lunes, 1 de julio de 2024

Se ha horneado un crimen de John Allison y Max Sarin

Estamos ante un cómic del género Whodunit, ya saben, esa trama policiaca donde conocemos los sospechosos y tenemos que descubrir quién ha cometido el crimen.

Un Whodunit que transcurre entre bambalinas de un reality show televisivo que premia la mejor creatividad pastelera.

Efectivamente, en el programa La Carpa de los Pasteles, el concurso de repostería más famoso del Reino Unido, se dan cita 12 concursantes y tienen que ir superando pruebas y semanas para alcanzar el premio final.

Pero nada más empezar uno de ellos cae envenenado y, la también concursante, Shauna Wickle, que se considera a sí misma una experimentada solucionadora de misterios, se ofrece a la dirección del programa para descubrir al culpable y evitar el fracaso del concurso.

Así entre recetas y pasteles y creatividad y apetito, va amasándose la trama de Se ha horneado un crimen. Un pastel que espera superar la cocción cogiendo volumen sin deshincharse.

La sintaxis del título recuerda demasiado a la serie televisiva Se ha escrito un crimen (el título original es bien distinto: The Great British Bump-Off) para no notar el parecido con el que la editorial ha pretendido activar nuestra cultura popular que aúna televisión y misterio criminal.

La historia es de corto recorrido argumental, ya que, lamentablemente, el guionista John Allison ni ha querido ampliar el número de víctimas ni rascar el maquillaje que esconde las miserias de este tipo de reality, y se ha quedado en la parte más anecdótica consiguiendo un relato repleto de humor, que demuestra ser su zona de confort.

Aún y así la trama refleja a la perfección las envidias y las estrategias de los concursantes, el punto estimulante y a la vez corrosivo de las entrevistas que va intercalando la presentadora y la superioridad moral que ejercen los miembros del jurado, que resultan sumamente desagradables, en lo que son los rasgos característicos de un reality televisivo para todo tipo de público.

Los personajes están suficientemente caracterizados de forma diferenciada para explotar al máximo el carácter de cada cual, que se refuerza con diálogos cortos de palabras pero largos de significado irónico.

El estilo cartoon, muy acorde al requerimiento televisivo de este tipo de concursos, en el dibujo de Max Sarin potencia las expresiones faciales y gestuales hasta un nivel de histrionismo aceptable y la paleta de colores planos y saturados, aunque demasiado corta, de Sammy Boras, consigue secuestrar la mirada para que no echemos en falta la, prácticamente, ausencia de decorados. Pero, si que hacen falta.

El resultado es un pastelito endulzado que leído entre lecturas más densas y tenebroso calado aporta frescura y divertimento. Además, a nadie le amarga un dulce.

martes, 25 de junio de 2024

La Novela Negra se muere

La Novela Negra se muere. Antes se murieron las librerías especializadas en su venta. Hoy se muere el producto. Envenenado con uno de esos venenos de efectos lentos pero progresivos e inexorables.

A la novela negra le hicieron creer que era inmortal; que solo sus páginas contenían víctimas y ella no lo sería; que estaba por encima de la humana condición de falible.

La engañaron. La sedujeron invitándola a docenas de festivales hasta la extenuación, exhibiéndola como objeto de deseo a mayor gloria de quienes copan los sillones que solo buscan su lucimiento personal en unas charlas autocomplacientes y endogámicas.

La hicieron creer que era necesaria, los demás, contingentes. La engalanaron, salía en todos los papeles y pantallas; lucía en carteles de DIN A/3 en paredes y escaparates y era la niña de los ojos de las editoriales.

Citada por todos los medios, y los enteros, desfilaba por los estands de ferias del libro, siendo la más buscada para una firma, una selfi o un flash.

Ofrecía su lado bueno para las fotos “Novela Negra mira aquí” “Novela Negra haz un mohín que denote tu lado oscuro” “Novela Negra, se mala” “Novela Negra posa como una femme fatale” y la Novela Negra se adecuaba a requerimientos y dejaba de ser quien era para ser lo que querían los demás; repartía sonrisas y lanzaba besos como quien sabe que nunca le han de faltar y que siempre habrá stock.

Ni lo sospechaba, pero ya le habían inoculado el veneno. Aún tardará años en hacer todo su efecto, pero para cuando se evidencien los síntomas será tarde.

Las editoriales tiran de sucedáneos, más económicos, menos divos y más rentables. Hace tiempo que no importa la calidad, solo la rentabilidad.

Las envidias son insanas solo para quien la sufre. Son un goce para quien las proyecta. Y True Crime y Cozy Mystery han sabido esperar.

A la sombra de la Novela Negra, han ido desplegando una maraña de artimañas con la finalidad de desbancarla. Conscientes de la polarización social, sabían que si jugaban bien sus cartas podrían repartirse el pastel.

