Everybody's gone to the rapture, caratula |
Estamos ante un juego de mínima interacción,
contemplativo. Recorremos atónitos el valle de Yaughton, en el condado inglés
de Shropshire, donde el pueblo y las granjas aparecen sin vida. No hay nadie,
solo luces. Las luces suplen las personas.
Como juguetonas luciérnagas nos acompañan en un deambular
sosegado entre avisos de cuarentena clavados en las puertas, coches vacíos, objetos abandonados, coladas desatendidas,
gotas de sangre y pájaros muertos.
Los receptores de radio emiten informaciones angustiosas.
Los teléfonos retienen las últimas conversaciones.
Escucharlos, accionar interruptores, entrar en algunos
edificios, capturar diálogos de luces y abrir puertas es el nivel de
interacción: hay que asumir, pues, que mantendremos una actitud prácticamente
pasiva a lo largo de toda la historia; a cambio vamos a ser los elegidos para conocer lo que pasó. Lo que motivó el vacío.
Son las 6:37 de la mañana del día 6 de junio de 1984 y
estamos ante una situación que pronto se adivina como post apocalíptica pero de
la que desconocemos todo y está claro que tenemos que investigarlo.
Everybody's gone to the rapture: secuencia de la estación de ferrocarril |
Everybody’s gone to the rapture es un juego, en primera persona, absolutamente sosegante por sus desplazamientos deslizantes y para nada apresurados y por su música envolvente de agudos y púberes cantos al principio y más graves y adultos hacia el final.
Con un detalle asombroso en el diseño aún en las cosas
más nimias y con el esmero que surge solo cuando el trabajo es oficio y el
oficio placer. Es un juego concebido para disfrutar de su belleza inquietante.
Everybody's gone to the rapture: en el bosque, siguiendo la luz |
Donde el recorrer los caminos y las carreteras, cruzando campos y rozando plantas oyendo el susurro del viento, el trino de los pájaros, mientras queden con vida, y el zumbido de las abejas va acompañado de los cambios de luz a medida que transcurren las horas. Y en la oscuridad de la noche todo es paz.
Un juego para jugarlo absolutamente a oscuras: las luces
hablan por sí solas.Y las músicas son efectivas nanas que no incitan al sueño sino a soñar.
Un juego que deseas acabar pero solo para conocer la respuesta al
enigma pero que bno quieres que se termine; no importa llegar al final ya que no hay premio por lograrlo y el disfrute está en
jugarlo.
Totalmente heterodoxo en su planteamiento y en su desarrollo no se
puede evitar el quitarse el sombrero ante lo tremendamente hipnótico que
resulta el conjunto.
Everybody's gone to the rapture: los objetos inanimados refuerzan la ausencia de vida |
The Chinese Room es el estudio responsable de esta
maravilla narrativa no lineal, con un argumento absorbente y una banda sonora
que de pertenecer a un film sería candidata a premios.
Estudios con más renombre y mayor presupuesto deberían
tomar ejemplo de lo que se puede conseguir anteponiendo argumento, estética y
mensaje a efectos especiales, acción trepidante y nulo o vacío contenido. Ah! y
con un doblaje al castellano perfecto.
Absténganse fanáticos de plataformas y buscadores de
acción trepidante; todos los demás ya deberían estar jugando. Disponible para
PS4 y PC Windows.