jueves, 24 de marzo de 2016

Mala hostia de Luís Gutiérrez Maluenda

Cubierta de Mala Hostia
En Barcelona la clase alta vivía, vive aún, en la zona alta de la ciudad, alta geográficamente hablando, en faldas montañosas que el urbanismo ha ido arañando a la naturaleza. Y las clases menos afortunadas, en la zona opuesta de la ciudad, la que desciende hasta fusionarse con el mar.

Mala hostia es un eufemismo para designar mal carácter o malas intenciones y es el título de esta novela; una novela barriobajera porqué transcurre en esa zona habitada por la clase baja y clase aún más baja, por esas callejuelas del barrio del Raval, antaño conocido como el barrio chino: un gran mercado al aire libre, que no limpio, donde se compra y se vende todo a lo que se pueda poner precio. O sea todo. Ya sea legal o ilegal.

Atila es el protagonista principal. Un Atilano al que el recorte del nombre, al estilo del rey de los hunos, le conforma más mala leche, más mala ostia. La necesaria para afrontar los problemas que supone sobrevivir cuando no hay de donde rascar.

Es un detective privado con menos casos que perlas en una charca. No tiene despacho, okupa una mesa en un locutorio telefónico por ser pariente de Lena, una suerte de primo lejano de aquellos que cuanto más primo más me arrimo y tiene como vivienda un recoveco en un edificio, que se distrajo seguramente de los planos originales y en el que apenas caben dos personas, la cama y una botella de whisky, además del baño.

Y aunque no tenga motivos para agradecerle a la vida su suerte si los tiene porqué viendo sus convecinos de barrio aún podría ser peor. Marginal si pero no desgraciado.

El caso que le va a permitir pagar deudas y comer caliente por unos días se lo encarga un sudamericano para que busque a su chica desaparecida. Una bielorrusa de largas piernas, cuerpo escultural, melena rubia y ojos azules (¿acaso no lo son todas?) y de oficio desconocido pero imaginado. Imaginársela trabajando no supone ningún esfuerzo para un Atila curtido en multitud de frentes.

Y así junto a Atila, en ese encargo de búsqueda, la novela recorre El Raval y nos describe el ambiente y los habitantes de ese barrio crisol de nacionalidades y de ilegalidades. Lo hace a pie de calle para que experimentemos esas sensaciones que se adhieren a la piel y tardan varios lavados en irse.

Luís Gutiérrez Maluenda
Luís Gutiérrez Maluenda tiene en Mala hostia una autentica novela negra que sigue los arquetipos tradicionales del género y que se asentaron en aquella América de negros años. Coge los mismos mimbres pero teje su propia cesta.

Destila un argumento dinámico donde todo resulta pausible, donde las relaciones humanas y las acciones que se suceden tienen en su realismo su propia ficción y en donde no se puede separar el humor de la violencia del mismo modo que para que el cigarrillo eche humo antes hay que encenderlo.
Tiene también en El Raval el ambiente perfecto para desarrollar historias en las que nada ni nadie desentone, ahora que incluso las clases pudientes acuden a nuevos locales de moda para tomarse una copa porque les encanta vivir peligrosamente y en la que pululan turistas ávidos de lo auténtico para contar a su vuelta experiencias extremas.

Y tiene en Atila, hijo de puta entrañable, un romántico del sexo, un naufrago combativo, un perdedor disconforme, un cínico compasivo, un ex alcohólico que se emborracha cada día, al protagonista perfecto para desarrollar una larga serie de novelas a cual mejor. Creo que ya lleva tres.

No hagan como yo que, incomprensiblemente, he tardado años en acercarme a este autor y acaparen todas sus novelas para asegurarse lecturas placenteras. Yo estoy en ello.

domingo, 20 de marzo de 2016

Carter & West de Ana Bolox

Carter & West, novela
policiaca inglesa de la
mejor tradición
Carter & West son los protagonistas de una serie de aventuras de intriga que Ana Bolox, su escritora, además de blogera, tallerista (si existe esta profesión) y profesora, está publicando de modo agrupado. Así en el primer volumen encontramos:

Destino Inexorable
Aracne
La muerte viene a cenar

Tres piezas cortas que no lo parecen. Su estructura y su contenido no es para pocas páginas y en cambio encajan como en un molde.