Sus contenidos antagónicos no luchan entre sí, más bien se complementan. Quienes siguen a True Crime detestan la tibieza del Cozy Mystery y viceversa, quienes votan Cozy la sola presencia de True les provoca arcadas.

Y en medio, sin sospecharlo, la Novela Negra va perdiendo apoyos. Ciertamente que iba en mala dirección, su relamido, cuando no pedante, estrellato le ha impedido ver como sus argumentos se repetían, sus clichés se multiplicaban y sus personajes se guionizaban hasta la mediocridad.

La literatura así como el alma ya la han abandonado en muchas de sus publicaciones; los intereses comerciales, como dijo un reconocido editor, no busco lectores sino clientes, piensan en IA como medio para abaratar costes. El arte vale por lo que está tasado no por su condición innata, que ya no importa a nadie.

La Novela Negra ya no muerde, no incomoda. Se ha reblandecido por exigencias del guion y por indicaciones de lectores sensibles y encontrar un espécimen verdadero no solo es difícil, sino que pronto será misión imposible.

La Novela Negra se muere. Como estrella lejana que ya no existe pero que seguimos viendo su luz, tardaremos un tiempo en certificar su defunción, pero mucho y gordo habría de pasar para que no haya pronto una esquela en los medios.

La Novela Negra se muere porque True y Cozy, con el apoyo de los intereses comerciales aliados con estamentos, esos que la Novela Negra tanto denunció, la han envenenado para desahuciarla y ocupar su posición durante los años que la efímera y volátil fama tenga a bien concederles.

Junto a Thriller que siempre ha sabido cuál era su lugar y ha sabido mantenerse, True y Cozy serán los nuevos objetos de deseo de selfis y páginas dedicadas. Los festivales serán monográficos y llevarán sus nombres reluciendo con colores que ya no incluirán el negro.

Porque el negro es para el luto y el muerto al hoyo y el vivo, al bollo.

 

miércoles, 19 de junio de 2024

Muerte en El Cairo de Erica Ruth Neubauer

En 1926 los viajes intercontinentales eran algo solo al alcance de muy poca gente y si bien para algunos, ingleses, franceses, era más habitual porque sus colonias se extendían por varios continentes, para los americanos, en cambio, resultaba más extravagante y oneroso.

Lo que no impide a Millicent Stanley, tía Millie, arrastrar a su sobrina política y joven viuda, Jane Wunderly, a un lugar donde la ley seca no le impida practicar su deporte favorito que es degustar bebidas espirituosas hasta más allá de lo socialmente razonable.

Egipto, y el maravilloso Mena House Hotel, que incluye un campo de golf lindante con la arena del desierto; ese oasis para clases privilegiadas y con privilegiadas vistas en primer plano de las pirámides, es el exótico destino para pasar unos ociosos días de placer.

Pero encontrar el cadáver de una díscola joven, recién conocida en el bar del hotel, no entra dentro de los pasatiempos planificados por Jane y tener que investigar, a escondidas, su muerte para quitarse de encima la etiqueta de sospechosa, tampoco.

Una aventura romántica con cócteles refrescantes en un lugar de ensueño no casan bien con la pesadilla que supone un cadáver y un jefe de policía suspicaz. La emoción está servida en este Cozy Crime ingenuo y nostálgico.

Erica Ruth Neubauer reconoce su devoción por aquella época de películas en blanco y negro, humor blando, romanticismo elegante y novelas policiacas de la Golden Age, y este es su reconocimiento y su homenaje desde una planta baja de un alto edificio.

Así su protagonista, Jane Wunderly, que esconde un pasado truculento, está leyendo El Hombre del Traje Color Castaño, la novela más aventurera y menos policiaca de Agatha Christie, y sin duda Muerte en El Cairo, quiere ser clara deudora y aspira, sin conseguirlo, a ser reflejo.

Muerte en El Cairo, tiene una trama lineal plagada de diálogos y situaciones que consiguen hacerla espiralada por la lentitud en la que avanza. Y aunque resulte en exceso previsible no le afea el interés por lo que ofrece: una lectura relajada y amable, adecuada para días de asueto en los que desconectar de la rutina y pensar lo mínimo es la máxima prioridad.

Léanla bajo un ventilador de aspas y acompáñenla con un batido de frutas con un chorrito del licor que prefieran, les ayudará a superar la visita del calor que conlleva el verano.

miércoles, 12 de junio de 2024

La luz más cruel de Fernando García Ballesteros

La luz más cruel es la que ilumina lo que nadie desea ver. Bueno, nadie no. Hay personas depravadas que no solo disfrutan haciendo el mal sino que además desean inmortalizar sus hazañas en una fotografía que permita evocar a perpetuidad esos momentos, dichosos.

