jueves, 27 de diciembre de 2012

Los crímenes de Oxford y René Lavand

Magia y novela enigma perfecta pareja de baile. Baile lento, acompasado y sugerente.

En la novela “Los crímenes de Oxford”, Guillermo Martínez dedica un capítulo a describir casi literalmente una actuación del gran mago argentino René Lavand de forma que integra el concepto de la magia en el quore de la trama policiaca que se está desarrollando. Un intento de sugerir algo a través de ver lo que no existe.

Imbrica ambos géneros como se imbrican las cartas de una baraja: esponjando.

Esta novela enigma que bebe de los clásicos británicos de esta especialidad narrativa es un interesante juego intelectual al que el hecho de conjugarlo con la magia realza el sentido de espejo y reflejo, del que ambas artes son deudoras, ya que su sorprendente desenlace no deja de ser un logrado acto de prestidigitación.

René Lavand es un gran mago, aún en activo, que practica la magia de cerca con cartas, también llamada cartomagia, que no deben dejar de ver si quieren conocer un poco de la magia elegante e histórica con mayúsculas.

Histórica no por antigua, que también, sino porque el maestro René articula cada juego con una historia que va narrando pausada y musicalmente con lo que consigue que el momento, el instante, sea, todo él, mágico más allá del efecto que realiza con sus manos.

René es manco del brazo derecho que perdió siendo niño al ser atropellado por un coche. ¡Que gran mazazo para alguien que quería ser mago!, pero la ley no escrita de la voluntad y el tesón convirtieron en realidad la ilusión y hoy, un montón de años después, sigue por todo el mundo repartiendo ilusiones como si fueran realidades.

Sus juegos consiguen cautivar al auditorio que después de verlo actuar siente como si hubiera sido protagonista de las fascinantes historias vividas.

Cojan su ejemplar de Los crímenes de Oxford y dediquen unos momentos a releer el capítulo 21, son 7 páginas, y gocen de las palabras del maestro René Lavand y de su magia que basa en la Lentificación representada en este juego llamado No se puede hacer más lento (oficialmente conocido en el mundillo mágico como Agua y Aceite; cuando lo vean entenderán porqué).

Vean el video que muestra el juego citado y cuya actuación es una de las más logradas y aclamadas de este genial artista.  


Léan otros post que relacionan novela interrobang con la magia en este mismo blog pinchando aquí.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Cuatro días de enero de Jordi Sierra i Fabra

Foto de no_pasaran @fermont1965
¿Existe vida cotidiana en la retaguardia de una guerra? Anormal, pero existe. Subsiste en un puñado de ciudadanos, sombras de cuerpos y caracteres que fueron y que hoy no son.

Se procura mantener la casa limpia, hacer la colada y cocinar lo que se tenga. Los que tienen trabajo acuden puntualmente para no perderlo y estar ocupados para no pensar, los que tienen negocio suben sus persianas y exponen a la vista estanterías más llenas de nada y de vacío que de artículos o productos, las jóvenes que pueden y quieren se ofrecen a cambio de regalos y comida, los ancianos mueren en sus casas o en la calle sin que a nadie importen, los más deambulan angustiados esperando un final de la contienda casi ya más preocupados por que acabe pronto que por el resultado de la misma.

De todos los horrores que ha sido capaz de inventar el ser humano en su incomprensible perverso sentido del humor, la guerra ocupa sino el primero si uno de los lugares más destacados. En una guerra no hay paz.

Y después de la guerra oficial, las ciudades de los ejércitos derrotados sufren otra guerra, más encubierta, más obscura, más malsana. Venganzas y odios estallan y las torturas, las violaciones, los juicios sumarísimos se suceden indiscriminadamente. Caro peaje el del bando perdedor.

Peor que luchar en el mismo frente, donde todo suele acabar muy rápido, está la retaguardia de los vencidos. Día a día sufriendo la paz impuesta por los vencedores.

Juego de palabras que se traduce por:
'Llega España. ¿A qué hora llega?

