Asco y vergüenza y terror en las víctimas. |
Género de violencia es una novela que se anuncia como
inspirada en hechos reales.
Es desesperante y asqueroso pensar que lo que en
ella se cuenta esté inspirado en hechos reales, ya que la magnitud de
depravación es de tal nivel que pensar que en nuestra cotidianeidad nos
cruzamos por la calle con especímenes, que no personas, tan psicópatas como las
descritas es como para encerrarse en casa y vivir de servicios a domicilio.
Silvia Folch es la inspectora de policía que tiene a su
cargo la investigación de la desaparición de unas jóvenes, perfil chicas de 16
años, que se van sucediendo sin que se tenga noticia alguna, descartado pues secuestro
convencional, hasta que un cadáver aparece.
Su identificación es difícil habida
cuenta de lo destrozado y mancillado, desgarrado y profanado que está el cuerpo
pero se obtiene confirmación de que es el de una de las desaparecidas. ¿Cómo puede alguien que se llame persona hacerle a otra persona lo que le ha hecho? ¿Y las otras chicas? ¿Han seguido el mismo destino?
La desaparición, el secuestro, ahora es un asesinato. A partir de aquí todo se acelera y quien secuestra y
quien persigue parecen emprender una veloz carrera donde todo vale y el que
pierde paga. La apuesta es la vida.
La novela ofrece diversas historias cruzadas que van a ir
confluyendo, no sin cierta ayuda, hasta llegar
a un final absolutamente catártico que permite liberar toda la tensión
acumulada en la lectura.
David Orange |
David Orange ha escrito una novela que tiene un
tratamiento angustioso de la violencia como arma y como defensa y que sería
descorazonadora sino fuera por el atisbo de esperanza con el que saluda de
tanto en tanto desde sus páginas gracias a pequeños gestos y detalles cariñosos
de algunos de sus protagonistas que suponen un retazo de cielo azul visto desde
el infierno.
El autor juega con habilidad con los tempos de las
subtramas para mostrar como desde las campañas de adocenamiento publicitario
hasta los posicionamientos de poder mundano que se creen que con dinero todo es
posible, desde las relaciones de pareja hasta las convivencias familiares, en
todas partes vive el engaño.
Explica como la publicidad insta a obtener felicidad; como el dinero se
cree que puede comprarla; las parejas se piensan que es eterna y las familias
la consideran implícita en su sino hasta el punto de que no tienen en
consideración la repercusión de sus actos. Y resulta que la felicidad no es el
que sino con quien.