En 2021, después de 23 años de aquella muerte, el suicidio de Antía Morgade ¿o tal vez no fuera tal?, que destruyó la unión del grupo, se reúnen las seis personas supervivientes para una cena de reencuentro. Algunas están triunfando, otras llevan vidas sencillas y hay quien está recuperándose de su bajada al infierno.
Es Santiago de Compostela; el restaurante es con terraza
para ver los fuegos del Apóstol. Luces en el cielo que no consiguen iluminar la
negrura del alma de quien es capaz de asesinar.
Estamos ante una novela que es a la vez novela policiaca
clásica y novela negra. Y es que reúne los requisitos de ambas. Para bien.
Es novela policiaca clásica porque revisita a Agatha
Christie y en especial a una de sus obras superlativas. Círculo cerrado de
sospechosos, todos posibles culpables, todos con motivos, todos con oportunidad
y muchos muertos.
Y es novela negra porque abre una brecha a un elemento
externo y porque incorpora algo tan en boca de todos actualmente como es el
abuso de menores en centros tutelados y denuncia no solo la aberrante actuación que suponen los actos en si, sino el reprobable silencio cómplice y los intereses que los organismos institucionales y rectores de las iniciativas anteponen
a las vidas humanas. No solo por las muertes, ya de por si motivo penal, sino por las infancias truncadas, las ilusiones de futuro rotas y la desconfianza asentada.
Malear los sentimientos de los débiles es una de las grandes lacras adheridas a la condición (in)humana.
Arantza Portabales
conjuga ambos géneros en frases breves cortadas con punto y seguido. Con muchos
diálogos y cortos soliloquios cuando los capítulos se relatan en primera
persona. Va creando tensión al tiempo que recuerda a la Gran Dama del Crimen y emula su tempo para el suspense.
Recorta cada personaje de su tiempo pasado y lo pega en un
presente que construye a partir del temor a no tener futuro. La muerte se les
apareció entonces y vuelve a aparecer ahora. Y todo el miedo de antaño resurge
con fuerza y con él el recelo a confiar en nadie y a temer a todo y a todos.
La autora, por si esto fuera poco, se anima a abrir un
tercer frente encendiendo los ánimos, ya de por si caldeados, en la comisaria,
con una suerte de triangulo amoroso donde la jerarquía, la ambición y la atracción física y sentimental lanzan
dardos envenenados desde su vértice a quien se pone por delante.
Novela policiaca clásica, novela negra contemporánea y
novela procedural romántica. Tres en uno. Y nada chirría. Léanla y compruébenlo.
De esta misma autora en el blog pueden leer la reseña de Belleza roja