El comisario Miquel Mascarell, de la Generalitat de Catalunya y bando republicano, observa las dependencias vacías y desoladas en las que ha trabajado los últimos años. Se siente solo, sin más compañía que la tristeza y la melancolía. Sus compañeros, de hecho todo aquel que ha significado algo en el gobierno que se sabe perdedor, han empezado la huída, un exilio forzoso hacia la frontera.

Se oye que las tropas facciosas han cruzado el Ebro y que esto es el fin de la resistencia; es cuestión de días que entren en Barcelona. Una Barcelona disminuida por los incesantes bombardeos de la aviación insurgente. Todo aquel que sabe como las gasta el ejercito victorioso camina, pedalea, o se arrastra hacia una Francia que supone le acogerá como ganador de la derrota.

Reme, una prostituta redimida, acude a la comisaría de policía en busca de ayuda para localizar a su hija, Merche, de 15 años desaparecida desde hace dos días. Y solo está Miquel Mascarell para atenderla. Miquel sufre para no reírse ante lo que significa la sola idea de buscar a una joven guapa de la que no se sabe nada en una ciudad sin más efectivos policiales que él, sin jueces ni letrados, donde los cascotes ocupan solares enteros, donde los muertos de las calles ya no se recogen, donde la gente puede matar por un mendrugo. Donde la juventud es la mejor moneda de cambio.

Miquel que vive con su mujer Quimeta, a quien se la está llevando el cáncer como una bala se llevó hace poco a su hijo Roger en el barro de una trinchera, siente que su compromiso ético le obliga a seguir siendo policía aun cuando no deba explicaciones a nadie y aún sabiendo que permanecer en la ciudad cuando entren las tropas del auto proclamado generalísimo y caudillo puede suponerle la muerte o en el mejor de los casos la perpetua, antesala segura de una tuberculosis final.

Y aún así se decide a seguir la pista de Merche. Aunque sea su último caso.

Cuatro días de enero cala igual que el frío penetra en las entrañas del cuerpo mal protegido para soportarlo, igual que el cuchillo atraviesa el aire. Es una ficción dentro de una crónica veraz de un momento de nuestra historia que no hay que olvidar. No hace tanto que pasó. Quien más quien menos tenemos recuerdos vividos a través de nuestros padres o abuelos. No hace tanto que pasó y aún duele recordarlo.

Jordi Sierra i Fabra afamado novelista, cultivador multigénero, introduce una historia de novela negra en la Historia Negra de nuestro país. Un argumento construido por noticias veraces, testimonios recogidos de supervivientes y de informes y noticias de la época. Un discurso narrado con emotiva frialdad, un recordatorio de lo mucho que perdimos, un aviso para que no vuelva a suceder.

Una vez más, y aunque sea en época de guerra, Jordi Sierra i Fabra nos demuestra que el poderoso tiene poder y que ser quintacolumnista es su modo de recomponer el status perdido. Y que el dinero sigue siendo poderoso caballero.

Es una novela llena de tristeza donde no es difícil que afloren lágrimas al leerla, pero es una magnifica novela, comprometida, creíble, desarrollada en un escenario veraz y llena de carga emocional. Una novela que da voz a los derrotados sin entrar en proclamas políticas maniqueístas pero sin disimular la realidad.

Es la primera de una trilogía, y le siguen Siete días de julio y Cinco días de octubre, próximamente leídas y posteadas en este blog. Si no la conocen léanla y sabrán porque no hay que dejar escapar las otras dos.

Post Scriptum: reseñas de la serie Inspector Mascarell en este blog

1. Cuatro días de enero
2. Siete días de julio
3. Cinco días de octubre
4. Dos días de mayo
5. Seis días de diciembre

viernes, 14 de diciembre de 2012

Un asunto sucio de Marco Vichi

Segunda entrega de la serie protagonizada por el Comisario Bordelli del escritor italiano Marco Vichi (la primera fue comentada aquí y esta tampoco será la última).

Bordelli ha cumplido 54 años, uno más que en su anterior caso, y sigue obsesionado por encontrar su media naranja, lo que a medida que se siente envejecer se le antoja un callejón sin salida y lo hunde más si cabe en su desesperada y no elegida soledad.

