domingo, 8 de septiembre de 2019

La víctima número ocho, serie de televisión

La verdad es también víctima en
cualquier atentado.
“En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»”. (Juan 8, 31-42)

¿Cuál es la verdad verdadera? ¿Existe la verdad absoluta? Decían que con la verdad se podía ir a cualquier parte. Hoy todo está supeditado al poder, incluso la verdad; de ahí que haya tantas verdades como intereses particulares. La verdad está sobrevalorada y los políticos que lo saben, la escamotean, manipulan y adulteran en aras de su supervivencia.

En pleno casco viejo de Bilbao se produce un atentado yihadista: una furgoneta se lanza contra toda persona que encuentra a su paso y causa siete muertes y más de treinta personas heridas. La Ertzaintza, con el recuerdo aún reciente de los atentados de París y Barcelona, se lanza a la caza de los terroristas y con la ayuda de efectivos de Inteligencia pronto identifica al conductor de la furgoneta.

Desde ese momento todos los esfuerzos se centran en atraparlo, desmantelar la celula y evitar que pueda haber más víctimas.

Para Omar Jamal (César Mateo), el sospechoso, todo lo que haya vivido hasta ahora no le va a servir de nada y su huida es su nueva vida. Familia, novia y amigos están estupefactos ¿cómo reaccionas cuando la persona a la que crees conocer de repente es un temido asesino?

Y desde ese momento empieza un thriller más que interesante y que aúna todo un sinfín de emociones que generan situaciones de gran tensión.

Claro que tiene puntos de mejora ¿existe acaso la perfección? Pero el conjunto es de nota para arriba y la historia, cargada de humanidad, trata la actualidad sin dramatismo añadido.

Los protagonistas, sin sobreactuar y muy rigurosos en su papel y ajustados al perfil de su personaje, son los pilares de la trama: sin ellos no habría serie y es que siempre las acciones las ejecutan las personas aunque las provoquen las ideas. Imposible destacar a nadie de los que conforman el elenco de actrices y actores y a los que además vocalizan de tal modo que se les entiende perfectamente cuando hablan.

"La víctima número ocho": elenco de actrices y actores caracterizados en su papel

Aunque tal vez Eche, el periodista (Marcial Álvarez) y Koro, la inspectora Olaegui (Verónica Moral) sean los pilares que sostienen todos los hilos y hay que destacar el carácter batallador, solidario e incansable de Edurne (María de Nati) que da fe de lo que es la renuncia por amor.

Una serie de 8 capítulos llenos de dinamismo, escenas en Bilbao, Madrid, interiores de viviendas, pensiones, bares, supermercados, naves industriales abandonadas, exteriores en bosques, senderos y pistas forestales.

No les va a defraudar en absoluto y les pondrá sobre aviso de cómo hay que cuestionar todo lo que se oye, se diga dónde se diga y sea quien sea quien lo diga para poder esclarecer cuánto hay de verdad y cuanto de mentira. Hay medios que mienten más que hablan.

La víctima número 8 no solo es la persona que no supera las heridas muriendo en el hospital, sino que acaba siendo la verdad.


miércoles, 4 de septiembre de 2019

El ladrón de tatuajes de Alison Belsham

El ladrón de tatuajes no es un mote
sin sentido: es una macabra realidad.
Los tatuajes son, mayoritariamente, esas obras de arte que tienen vida propia. Dibujos a veces realistas, otras figurativos, otras símbolos, otras simplemente textos, algunas veces a color, que emplean la piel humana como soporte.

Y no hay que confundir las inserciones con ilustraciones igual que hay que discriminar entre firmas y grafitis.

Marni Mullins es una reconocida tatuadora de Brighton, localidad costera inglesa, que al descubrir casualmente un cadáver se ve envuelta, a su pesar pero sin desagradarle, en una investigación en la que coincide con los intereses policiales: detener al asesino es librar a un depredador de las calles que parece no tener bastante con un asesinato y que parece tener una fijación en la elección de las víctimas.

