Los espacios abiertos pueden llegar a marear; a producir vértigo por la falta de referencias geoposicionales. Las novelas que transcurren en esos espacios producen el mismo efecto. Suscitan desapego y quien lee se encuentra perdido en un mundo, en un viaje, que no sabe lo que le deparará.
Lejos es una novela que hace
del desapego su paradójica razón para seguir viviendo y lo hace parasitando a
tres personajes que son su proyección en el plano físico.
Pocos nombres propios nos
ofrece la autora y solo de quienes no los necesitan porque su comportamiento y
sus razonamientos irracionales son identificables en cualquier comunidad aun
cuando no tengan filiación.
Personajes, estereotipos sociales, que esconden su frustración,
sus insatisfacciones y sus miedos bajo normas de comportamiento social en las
que no se cree pero que se aceptan porqué se necesitan referencias y límites.
Se autoproclaman policías de
la moral y se adhieren a la pertenencia de grupo como salvaguarda de la
supervivencia y no toleran que nadie salga del rebaño: si yo no disfruto no te
permito que tú lo hagas. Perros de hortelano.
Paisaje y paisanaje a juego.
Despojos de obra sin acabar y despojos humanos, pero mientras los primeros, si
pudieran sentir, saben lo que son, los segundos se engañan para que su sueño permanezca
inalterable lo más alejado de la realidad posible.
La vida en un proyecto de
urbanización inconclusa, no permite, por su propia precaria condición, que
nadie se realice como persona y que el deseo de huir se aborte en los lindes de
la zona parcelada, porque el sueño permanece allí y solo allí puede ser que tal
vez algún día se cumpla. Por eso el regreso del constructor se espera como el
de un mesías que les confirme que la fe tiene premio.
Rosa Ribas se
atreve a piruetear con esta novela que sustituye párrafos por sinsabores y
palabras por vacíos existenciales. Una novela negra inclasificable, ya que etiquetar
Lejos es no entenderla.
A Lejos hay que acercarse sabiendo que no se la puede abarcar,
sabiendo que para volar lejos hacen falta alas y un cielo libre de obstáculos y
sabiendo que parecería que solo la muerte puede satisfacer ambas necesidades