Si estás solo serás todo tuyo, si estás acompañado serás tuyo a medias, decía un tal Leonardo’. Claro que ya sabemos que una cosa es estar solo y otra, muy distinta, sentirse solo.

Con Rosa, su Rosina, la que baila en su casa al son de Vecchio frac y para la que sigue siendo su osito hay más que amistad, hay complicidad, pero él sabe que esta hermosa relación no es más que un paño caliente sin solución de futuro.

Al igual que sus balsámicos ratos en casa de Rosa le ayuda a equilibrar sus biorritmos, encuentra también soporte moral en la trattoria De Cesare donde los mediodía que puede, acude para saborear la cocina y la compañía de Totó (pollo frito y alcachofas fritas, una de sus especialidades).

Su profunda humanidad impide que las redadas entre miserables acaben con los calabozos llenos y de ahí que tantas gentes como Casimiro o El Santo le agradezcan su gesto como buenamente pueden: facilitándole información.

Sus confidentes lo son por simpatía no por extorsión, ni coacción bajo amenaza.

Casimiro se ha topado con un muerto en el olivar de Fiesole, cerca de la finca alquilada por el barón Von Hauser, y no pierde un instante en contárselo a Bordelli quien corre para allá para averiguar más; prácticamente en paralelo se encuentra otro cuerpo, este en el parque del Ventaglio, un crimen sumamente atroz y las investigaciones de uno y otro caso absorben el tiempo y los pensamientos de Bordelli lo suficiente como para dejar de lamentarse por su soledad, al menos por unos días.

Las ansias de matar son atávicas y tienen su raíz en lo más profundo de la naturaleza primitiva del ser humano, en aquel oscuro cuarto que guarda el recuerdo de cuando aún se andaba a cuatro patas y matar o morir formaba parte de la supervivencia. La vida en sociedad ha cerrado la puerta a esa estancia pero hay personas que consiguen entrar y cuando salen, ya no son personas son sus ancestros.

Un asunto sucio transcurre en una Florencia hivernal y lluviosa, más allá de lo sorportable para no estar de los nervios. Bordelli y Piras deberán atar cabos para entender y resolver unos casos que no están tan desvinculados como en una primera impresión pudiera parecer. A veces una copa de cognac De Maricourt puede ayudar a entender mejor la vida y también la muerte.

Las novelas de este comisario son una sinfonía de sabores. Nos gusta Bordelli. Nos lo pasamos bien con él. Es carismático, paciente, para nada petulante y tiene unos amigos estupendos.

También les gusta a los cómplices de Calibre 38 que en su viaje literario han hecho escala en Florencia para tomarse una grappa casera con Piras y charlar de los viejos tiempos. Compartan su viaje y su grappa aquí.

Post scriptum, la tercera de la serie ya está reseñada El recién llegado

jueves, 6 de diciembre de 2012

El susurro del diablo de Miyuki Miyabe

El susurro del diablo no es como el susurro humano; es un grito ahogado, sordo, que tiene el maléfico poder de quebrar voluntades. Quien lo oye ya no vuelve a ser quien era. E incluso puede llegar a dejar de ser. Simplemente.

¿Puede una muerte ser a la vez un accidente, un suicidio y un asesinato? Todo depende de quien observe los hechos y de la conclusión que saque. Y los hechos son muertes. De chicas jóvenes, en Tokio.

Mamoru, un joven huérfano de 16 años que vive con sus tíos y una prima, resulta elegido por el azar y las circunstancias para erigirse en el encargado de averiguar que se esconde tras esas muertes y evitar que haya más. No hay policía, no hay detective privado, no hay abogado justiciero. Solo un muchacho con una gran voluntad que intentando limpiar el honor de su tío taxista e intentando ayudar a su jefe en los almacenes donde trabaja a jornada parcial, no solo descubrirá una cadena de horrores y unas ilegales y peligrosas manipulaciones sensoriales sino que además y a la postre conocerá circunstancias desconocidas de su orfandad.