Charles Carter es un joven patriota que habiendo combatido como piloto en la 2ª Guerra Mundial prosigue, finalizada esta y en tiempos de paz contenida, entregado a esa suprema causa nacional sirviendo ahora como detective de Scotland Yard y manteniendo sus contactos con el MI5.

Charles Carter arrastra una ligera cojera de un lance bélico, la que lo apartó del servicio activo, y es falible en sus deducciones; por lo que estamos ante una persona de carne y hueso y no ante un mito inaccesible.

Kate West es una joven decidida y capaz que dirige una agencia de servicios de mecanografía y que disfruta de sus momentos libres leyendo novelas policíacas de las que gustaría más ser protagonista que espectadora.

Kate West es una belleza que actúa con tanta determinación que se diría es una coraza para encubrir sus temores e inseguridades y no exponer su punto débil que es su grandeza humana.

Las tramas de las tres narraciones están muy bien argumentadas y a pesar de su brevedad ni se desarrollan apresuradamente ni se resuelven de forma precipitada. Los tiempos están muy medidos y la sensación al acabar cada una de ellas es la de haber leído una novela larga, tal es el grado de inmersión que consigue su lectura. Enormemente satisfactoria si se es amante de la novela policíaca tradicional inglesa.

Ana Bolox, autora de
'Carter & West'
Ana Bolox ha recuperado la esencia de esa novela policial inglesa en su ambientación, personajes y temática circunscrita a esos años cuarenta cuando las naciones abandonaron las trincheras pero no las suspicacias y sustituyeron las acciones frontales realizadas por soldados por otras más sutiles de espionaje a cargo de agentes de los servicios secretos.

Esa época también en la que las clases sociales tenían claramente identificadas sus posiciones y con límites de comportamiento muy delimitados; esa época de un tiempo caduco, ¿o aún no?.

La lectura sumerge en esa época con suma facilidad, gracias a una cuidada adecuación del lenguaje escrito en sus adjetivos y adverbios, al empleo de fórmulas de educación y cortesía social y tonos de diálogo precisos para que se puedan percibir las sensaciones tanto de andar bajo copos de nieve por calles londinenses, como de percibir el calor de hogar de salones y cocinas de gente acomodada e incluso de sentir la peculiar atmósfera de las estancias de los clubs masculinos más exclusivos.

Tía Agatha puede estar muy contenta de tener esa natural continuación, la Editorial Medianoche debe considerarse afortunada de tener esa pluma y los lectores estamos de enhorabuena con Ana Bolox de la que solo cabe pedirle más producción y cuanto antes mejor..

jueves, 17 de marzo de 2016

Flashforward serie tv

Cartel de la serie de TV Flashforward
Recuerdos del futuro es el título traducido de la novela de ciencia ficción científica del canadiense Robert J. Sawyer y su título original Flashforward da título también a su adaptación a serie de televisión. Aunque el paralelismo solo se da en la premisa de inicio y en el nombre de un personaje ya que por lo demás no guarda relación alguna.

Parte de una premisa inteligente y atractiva como es que todos los habitantes del planeta sufran un desvanecimiento en el mismo momento (6 de octubre de 2009 a las 11:00 hora americana) durante 2 minutos y 19 segundos y que durante ese breve período de tiempo cada cual tiene una visión de su futuro fechado el 29 de abril de 2010 a las 22:00 (en la novela es año 2030)

Cada uno ha tenido su flashforward particular, su visión de ese momento futuro. Todos han visto algo aunque para algunos que no han visto más que negrura se teman lo peor.