El ladrón de tatuajes no es un mote sin sentido: es una macabra realidad.

Alison Belsham estructura el argumento presentándolo con varias voces, de los principales protagonistas, incluido el asesino, que permiten el avance de la trama desde varios ángulos y siempre según las preocupaciones e intereses de cada cual.

Tatuadora e Inspector Jefe, Francis Sullivan, ambos arrastrando sus habituales fantasmas personales, de los que se podría extraer petróleo, establecen una colaboración que trasciende lo profesional y de la que se podría haber extraído aún más petróleo para enriquecer el perfil.

Alison Belsham
Al parecer la omisión no es casual ya que parece que estamos ante la primera entrega de una trilogía y por tanto hay que reservar material.

La autora elige un tema que tiene su propio hábitat pero lamentablemente no profundiza ni en el primero, historia y técnicas, ni en el segundo, etiología de los diseños y perfiles de clientes, desaprovechando así una magnífica ocasión para poner luz sobre esos maravillosos trabajos y extraerlos de esa ubicación lumpen asociada generalmente, y gracias al cine, a cárcel, delincuencia y marginación.

Pero descartado el fin didáctico hay que centrarse en su aspecto policial y de novela negra en el que cumple debidamente a cambio de limitar sus aspiraciones. Y no porqué esté mal escrito, ni mucho menos, sino porqué fuera del elemento tatuaje el resto sigue a pies juntillas la tradición y los tópicos más sobresalientes con lo que consigue una novela interesante y emocionante pero previsible.

Hasta tal punto lo es que ya en la primera página se adivina un aspecto determinante del asesino.

La prosa empleada por Alison Belsham es directa y sencilla, los diálogos ágiles y concisos, las descripciones breves y el ritmo trepidante y todo servido en capítulos cortos, ¿cómo? ¿Qué utilizo tópicos para describirla? A juego.

viernes, 30 de agosto de 2019

Crimen en el paraíso, temporada 8

Crimen en el paraíso, temporada 8, con nuevo equipo
policial en Honoré, isla de Saint Marie.
Pasan los años pero Saint Marie conserva su espíritu joven, un perpetuo verano que nos transmite color, ritmo y sabor. Colores luminosos y vivos, ritmos que incitan al contoneo despreocupado y sabores de frutas exóticas.

Pero también mantiene, afortunadamente, su alta tasa de asesinatos lo que permite que su policía sigan manteniendo un porcentaje de éxitos del 100% en la resolución de los casos. Récord Guinness.

Crimen en el paraíso mantiene su alto índice de seguimiento sin cambiar su fórmula y sin más pretensión que la de entretener con suspense e intriga. Un Whodunit (¿Quién es el asesino?) ortodoxo en contexto playero y ambiente veraniego que ocupa los dos meses de verano, esa franja que nadie quiere y que quien puede la aprovecha como escaparate.

Ciertamente la serie está perdiendo fuelle y hay un doble episodio, necesario para justificar un giro de tendencia que no se sostiene por ningún lado y son tan evidentes los desajustes de guión, por no llamarlos fallos, que no se explica como nadie se haya dado cuenta.

La subinspectora  Madeleine Dumas
y el inspector Jack Mooney
Y esto sumado a que el equipo policial sufre un nuevo terremoto y cambia, presumiblemente, dos de las piezas más significativas parece anticipar que estamos acercándonos al fin de una serie o al menos de la serie que conocimos y que empezó sin pretensiones y acabó siendo la gallina de los huevos de oro.

Es notorio que algo ha cambiado en el seno del equipo de producción ya que rigen otros principios menos exigentes con un listón tan bajo que de seguir así será apta para horario infantil.

Los diálogos fuera de la investigación son sosos, las investigaciones han perdido procedimiento y para rematar los protagonistas se están volviendo planos. Parece apostar claramente por la bis comica en detrimento de la policiaca.