Fernando García Ballesteros no necesita inventar mucho, le basta y le sobra, con redactar hechos que fueron o muy bien podrían haber sido.

Y los redacta con mucha maestría, y lo que inventa no se diferencia de lo que coge de la realidad para ofrecer una fotografía dinámica de esas épocas en las que el patriarcado unido al apellido suponen dinero, poder y respeto además de libertad absoluta para realizar cualesquier actos ominosos que tengan a bien desear.

Sea del carácter que fuere y se ejecute contra bienes o personas. Así personal de servicio, mujeres de cualquier condición y obreros y otras personas de pensamiento u obra contrario a su concepción del mundo y del honor nada tienen que decir y mucho a temer.

La luz más cruel es una novela sobre una fotógrafa, Clara Prats, que ha aprendido el oficio familiar, y sobre sus intentos por ser libre y reconocida profesionalmente en ese mundo donde el heteropatriarcado no admite desviaciones ni salidas de tono.

Una fotógrafa criminalista que inmortaliza a personas muertas, y escenas de crimen como la del cuerpo que acaba de aparecer en la playa de La Barceloneta y del que nadie sospecha aún que es solo el primero de una serie.

Es una novela negra, de esas que se catalogan como histórico-policiacas que transcurre en Barcelona a principios del siglo XX y en ella se reflejan, como en los charcos de inmundicia que jaspean las calles, tanto ropas recosidas y remendadas como ropas hechas a medida con ribetes y encajes.

Todo cabe en una ciudad que acoge barrios de clase baja que están a nivel de mar y de clase alta que están hacia la montaña.

El autor demuestra gran aptitud y pasión por fotografiar esas épocas de contrastes sociales tan exagerados como ignominiosos, como ya lo hiciera con su otra obra El crimen del Liceo reseñada también en este blog y que, junto con la presente, deberían leer.

domingo, 9 de junio de 2024

Agatha Raisin y la turista impertinente de M.C. Beaton

Entrega número 6 de la serie protagonizada por Agatha Raisin y sin duda la menos policiaca, de las publicadas hasta ahora, la más empalagosa y sensiblera y únicamente interesante para irreductibles fans de la protagonista y para viajeros que estén planificando una estancia en Chipre.

A esa isla que los lugareños dividen en dos partes identificándolas como grecochipriota y turcochipriota según sea norte o sur y su cercanía con el país continental referenciado, llega Agatha Raisin en busca de su amor, James, que ha huido buscando sosiego después de casi sucumbir en una ceremonia nupcial.

La practicidad de James hace que elija Chipre y la casa alquilada como viaje de bodas, total ya estaba pagado, para hacer las paces consigo mismo lejos de Agatha, a quien considera compañía perniciosa.

A su llegada, Agatha coincide, en un mini crucero de recreo, con un grupo de compatriotas (Chipre es uno de los destinos preferidos por británicos como lugar de turismo y como asentamiento de jubilados) que no parecen tener mucho en común salvo la circunstancia de compartir la excursión.

Un asesinato vendrá a turbar la paz del grupo a la vez que despertará el espíritu de investigadora que anida en Agatha viendo en ello la oportunidad de resolver el caso y recuperar a James si consigue encontrarlo y convencerlo de que participe en las pesquisas.

Agatha sospecha que sus desequilibrios hormonales, síntoma inequívoco del avance menopaúsico, son los causantes de sus frecuentes cambios de humor que alteran su mente y su comportamiento hasta el punto de querer recomponer la relación con James, el amor de su vida, a partir de la lógica y no de los sentimientos.

La autora, centrada en exceso en el torbellino de emociones amorosas y estímulos sexuales de la protagonista deja de lado la trama policiaca que resuelve de forma apresurada y con desgana como si se hubiera acordado de repente de que no podía cerrar la novela sin solucionarlo.

Aparte de las ganas de recorrer Chipre, de probar la comida local en cualquiera de los muchos restaurantes nombrados y de bañarse en sus aguas, no queda mayor recuerdo de la trama una vez cerrada la contraportada.

Leyéndola se entiende perfectamente que la editorial dudara sobre la conveniencia de su publicación, así como también se entiende plenamente el título Agatha Raisin y la turista impertinente (entendiendo que se refiere a ella y no a cualquier otra turista que pasara por allí).

Ni se les ocurra empezar la serie por esta obra ya que fácilmente la abandonarían y sería un error ya que cuenta con títulos mucho más relevantes y ya reseñados anteriormente:

01 – Agatha Raisin y la quiche letal

02 – Agatha Raisin y el veterinario cruel

03 – Agatha Raisin y la jardinera plantada

04 – Agatha Raisin y los paseantes de Dembley

05 – Agatha Raisin y la boda sangrienta