Diana Dial es como se llama la reportera intrépida y detective ocasional que Maruja Torres ha recuperado del baúl de los recuerdos para entrar en la tienda de todo a 100 en que se está convirtiendo la novela negra, la novela interrobang, en los últimos tiempos.
Diana Dial: sonoro nombre digno de los 80, de cuando nació, en plena movida madrileña, viviendo la post-modernidad, como una protagonista de Almodóvar, tiene apellido radiofónico y nombre de diosa. Vive de la pensión que le pasa su ex y es valiente, arrojada, guerrera, independiente, viajada, culta, bon vivant... es tanto que parece una proyección de un catálogo de frustraciones. Es tanto que es imposible que sea.
Diana tiene mucho de Maruja, con M mayúscula, y Maruja tiene de Diana lo que tiene y le ha añadido lo que le gustaría que tuviera. Que duda cabe, aunque esto sea lo de menos.
La arropa con la compañía de Fattush, inspector libanés con el que da cuenta de buenas narguiles y con la de Joy, criada filipina y madre de una preciosidad llamada Yara.
La arropa con la compañía de Fattush, inspector libanés con el que da cuenta de buenas narguiles y con la de Joy, criada filipina y madre de una preciosidad llamada Yara.
De las dos novelas publicadas, Fácil de matar, la primera, y tal vez por aquello de serlo, está cuidada y bien construida, los personajes están muy bien justificados y tienen cuerpo y entidad, el argumento tiene contenido con situaciones cruzadas al caso principal que lo enriquecen, hay ambientación, entorno, está arropada y es muy creíble. Sus diálogos, marujianos, son afilados e inteligentes y combina con habilidad dramatismo y situaciones divertidas y de cierto recochineo.
Se palpa la vena de reportera de la autora en las descripciones del sentir del pueblo y en el análisis de la violencia en la lucha de facciones por el poder.
Beirut, donde transcurre la acción, es una ciudad recorrida de cabo a rabo durante años y muy querida por la autora, su vasto conocimiento le permite armar un argumento de novela detectivesca salpimentada de novela negra en un entorno creíble encajado en el día de día de las distintas clases sociales y el estado de guerra casi permanente. Se nota y mucho el contrastado oficio de Maruja Torres en escribir y transmite con facilidad ese estilo que tan bien ha empleado en columnas y dominicales y con el que se ha ganado a muchos seguidores.
Pueden leer aquí el primer capítulo de Fácil de matar en el blog de la autora. http://www.marujatorres.com/blog/facil_de_matar.pdf
En la segunda, Sin entrañas, se echa en falta todo lo anterior, lo que en aquella pretendía ser serio ahora parece estar de vuelta de todo y ya el desmelene es notorio, elige personajes ridículos o los ridiculiza abiertamente y parodia a todo lo que se mueve incluida la difunta Agatha Christie aunque esté ya por encima de revisitaciones.
Es una novela a la que no hay que buscarle seriedad y si mucha coña. Y así, puede llegar a digerirse. El punto de partida y la momificación podrían haber dado mucho juego, pero a partir de un momento es como si a la autora se olvidara de la intención primera y se perdiera en los meandros de los recuerdos y se convirtiera en turista de low cost.
Es una novela a la que no hay que buscarle seriedad y si mucha coña. Y así, puede llegar a digerirse. El punto de partida y la momificación podrían haber dado mucho juego, pero a partir de un momento es como si a la autora se olvidara de la intención primera y se perdiera en los meandros de los recuerdos y se convirtiera en turista de low cost.
Y aunque transcurre en el Nilo, desaprovecha las enormes posibilidades que un país como Egipto puede brindar a un escritor: cultura, historia, restos arqueológicos, comida. Encierra a sus personajes en el barco de tal modo que podrían estar perfectamente dentro de la Pirámide del Adivino en Uxmal o en un campamento en el cráter del Ngorongoro y sería lo mismo. Los diálogos no hacen avanzar la trama con fluidez y casi se podría identificar, sin riesgo a equivocarse, cuando habla Diana y cuando lo hace Maruja. La evisceración del cadáver parece haber alcanzado también a la novela dejando solo un armazón vacío y frágil al paso del tiempo.
Pueden leer aquí el primer capítulo de Sin entrañas en el blog de la autora.
Dos novelas en tan poco tiempo parecen cosecha anual de vino blanco recién embotellado: efluvios fáciles en nariz y fresco y exagerado en boca, pero sin recorrido.
Se anuncia ya la tercera entrega de Diana Dial esta vez en Roma y con el Vaticano ¿cómo Città Aperta o como El Pájaro Espino?.