La incorporación de Ardal O'Hanlon la temporada pasada en el papel del inspector Jack Mooney le ha restado espontaneidad ya que su perfil parece aún muy influenciado por la interpretación, que le dió a conocer, de un personaje del clero y su sonrisa beatifica lo posiciona en un nivel de comprensión y tolerancia del que Richard Poole abominaría y con razón.

8 episodios en esta 8ª temporada que dejan un regusto agridulce para quienes recuerden temporadas anteriores, tiempos mejores. Una serie en la que actualmente la proa no marca la dirección en la que se está desplazando el barco.

Aún y así un acierto para quien concibió la fórmula y planificó la parrilla de programas. Y aún más para el equipo de guionistas con algunas tramas policiacas emitidas que ya quisieran para sí muchos de los que se llaman escritores.

Lástima que al llegar el último episodio de la temporada suponga un aviso de que el verano también está próximo a cerrar hasta el año que viene con la 9ª temporada.

Recuerden reseñas de temporadas anteriores:

1ª Temporada (con Richard Poole y Camille Bordey)
2ª Temporada (con Richard Poole y Camille Bordey)
3ª Temporada (con Humphrey Goodman y Camille Bordey)
4ª Temporada (con Humphrey Goodman, Camille Bordey y Florence Cassel)
5ª Temporada (con Humphrey Goodman y Florence Cassel)
6ª Temporada (con Humphrey Goodman, Jack Mooney y Florence Cassel)
7ª Temporada (con Jack Mooney y Florence Cassel)

domingo, 25 de agosto de 2019

Una del Oeste de José Javier Abasolo

Programa doble, como en el cine
de antaño.
Hace como 50 años había muchos más cines que ahora, incluso en lugares centricos y hasta los pueblos más pequeños tenían el suyo.

Generalmente solo echaban películas los fines de semana. El pase empezaba a las 4 o a las 5 y se proyectaban dos películas (programa doble se llamaba), el No-Do era un bonus (no deseado pero respetado, a la fuerza ahorcan, incluso en pie y saludando al principio cuando las fuerzas del orden conminaban a ello dentro de la sala y silbado y abucheado en sus postrimerías cuando la ausencia de picoletos o grises fue manifiesta), y entre película y película había media parte, un descanso con la foto fija de Visite nuestro bar y se podía entrar a cualquier hora y repetir visionado (sesión continua se llamaba).

Una película solía ser de factura nacional (españolada la llamaban) y la otra americana (el ostracismo político al que las naciones sometían al régimen franquista afectaba también a la cultura; el cine club llegaría más tarde). La americana solía ser cine negro o del oeste o de indios o de tiros (el apodo iba por barrios).

Una del Oeste, la novela de José Javier Abasolo, rinde homenaje a ambos géneros: el western y el cine negro, y a sus altavoces culturales de la época: el cine y la novela (bolsilibros de literatura popular) y por eso son dos novelas en una. Programa doble.

Cine de autor no había (la etiqueta aún no se había acuñado) pero el autor de la novela evoca títulos inolvidables del western: Solo ante el peligro, El Juez de la Horca…; y del cine negro: El Halcón Maltés especialmente. Pero novelas de autor si había (aunque fuera seudónimo y solo años más tarde se reconocerían autorías): Silver Kane (Francisco González Ledesma), Keith Luger (Miguel Oliveros Tovar, Lou Carrrigan (Antonio Vera Ramírez), entre los más conocidos.

La novela despliega simultáneamente la evolución de tres tramas que tienen su punto de conexión en un asesinato y en las aventuras de Colt Duncan (título imaginario, no lo busquen en google, pero deudor y homenaje agradecido de aquellos autores anónimos) y en su escritor, un anodino tendero de ultramarinos que firma las novelas con el mismo nombre que su personaje.