Mientras dura el desmayo las catástrofes causan más de veinte millones de muertos en todo el mundo: aviones, barcos y automóviles estrellados, grúas de construcción descontroladas, explosiones, incendios, intervenciones quirúrgicas a medio terminar y caídas de todo tipo y desde todos los lugares.

La novela incide en el aspecto espiritual, en la ética y en el libre albedrío y la protagonizan los dos científicos que han llevado a cabo el experimento que inesperadamente ha provocado el desvanecimiento. Plantea dudas, dilemas y abre interrogantes que cuestionan lo que creemos saber

Mientras que la serie se centra en el aspecto thriller policial encabezada por agentes del FBI y la CIA y se pierde al querer maximizar las responsabilidades en complots tan complejos que acaban desconectando las tramas secundarias de la principal, tan pretenciosa como incomprensible, y presentando unos altibajos que van del interés al aburrimiento.

Componen así un gran mosaico de recuerdos futuros y de situaciones presentes intentando establecer relaciones y conexiones que les permitan no solo saber el por qué del hecho sinó también evitar algunas de sus consecuencias y sobre todo evitar que vuelva a suceder.

El mosaico de la serie Flashforward
Las subtramas explican las vidas personales de cada uno de los protagonistas condicionadas a partir de su flashforward: destino versus libre albedrio. Son de poco interés y el conjunto queda descompensado abusando de un sentimentalismo de todo a cien y una intriga de rebajas.

Han intentado dar forma a un diamante a golpes de martillo ¡que manera de echarlo a perder! y partiendo de una premisa excelente han culminado un gran fracaso.

La temporada concluye cerrando algunas tramas y dejando otras en el aire en un final abierto, no satisfaciendo a nadie. Además se quedan por aclarar un montón de las pistas y también lo más importante como es saber que nuevo futuro espera.

Parece que en ninguno de los flasforward los guionistas vieron que la serie no tendría continuación y, confiados, han emitido un final de temporada cuando debería haber sido un final de serie.

Evito conscientemente nombrar a los actores protagonistas y al equipo técnico porque ya bastante han debido sufrir como para que sus nombres queden asociados a esta serie.

No es necesario que la vean, de verdad. En todo caso si les gusta la CiFi lean la novela.

domingo, 13 de marzo de 2016

Un cadáver en el jardín de María Lang

En Skóga, localidad sueca donde la autora ubica muchas de sus obras, se encuentran pasando unos días de vacaciones Einar Bure, es su lugar de nacimiento, su mujer Puck y el padre de ésta Johannes Ekstedt, excéntrico y erudito egiptólogo.

Es un pueblo pequeño bordeado por un río que parece lugar ideal para desconectar de las cuestiones cotidianas.

Para el matrimonio, hace pocos meses que están casados, es una forma de alargar su luna de miel y para el profesor, que acaba de regresar de Egipto, una excusa para descansar de cadáveres momificados, sol y sudor de las excavaciones.

Pero para su sorpresa los cadáveres no descansan y encontrarse una mañana uno en el jardín no es la idea que se tiene de un despertar idílico en una casa de campo estando de vacaciones. Sobretodo porqué puede echar a perder un buen desayuno.

Se trata del cuerpo de un joven local y sobradamente conocido que hacía tiempo vivía alejado del pueblo por desavenencias familiares por lo que se desconoce el motivo por el que haya podido volver y aún más el de su asesinato.

Puck, como no podía ser de otra manera, va a investigar por su cuenta paralelamente a la investigación policial y entre los habitantes, todos conocidos entre si, de la población encontrará suficientes sospechosos y lo que es peor autoinculpados que va a complicar aún más una investigación que transcurre bajo aguaceros intensos.

Un cadáver en el jardín es una novela policiaca claramente enigma del género afable, cozy crime; género que con tanta habilidad desarrolla la prolífica autora sueca Maria Lang aunque tenga tendencia a diluir la tensión en disquisiciones alejadas del eje central de la trama y en dedicar demasiadas páginas al discurso final alargándolo más allá de lo aconsejable, necesario y prudente.

