Empecé su lectura en diciembre y tuve que dejar de leerlo porque dolía. Su ortografía, su gramática, perfectamente dispuesta para ser entendida desde el razonamiento cognitivo lo está también para ser interpretada desde la emoción y el sentimiento y ahí es donde duele.
El haber leído sobre asesinatos espeluznantes y macabros, nos ha generado una coraza pero no nos convierte en invulnerables y si una simple piedrecilla puede fragmentar un gran cristal, bastan unas frases de palabras bien escogidas para que su sentido cale hasta lo más hondo. Y duela.
¿Cómo se puede estar preparado ante la muerte de la inocencia?
De ninguna manera. Nunca.
Herminia Luque Ortiz, la autora, escribe en su blog Novela Negra con Lunares sobre sus lecturas, sobre sus opiniones, sus gustos y sus inquietudes, y lo hace muy bien pero nada de eso es comparable a cuando escribe un texto largo que es cuando lo hace mejor.
Hagan el experimento de leer alguno de los párrafos en voz alta y grabarse. Luego con los ojos cerrados oigan su propia grabación y si atienden al sonido notarán que no oyen una narración sino que están escuchando música.
Es el fruto al gran esfuerzo realizado por la autora para adoptar el lenguaje de la época que, apoyándose en el uso de sonoros epítetos, ha hecho posible esa riqueza lingüística tan musical.
La acción transcurre en el siglo IV y si no supieramos que la tinta aún mancha creeríamos que es de entonces y todo se debe a un cuidadísimo trabajo hecho con mimo para que no notemos ningún fallo en el raccord y nos encontremos perfectamente cómodos y en ambiente. Y si aún subrayara este sería uno de esos libros que solo quedan sin rallar los saltos de línea.
El Códice Purpúreo, es un clásico de hoy, es un análisis del presente desde el pasado, es una crítica desnuda al egoísmo, a la vanidad, a la ira, al pensamiento obsceno del poderoso por su posición, al nepotismo, a la prevaricación y al fundamentalismo, se ampare en la religión que se ampare. Hay párrafos que no solo aguantan una segunda lectura sino que la piden a gritos para mostrar el trasfondo de su sentido.
La autora, Herminia, es tan camaleónica que ha sido capaz de encarnarse en cada uno de los personajes que con sus epístolas nos van ofreciendo pinceladas para que el retrato de la tragedia de Ávita se complete; y sabemos que lo ha conseguido porque en cada carta oímos la voz que consuela, agradece y reconforta, y oímos también la voz soterrada que pide, se queja, desprecia y envidia.
Obra de la artista israelí Avita Flit. Sensibilidad a flor de piel. El nombre es pura coincidencia. La imagen es adecuada. |
No lo duden, magnífica novela.
Gracias, interrobang...yo sí que estoy emocionada.
ResponderEliminarSi ha conseguido emocionarte la novela, puedo decir que lo he conseguido: me siento satisfecha de mi obra pero sobre todo de tenerte a ti como lector.
Un abrazo
Entonces la satisfcacción es recíproca. Ahora a publicar tu novela negra ¡que le tengo unas ganas!
EliminarSegunda gran obra de una autora que llegó para quedarse.
ResponderEliminarCuanta razón tienes, ah! y felicidades por continuar en tu nuevo blog.
EliminarHabrá que estar atentos a esa novela negra, mientras tanto buscaremos ésta.
ResponderEliminarUn saludo!
Con lo bien que escribe, su novela negra será de muerte.
EliminarNunca me has defraudado.La leeré y te comentaré
ResponderEliminarGracias por estar al quite.
Es muy gratificador pasar por tu blog y sus cómplices. Haces que el ocio sea una bendición del cielo parA LOS JUBILADOS LECTORES, compulsivos LECTORES, jóvenes e inteligentes LECTORES y.....como decía Borges lo importante en su vida era leer.
Borges es el ciego que todo lo veía
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