario de novelas y películas de cine negro. Sombras y luces en ropa tendida, en fachadas decadentes y en adoquines con mucha historia.


Durante años ser considerado el barrio chino, por méritos nada orientales, ha acentuado su atmósfera y su leyenda. Hoy es un crisol de razas y culturas. Vive gente de más de 130 países, se hablan más de 46 lenguas y están representadas 15 religiones con sus centros de culto.

Entre tanta mezcolanza, hay que ir con cuidado para no pasarse la pequeña y estrecha Calle Botella ya que en la fachada del número 11 se encuentra una placa conmemorativa señalando la casa que fuera lugar de nacimiento de Manuel Vázquez Montalbán.

Estas calles son las que Pepe Carvalho recorre una y otra vez en sus correrías. Como las recorría el pequeño Manuel en sus juegos y por las que transitaba de mayor en busca de sus lugares amigos donde compartir una buena comida con buena compañía.

La comida y la compañía estaban en el Restaurant Can Lluís, a un tiro de piedra, en el 49 de la Calle de la Cera. Donde mantienen un menú con su nombre y nos facilitan la receta de uno de sus platos preferidos.

Fricandó con setas

Ingredientes (para 6 personas)
1 Kg de ternera cortada a filetes pequeños
250 gr de gírgolas o níscalos
2 cebollas
2 tomates
1 copa de vino blanco
1 copita de brandy
harina
una rama de canela
aceite
sal



Para la picada:

2 dientes de ajo
puñado de almendras




Elaboración:

Salpimentada y enharinada la carne se marca en una cazuela con aceite y se reserva fuera.
En el mismo aceite se hace un sofrito concentrado con la cebolla finamente picada a mano y el tomate rallado.


Cuando este a punto se añade la carne y se flamea con el brandy para a continuación regarlo todo con el vino blanco y esperar a que reduzca. Cubrirlo todo con agua, ya caliente, y dejarlo cocer a fuego suave hasta que la carne esté blanda.

Momento de añadir las setas que previamente habremos lavado y escurrido y paseado por una paella. Se deja cocer todo junto el tiempo de hacer la picada y una vez añadida esta hay que dejar unos diez minutos más hasta emplatar y disfrutar en la mesa.

Vean en este enlace
http://maddogtvdinners.wordpress.com/2011/12/12/can-lluis/ como Can Lluís merece admiración también allende de nuestras fronteras.

Otros post de Gastronomía de este blog

Recuerden el post sobre el restaurante en este mismo blog: Restaurant Can Lluís y Vázquez Montalbán
 

domingo, 8 de abril de 2012

El chef ha muerto

Sentado en una terraza y mientras sostengo indolente mi White Horse me fijo en la morena de pelo ondulado y blanca piel que charla con la amiga rubia de cabello planchado. Leo sus labios, que preferiría mordisquear suavemente, y como su conversación no me interesa dejo que la mirada resbale por la suave curva de la barbilla y se deslice por el estilizado cuello penetrando en el pecoso canalillo por el que me gustaría poner algo más que una mirada. Soy Ven, Ven Cabreira y estoy en este bar haciendo tiempo hasta que abran la zapatería de enfrente donde calzan con ancho especial.

En la novela El Chef ha muerto sale el mismo whisky, la misma morena y el mismo Ven, pero mejor descrito porque Yanet Acosta, la autora, es buena como escritora. Se la adivina entusiasta, concienzuda, irónica, próxima, canalla, extrovertida y con dotes de tertuliana de a mi ustedes no me acaban las pilas.

El Chef, ha muerto y Ven Cabreira, ex- de empleos y cometidos que le sirven ahora en su faceta de investigador, recibe el encargo de la aseguradora para despejar dudas sobre la causa del óbito y saber si deben soltar la mosca o se la pueden ahorrar. Solo la muerte natural está cubierta por la póliza; el suicidio y el asesinato excluidos y dinero que me ahorro.

Ven entra en el mundo de las cocinas, que no le es del todo desconocido: tuvo su momento de gloria con una salsa verde de por medio, y entra en el mundo en el que si el cliente afirma que un vino es oval y no redondo ni cuadrado, se le da la razón aunque sepa tanto de vinos como las mariposas de natación, a pesar del estilo bautizado con su nombre. Ven, entra en un mundo en el que un inspector Michelin es todo y un inspector Maigret no existe, a no ser que sea con salsa de arándanos.

Al paso de la investigación no solo se irán despejando incógnitas del caso sino que a modo de catarsis se despejarán otras que han hecho ser a Ven como es. La redención también puede empezar por el estomago.

La cocina levantó el circo de la gastronomía y le han crecido los enanos y Yanet Acosta nos los cuenta desde su privilegiada situación de maestra de ceremonias en medio de la pista. No muerde la mano que la alimenta pero da a entender que en este circo hay mucho oropel y humo de colores.


Yanet demuestra que sabe de lo que escribe pero no hace ostentación. Frivoliza inteligentemente con esa gastronomía que como diosa pagana solo acepta seguidores que besen traseros. Frivoliza con esas corrientes culinarias que rivalizan por los egos de quienes las impulsan. Con guiños busca la complicidad.

Y así consigue una novela ligera, liviana casi, nada presuntuosa, con frases y párrafos tan digeribles como un bocado de moshi de fresa, de prosa ágil con relleno de diálogos salpimentados de ironía y preguntas equívocas acompañadas de respuestas ingeniosas. No se olvida de dotar a los protagonistas de nombres ocurrentes llenos de intencionalidad, igual que los títulos que da a los platos de las cartas. Y a los del recetario azul.

La investigación detectivesca marca el tempo de una novela que hubiésemos preferido más negra como unos auténticos tagliatelle con tinta o como la estirada vestimenta del maître. De todas formas este es solo el primer plato, estamos a la espera de Yanet acabe de emplatar el segundo y nos lo sirvan enCrudo o en suPunto.


Frían un huevo rizando y tostando los bordes, con puntillas, la yema temblorosa como un flan y ya en el plato añádanle un chorrito de aceite de trufa bianca y habrán convertido una comida, exquisita, de siempre, en un plato para gourmet. O como pasar de un huevo frito a un huevo Fabergé.

A menudo lo más próximo resulta lo más sabroso. Solo se necesita producto de calidad e imaginación. Los mismos ingredientes que para hacer una buena novela. Como esta, que tanto da hambre de leer como de comer.

Léanla y buen provecho!

Yanet Acosta tiene su blog  http://elchefhamuerto.wordpress.com/about/

También edita en papel y en electrónico, el plural y atípico fanzine de gastronomía enCrudo http://www.fanzine-encrudo.blogspot.com.es/