A pesar de todo, la lectura entretiene lo suficiente como para aceptar sus digresiones y entrar en el juego de comportarse como un protagonista más del elenco y deleitarse con la resolución de un rompecabezas criminal, al lado de la inquieta Puck.

Maria Lang, pseudónimo de Dagmar Lange, asienta con esta novela su publicitado paralelismo literario con Agatha Christie, puro marketing editorial alejado de la realidad, en el tratamiento de la novela policiaca clásica, aunque por suerte cada cual con su propia personalidad que se transmite en su forma de escribir, narrar y ambientar.

La muerte te espera es otra novela de la serie publicada y reseñada en este blog (lamentablemente las traducciones llegan en cuentagotas y sin orden alguno; habrá que conformarse con lo que hay) que resulta más enrevesada en una trama que sustenta la intriga en la veracidad de las coartadas de los sospechosos.



miércoles, 9 de marzo de 2016

Manhattan Beach 1957 de Yves H. y Hermann

Manhattan Beach 1957, cubierta
Un joven John soñaba con ser propietario de un hotel con sala de espectáculos, en Las Vegas, donde pudiera actuar su ídolo Elvis Presley y por el camino se topó con Daisy que regresaba a Manhattan Beach en Los Ángeles en busca de una infancia confusa y de unos padres olvidados. Los grandes espacios abiertos acogieron su libertad, llena de sueños e ilusiones, hoy desaparecida por las circunstancias.

Era 1957 y en Manhattan Beach y en muchas otras partes sonaban las notas de Love me tender cantadas por ese joven Elvis Presley que empezaba a despuntar sin tener idea de hasta donde podía llegar.

Hoy, en 1976, John Haig es teniente de policía en la localidad de Atenas, del estado de Missouri, pero no por vocación ni tan solo por devoción, lo es porqué a la vida hay que escucharle los chistes aunque no tengan ninguna gracia y no se les encuentre ningún sentido. Si no le sonríes a la vida estás muerto.

Tiene en marcha una investigación de asesinato y violación de una joven y esa belleza truncada, esa juventud muerta, le retrotrae a su juventud cuando los sueños y las ilusiones que emergen desde la inocencia se viven como una explosión. Esas ganas de vivir que tanto él como Daisy sentían a flor de piel.

En este cómic, padre e hijo Huppen, explican una historia de amor condicionada por unas circunstancias empeñadas en evitarla aunque no lo consiguieran. Y explican una historia policíaca cuya resolución ha de permitir a John Haig librarse de un sentimiento de culpa que arrastra desde entonces. Y otra tercera historia que habla de venganza y ajuste de cuentas.

Manhattan Beach 1957, página 25
En definitiva Manhattan Beach 1957 es un cómic muy completo con una densa atmósfera de novela negra, con guión a cargo de Yves Huppen (hijo, que firma sus obras como Yves H.) muy trabajado y bien trenzado en sus ramificaciones, que las hay y que simultanea sin perder ni un ápice de ritmo tiempo presente con flash backs del pasado.

Un guión que Hermann Huppen (padre, que firma sus obras como Hermann) dibuja fiel a su estilo realista, con tanta delicadeza como si acariciara el papel, donde los negros son grises de tan tenues, y donde el color, acuarela muy aguada, es de tonos pastel que iluminan casi pidiendo permiso al lápiz cuando refleja el presente ya que cuando se refiere al pasado solo emplea tonalidades de gris y blanco.

El resultado es una obra redonda, hecha con el mismo amor que tiene su argumento y a la que no le falta ni tan solo la música ya que El Rey la pone a todo lo largo de su narración: Love me tender, love me sweet, never let me go…

Pero dejemos que sea Elvis quien la cante que lo hace mejor que yo.

Elvis Presley - Love Me Tender (Lyrics)