Cruce de argumentos sin uno claramente principal que se enriquecen mutuamente y se complementan para explicarse en un todo.

El susurro del diablo (1989) es prácticamente narrativa juvenil no solo por la edad de los protagonistas y por las situaciones cotidianas que viven y les preocupan, sino por el tratamiento de suspense cercano al terror psicológico habitual de los filmes japoneses que desde entonces copan los festivales cinematográficos de género. Pero es narrativa para adultos, a los que critica mantenerse fieles a unos principios caducos, a unos códigos rancios y ser insensibles a las necesidades de los jóvenes por ignorancia y falta de comunicación aducida erróneamente a la diferencia generacional y a la inadaptación al sistema.

Pero sea para un público o para todos no deja de ser novela negra. La novela negra japonesa, no nos cansaremos de recordarlo, es distinta. Lo negro no está en lo extraordinario ni en lo escabroso, lo negro está en lo cotidiano. Por eso es tan visceral. Y por eso da miedo. Como sus películas de terror.

En las páginas de El susurro del diablo encontramos una crítica social a un sistema de educación escolar muy exigente en su apariencia, en su forma, en su proyección social pero descuidada en su fondo y en su trato humano, aunque luego el arrepentimiento no deje dormir. Una crítica a primar la obtención del deseo y el capricho anteponiéndola a ser íntegro, a ser honesto, aunque luego la vergüenza corroa hasta el hueso. Una crítica al mercantilismo de las empresas en las que la cuenta de resultados justifica cualquier decisión aunque luego el remordimiento conduzca a actos desesperados.


Honor en el taxista, lealtad en el jefe de almacenes, culpabilidad en un profesor, perdón en un compañero de clase, vergüenza en un alto ejecutivo: los pilares de la cultura japonesa en entredicho. Herencia feudal frontalmente enfrentada a su mundial liderazgo tecnológico.

El protagonismo femenino es total, en las jóvenes muertas, en la madre de Mamoru, en su tía y prima...y que su deseo de emancipación sigue siendo una asignatura pendiente en Japón. Las mujeres que Miyabe dibuja tan bien, son jóvenes inquietas a las que el traje virtual de geisha no deja respirar de ahí que confundan sus necesidades con sus deseos y en consecuencia no se cuestionen los medios para su obtención.

Miyuki Miyabe es una escritora capaz de explicar del modo más natural actos cuya naturaleza no entendemos. En su estilo rechaza los toques de efecto gratuitos y los fuegos de artificio y escribe desde la racionalidad, de tal forma que son sus personajes quienes escriben la historia y la Historia los juzgará. Su planteamiento es sobrio, hasta el exceso de echar en falta algo más de emotividad pero no por ello deja de ser intenso.

Demostrar sentimientos es algo mal visto y el que dirán hace que la procesión vaya por dentro, por eso Miyabe no se inmiscuye en los actos de sus personajes ni en sus razones o justificaciones que deja, discretamente, a disposición del público. Por eso no clasifica malos y buenos: hay personas y hay actos.

¿Quien merece castigo: el culpable o la víctima? Respuesta obvia, ¿o no? En esta novela todos son culpables y todos son víctimas. Allá cada lector/a con su concepto de bien y mal y con lo que esté dispuesto a entender y aceptar.

Miyabe tiene más libros como este, no son novelas de género sino que usan al género para ser novelas, y esta lectura deja con ganas de conocerlos. Próximamente en este blog.

Hay más novelas japonesas posteadas en el blog. Utilice el buscador de la columna de la derecha con la palabra japonesa para verlas.