No están escritas en primera persona (a pesar de lo que la firma pudiera sugerir) sino en una suerte de narrador omnisciente que viniera del futuro a contar una historia del pasado. Solo así se entiende que conozca hechos acaecidos mucho después que el salvaje oeste dejara de serlo.

Bolsilibros de cultura popular
Tres parejas mixtas son las protagonistas que contribuyen a resolver un caso que aúna lo mejor del western y del noir para ofrecer una historia donde hasta el romanticismo (amor y sexo) tiene cabida. Y collejea sin piedad y con razón el despotismo editorial de la época ¿pasada? ¿actual?

José Javier Abasolo ha compuesto una sinfonía agradable para todos los oídos pero especialmente agradecida para quienes, por edad y/o cultura literaria y cinematográfica, puedan apreciar sus constantes guiños y su peculiar sentido del humor: inteligente y ácido.

Magnífica novela.

domingo, 18 de agosto de 2019

Poniente de Jesús María Sáez

Poniente es tradicionalmente
el punto cardinal Oeste.
En general, en las fuerzas de orden público donde la muerte acecha hasta en los momentos más insospechados los cambios de destino suelen ir asociados a motivos traumáticos. Suelen ser soluciones terapéuticas.

Aitor Etxeazarreta, es un ertzaina que, afectado por asuntos propios, abandona el frío Cantábrico por el cálido Mediterráneo y cambia su trabajo en Bilbao por un nuevo puesto en Málaga.

Ni su especialización en criminología, ni su facilidad para definir perfiles de asesinos ni la pronunciación de su apellido es algo que sea fácilmente asumido por sus mandos: microclimas siempre reacios a admitir un nuevo habitante. Labrarse un porvenir en tierra extraña cuando lo tenía todo en su lugar natal se antoja castigo excesivo para sus quitas consigo mismo.

Condicionado por sus estudios y sus calificaciones ve motivos de sospecha en cualquier caso que entre en su jurisdicción pero topa con el recelo de una plantilla que entiende que el método de investigación debe basarse en hechos y pruebas y no en cuestionables interpretaciones.

Incluso Carmen García su actual compañera de patrulla se muestra disconforme con su modus operandi. Pero podría ser que Aitor tuviera razón y Málaga se estuviese enfrentando a un problema serio y ominoso, mucho más allá de el que ya supone de por si una población multiplicada con la llegada de turistas y por tanto de incidentes

Jesús María Sáez vuelve a crear con Poniente una novela negra dinámica y sólida tanto en su argumento como en la forma de perfilar los personajes como ya hiciera con su anterior Siberia, si bien algunas puntadas podrían ser más elaboradas.

En esta ocasión lo hace desde dentro de una comisaría, siguiendo su día a día, sus casos habituales y los más extraordinarios, relatando el funcionamiento de la cadena de mando y el trabajo de papeleo. Proyecta desde dentro hacia fuera mostrando la naturaleza humana de las personas que cada día, de uniforme o de paisano, salen a la calle sin saber si llegaran vivos a la noche.

Jesús María Sáez
Y aprovecha para enlazarlo con una trama criminal trenzada con hilo tan fino que resulta casi invisible si no se mira con ojos adecuados. Solo a vista de pájaro se puede elaborar el mapa de un territorio y apreciar esas líneas; solo una mente entrenada puede atisbar un patrón.

En los detalles están las evidencias y aunque nunca hay que dar nada por sentado de primeras y hay que abordarlo con cautela incluso el propio Aitor cae presa de la precipitación.

Poniente es una novela negra que claramente va de menos a más, tras un inicio titubeante de un viaje excesiva e innecesariamente pormenorizado alcanza rápidamente una velocidad de crucero estable y permite deleitarse con una narración sostenida que va ganando intensidad y emoción y consigue el mejor final que se le podría pedir, dándole a cada personaje lo que la vida le tenía reservado.