Post scriptum: pinchen para leer la reseña de otra de sus personalísimas novelas R.P.G Juego de rol


sábado, 1 de diciembre de 2012

El comisario Bordelli de Marco Vichi

Bordelli siempre sabe como salvar a la gente de su destino, ejerce la acción adecuada y concede el gesto necesario. Ve con meridiana claridad lo que hay que hacer en cada momento, pero ¿a él quien lo salva?
No es que haya desperdiciado trenes es que cuando ha ido a la estación no ha esperado el tiempo necesario y ahora con 53 años cumplidos y sin pareja se encuentra más que solo y esto empieza a aterrarlo.
Tiene amigos, muchos y variopintos, y organiza cenas en las que invita a nuevos conocidos y en donde la felicidad del grupo le sirve de vacuna para soportar unos días más pero nada quita que desee encontrar a la que haya de ser la mujer de su vida y pueda formar una familia. También tiene familia: su tía Camila, su tío Franco y su primo Rodrigo con quien se lleva de pena pero sus visitas nos regalan hilarantes momentos.
Bordelli fuma para respirar, si lo dejara no sabría como inhalar aire sin inspirar humo, conduce un escarabajo, come cada día fuera de casa, o mal o en la trattoria De Cesare donde Totó tanto le improvisa una Panzanella como un  Bacalao a la Livornesa.
Y como buen italiano tiene paladar para la comida y para el vino y tiene ojo para el arte, distingue a simple vista obras de Fattori, Segantini, Nomellini, Ghiglia y más y acaba de descubrir que el DDT es más peligroso que dejarse comer por los mosquitos por lo que opta pasar las noches rascándose.
Bordelli se encuentra mejor y más a gusto con raterillos de poca monta, que solo roban para continuar viviendo, y con genios incomprendidos y solitarios, como él, que con los políticos, con todo aquel que detente poder. Los que deciden sobre la vida de los demás sin importarles la opinión de quienes dicen ayudar no merecen su crédito. Bordelli juega según sus propias reglas aprendidas hace mucho tiempo cuando luchó en el frente.
La guerra le ha enseñado a ser como es: solidario, justo y agradecido. En ella descubrió que los nazis no eran sino personas, jóvenes como él, a quienes les habían encasquetado un uniforme y los habían abandonado en tierra hostil. En la guerra mató pero aprendió a respetar la vida y su última víctima, la número 37, en 1945, un joven prácticamente de su edad, le enseñó que la muerte es el fin de todo y que por eso hay que vivir el momento.

El comisario Bordelli es una novela ambientada en Florencia en 1963, en un agosto de calor sofocante en donde el aire no corre por no sudar. En donde la noche cae despacio, para no cansarse, sobre la estructura del Ponte Vecchio, Bordelli debe encargarse de esclarecer la muerte de una señora en su señorial villa del siglo XVII y en el transcurso de la investigación se irán entrecruzando recuerdos y personajes que irán explicando la naturaleza humana del policía que empieza siendo comisario y acaba siendo comisario jefe. Algo que sus colaboradores Mugnai y, el nuevo, Piras, el sardo, no notan por su manifiesta humildad.

Marco Vichi, el autor, de esta saga de novelas, nos propone una lectura refrescante, a pesar del inmenso calor que describe, por su tratamiento humanista, por sus apuntes surrealistas, la conversación con Aldo Affumicato sin ir más lejos y por su sencillez narrativa. Una vez más una buena novela negra se mide por la grandeza de sus personajes.
Solo pedimos dos cosas:
Que en la próxima reencarnación tengamos un despertar sexual con la complicidad de Annina y que, por favor, en la próxima cena, Bordelli nos guarde una silla que permita acomodarnos al lado de Diotivede, forense en activo de 70 años; del Botta, ladrón y cocinero; de Fabiani, psicoanalista melancólico; de Cana, ladronzuelo de poca monta; de Dante, inventor y amaestrador de ratones y de Piras, el agente novato y anti tabaco total, y que podamos oír sus charlas entre humo, Chianti y comida turca.

Receta de la Panzanella, pan ensalada, plato frío de la Toscana:
Pan troceado y acompañado de cebolla y tomate todo bien aliñado con aceite de oliva, vinagre, sal, pimienta y hojas de albahaca.
También se puede añadir lechuga, alcaparras, anchoas, cebolla, pepino, atún, zanahoria, apio...

Post scriptum: otras novelas de la serie en este mismo blog

3. El recién llegado